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Protesta AMLO como presidente; ofrece una transformación “profunda y radical” del país

“No tengo derecho a fallar al pueblo de México”, proclama. Fustiga a los gobiernos de los últimos 36 años que aplicaron una política neoliberal que ha sido “un desastre, una calamidad”. Reitera su propuesta de “punto final” a corruptos del pasado y subraya que el plan del nuevo gobierno es acabar con la corrupción y con la impunidad. Remarca que su gobierno no será un “simple facilitador del saqueo” ni “un comité al servicio de una minoría rapaz”

Viétnika Batres y Guillermo RiveraEl Sur / Ciudad de México

Diciembre 02, 2018

 

El presidente saliente Enrique Peña Nieto recibe a Andrés Manuel López Obrador a su llegada al recinto de San Lázaro, donde rindió protesta como presidente de México minutos después con un fuerte discurso contra las políticas promovidas por el mexiquense . Foto: Cuartoscuro

Casi tres lustros después de iniciar su camino a la Presidencia y luego de dos intentos, Andrés Manuel López Obrador se convirtió oficialmente en el presidente número 67 de México y, con la banda tricolor en el pecho, juró dejar atrás los gobierno neoliberales del pasado para vanzar hacia una transformación “profunda y radical” del país.
Ante legisladores, gobernadores, líderes sociales, empresarios y una veintena de mandatarios internacionales, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, recibió la banda presidencial de manos del –hasta ese momento– presidente Enrique Peña Nieto y se la ofreció a López Obrador, justo a las 11:20 de la mañana.
Así, entre gritos de “¡Pre-sidente, presidente!”, “¡Es un ho-nor estar con Obrador!”, aplausos y vivas, rindió protesta este sábado ante el Congreso de la Unión en San Lázaro con un discurso de poco más de 14 cuartillas; más de 37 mil 269 palabras en el que enfatizó que comienza “la Cuarta Transformación” de México.
Al comenzar su intervención, López Obrador se dirigió a su antecesor Peña Nieto, a quien le reconoció “no haber intervenido, como lo hicieron otros presidentes, en las pasadas elecciones”.
Hoy comienza, definió, “un cambio de régimen político”. Como lo había mencionado en diversas ocasiones, indicó que se llevará a cabo “una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical”, pues “se acabará con la corrupción e impunidad que impiden el renacimiento” del país porque “nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes”.
En el discurso de más de una hora de duración, afirmó que es la corrupción “la causa principal de la desigualdad económica y social, y de la inseguridad y de la violencia que padecemos”. En cuanto “a la ineficiencia del modelo económico neoliberal… ni siquiera en términos cuantitativos ha dado buenos resultados”.
Y subrayó que esa política neoliberal, “lo digo con realismo y sin prejuicios ideológicos” ha sido “un desastre, una calamidad para la vida pública del país”.
La política económica aplicada durante “el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México”, la economía creció 2 por ciento anual y esto “ha empobrecido a la mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la informalidad, a emigrar masivamente o a tomar el camino de conductas antisociales”.
Insistió en que “el distintivo del neoliberalismo es la corrupción. Suena fuerte, pero privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. Desgraciadamente casi siempre ha existido este mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene precedente en estos tiempos que el sistema en su conjunto ha operado para la corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”.
Remarcó: “Privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”. Por eso, el plan del nuevo gobierno es: “acabar con la corrupción y con la impunidad”.
Frente a empresarios como Carlos Slim, y dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial y del Consejo Mexicano de Negocios, insistió en que el poder económico debe separarse del poder político.
Anunció que su gobierno no será un “simple facilitador del saqueo”, ni “un comité al servicio de una minoría rapaz”.
No obstante garantizó que habrá seguridad para las inversiones de accionistas de México y el extranjero e insistió en que “se crearán condiciones para obtener buenos rendimientos, porque en México habrá honestidad, Estado de derecho, reglas claras, crecimiento económico y confianza”.

Se cancelará la reforma energética; no hubo tal inversión a raudales

López Obrador se refirió después a la reforma energética. Dijo que se cancelará, porque “sólo ha significado la caída en la producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas, el gas y la electricidad”.
Cuando se aprobó la reforma energética, hace cuatro años, se afirmó que se iba a conseguir inversión extranjera a raudales. El resultado es que apenas llegaron 760 millones de dólares de capital foráneo, lo que únicamente representa el 1.9 por ciento de la incipiente inversión pública realizada por Pemex en el mismo periodo, y apenas el 0.7 por ciento de la inversión prometida”.
Mientras el presidente hablaba, los legisladores del PAN mostraban desde sus curules letreros azules que decían “Que baje la gasolina”.
Es tan grave “el daño causado al sector energético nacional durante el neoliberalismo, que somos el país petrolero que más gasolinas importa en el mundo”, siguió López Obrador.
La bancada de Acción Nacional fue la única que levantó pancartas y coreó consignas, si bien muy contenidas, en contra de López Obrador.
En el tema de la reforma energética, el nuevo presidente se aguantó para contestarles más adelante, en un momento en que los panistas volvieron a lanzar algunos gritos y mostrar sus carteles azules al escuchar que el tabasqueño reiteraba su compromiso de que la nueva refinería bajará el precio de las gasolinas.
López Obrador respondió: “Ahora resulta que los que aumentaron el precio a las gasolinas están pidiendo que baje. Hago el compromiso responsable, que pronto, cuando terminemos la refinería que vamos a construir en México, va a bajar el precio de la gasolina.
“Tampoco vamos a endeudar al país”, dijo, como lo hicieron Vicente Fox y Felipe Calderón. Cuando éste empezó su gobierno, la deuda pública era de 1.7 billones de pesos; al terminar, alcanzaba los 5.2 billones, es decir que aumentó 200 por ciento. “Y en esos dos sexenios fue cuando se recibió más dinero por la venta de petróleo. Ahora la deuda es de 10 billones”.
Los panistas callaron.

Ayotzinapa y el punto final

Con Peña Nieto –cuya administración concluye con documentados escándalos de corrupción– a su costado izquierdo, López Obrador reafirmó, como lo ha dicho en distintas ocasiones, que en su gobierno no habrá persecusión política. La nueva etapa va a empezar “sin perseguir a nadie porque no apostamos al circo ni a la simulación. Si abrimos expedientes dejaríamos de limitarnos a buscar chivos expiatorios, como se ha hecho siempre. No habría juzgados ni cárceles suficientes, y lo más delicado, meteríamos al país en una dinámica de conflicto y confrontación”. Esto, indicó, “nos llevaría a consumir tiempo y recursos que necesitamos para emprender la regeneración radical de la vida pública de México”.
Siguió: “Creo precisamente que en el terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir. En consecuencia, propongo al pueblo de México que pongamos un punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de nuevo, en otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del pasado, y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad…”
Apenas terminar de decir “que no haya persecuión a los funcionarios del pasado”, un “noooooo” se coló casi murmullo en el recinto.
Una voz colectiva que fue subiendo de volumen hizo el conteo –por segunda vez en San Lázaro, la primera fue el pasado 1 de septiembre– por los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Resultaba curioso que, en esta ocasión, los más entusiastas al gritar “…41, 42, 43, ¡justicia!” fueran precisamente los legisladores del PAN.
López Obrador hizo una muy breve pausa y continuó: “Mi postura al respecto la definí en la campaña. Dije que no es mi fuerte la venganza. No olvido”, pero “sí soy partidario del perdón y la indulgencia. En otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del pasado y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad. Por cierto, hoy se constituye una comisión para atender el caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa. Que se castigue a los que resulten responsables”.
“Que se castigue a los que resulten responsables, pero que la Presidencia se abstenga de solicitar investigaciones en contra de los que han ocupado cargos públicos o se hayan dedicado a hacer negocios al amparo del poder durante el periodo neoliberal”.

“Me canso, ganso”

El nuevo presidente se comprometió a “no robar y a no permitir que nadie se aproveche de su cargo o posición para sustraer bienes del erario o hacer negocios al amparo del poder público. Esto aplica para amigos, compañeros de lucha y familiares. Si mis seres queridos, mi esposa o mis hijos, cometen un delito, deberán ser juzgados como cualquier otro ciudadano. Solo respondo por mi hijo Jesús, por ser menor de edad”.
Indicó que, según la iniciativa de ley que ayer envió al Senado, “podrá ser el presidente juzgado como cualquier ciudadano por el delito que sea. Vamos a limpiar al gobierno de corrupción de arriba para abajo”.
El gobierno representará “a ricos, pobres, creyentes, libres pensadores, a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma. Vamos a gobernar para todos, pero vamos a dar preferencia a los vulnerables y a los desposeídos”.
Reiteró que se “se respetará la autonomía del Banco de México” y que “se construirá el Tren Maya, se sembrarán un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables en el sursureste.
En tres años estará funcionando: me canso, ganso –dijo y provocó las risas entre la concurrencia–, además del actual, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, con dos pistas adicionales en la Base Aérea de Santa Lucía”.
El nuevo presidente señaló que el “salario mínimo no volverá a fijarse por debajo de la inflación” y que “2 millones 300 mil jóvenes serán contratados para trabajar como aprendices en talleres, empresas. Ya no va a haber ninis.
“Se atenderá de inmediato a los damnificados por los sismos… se ayudará a productores del campo con subsidios. No se permitirá el fracking ni transgénicos. Nadie podrá viajar en aviones o helicópteros privados a expensas del dinero público. Desde el lunes próximo se pondrá en venta el avión presidencial. El presidente ganará el 40 por ciento de lo que recibía el presidente saliente”.

La Guardia Nacional: replantear el papel de las fuerzas armadas

Respecto a su controvertida propuesta de la Guardia Nacional, repitió que “los 8 mil elementos del Estado Mayor que se destinaban a cuidar al presidente y los 3 mil 200 agentes de Gobernación, hasta ayer dedicados al espionaje, pasarán a formar parte” de este nuevo cuerpo, cuya creación dependería del “pueblo y el Poder Legislativo, para enfrentar el grave problema de la inseguridad y de la violencia.
“Esto significa replantear el papel de las fuerzas armadas ante la inoperancia de las corporaciones policiales. La Policía Federal creada hace 20 años para suplir la labor de las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia, es en la actualidad un agrupamiento de apenas 20 mil efectivos, que carecen de disciplina, capacitación y profesionalismo.
“En cuanto a los agentes ministeriales y los cuerpos policiales estatales y municipales, se debe reconocer, sin generalizar, que muchos están movidos por la corrupción. El ciudadano mexicano en la actualidad está en estado de indefensión”.
López Obrador reconoció que el de la Guardia Nacional es un “tema polémico”, pero insistió en que las fuerzas armadas están entre las mejores instituciones de México. “Ciertamente no todos los militares han ostentado comportamientos intachables y tampoco debe omitirse el hecho de que el Ejército ha participado en actos de represión por órdenes de autoridades civiles”, admitió.
En una argumentación más extensa de lo usual, el mandatario enfatizó el origen popular del Ejército mexicano. En los “institutos castrenses no se han formado minorías corrompidas, como sucede en otros ámbitos del poder, y a diferencia de lo que ocurre en otros países, en México no se sabe de militares que formen parte de la oligarquía. Además, es un hecho que el Ejército cuenta con respaldo de la opinión pública”.
“Lo mismo puede decirse de la Secretaría de Marina. Así pues, el Ejército y la Marina pueden ser previa preparación y capacitación para el respeto de los derechos humanos, y mediante la aplicación de protocolos para el uso de la fuerza, las instituciones fundamentales para garantizar la seguridad nacional, la seguridad interior y la seguridad pública”.
Recordó que el Plan de Paz y Seguridad incluye la creación de 266 coordinaciones territoriales en el país. “Todos los días desde las seis de la mañana voy a presidir, en Palacio Nacional, la reunión del Gabinete de Seguridad, en la cual recibiremos el parte o reporte de lo sucedido en las últimas 24 horas y tomaremos las medidas necesarias”.

Efímera protesta contra un Maduro… ausente

En materia de política exterior, indicó que “mantendremos buenas relaciones con todos los pueblos y gobiernos del mundo”. Agradeció la presencia de Michael Pence, vicepresidente de Estados Unidos, y la hija del presidnete estadunidense, Donald Trump, Ivanka.
Con Trump y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, “estoy hablando para ir más allá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y lograr un acuerdo de inversión entre empresas y gobiernos de las tres naciones, para impulsar el desarrollo de los países centroamericanos y del nuestro. Y enfrentar de esta forma el fenómeno migratorio”.
Después agradeció la presencia de presidentes de América Latina y del Caribe, entre ellos Evo Morales, de Bolivia, y quiengeneró una breve ovación; Miguel Díaz Canel, de Cuba, contra el que nadie protestó, y Nicolás Maduro, de Venezuela, que despertó la inmediata reacción de la bancada del PAN.
En ese instante, legisladores panistas levantaron una manta al pie del estrado, que decía “Maduro #NoEresBienvenido”. Algunos diputados de Morena cubrieron con un rebozo la parte donde decía “Maduro, #NoEres”, para que sólo se viera “Bienvenido”. Esto molestó a los panistas, pero no pasó a mayores, porque López Obrador no interrumpió el agradecimiento a sus invitados internacionales, como Felipe VI, rey de España, entre otros.
Queda para la posteridad la pregunta de por qué López Obrador mencionó a Maduro cuando el venezolano no estaba presente en San Lázaro.
Cerca de las 14:30, Maduro llegó en un auto a la comida en Palacio Nacional. Él mismo dio cuenta de ello en un video publicado en su cuenta de Twitter.

“Que no sea fácil retrogradar”

En su discurso en el Palacio Legislativo de San Lázaro, el primero como presidente de la República, aclaró, una vez más, que es partidario del sufragio efectivo y de la no reelección y que trabajará “16 horas diarias para dejar en seis años muy avanzada la obra de transformación. Me someteré a la revocación del mandato porque deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del poder en sus manos.
Mostró que tiene prisa pero, más importante, tiene claro que aquello que vaya a hacer en su gobierno, tiene que comenzarlo cuanto antes. Lo dijo en campaña: seis años que parezcan 12.
“Por eso aplicaremos rápido, muy rápido, los cambios políticos y sociales para que si en el futuro nuestros adversarios, que no nuestros enemigos, nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás a lo que ya habremos de conseguir. Como dirían los liberales del siglo XIX, los liberales mexicanos: que no sea fácil retrogradar”.
Recordó que llegó a la Presidencia “después de muchos años de lucha personal y colectiva. Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo. Ahora que venía para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo: ‘Tú no tienes derecho a fallarnos’. Y ese es el compromiso que tengo con el pueblo: No tengo derecho a fallar”.
Aseguró estar consciente de la gran expectativa “que existe entre los mexicanos, y el desafío que significa enfrentar los grandes y graves problemas nacionales, pero soy optimista y creo que vamos a salir bien. Son tres cosas las que necesitamos para enfrentar la crisis de México y dos de ellas están aseguradas de antemano: un pueblo trabajador y suficientes riquezas naturales. Pronto tendremos lo tercero, un buen gobierno”.
“Acepto el reto y les invito a participar para celebrar juntas y juntos, el esplendor y la grandeza futura de nuestro querido México. Gracias de todo corazón. ¡Que viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!”.