Agencia Reforma

Ciudad de México

El incremento en la temperatura del agua de los océanos, que alcanzó este año un nivel récord a nivel global, afecta la actividad pesquera y la salud de los corales en las costas mexicanas, al tiempo que incrementa el riesgo de ciclones más intensos, advirtieron especialistas de la UNAM.
En videoconferencia el sábado, Benjamín Martínez, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC), indicó que en septiembre pasado se registró en aguas del país un incremento de la temperatura particularmente significativo por efecto del fenómeno El Niño.
De proseguir esa tendencia, alertó, estamos ante la posibilidad de que este fenómeno sea uno de los más intensos registrados, lo que se manifiesta en las corrientes de chorro, los nortes y las tormentas fuertes.
“En el noroeste de México y en el Golfo de California, (la temperatura) se ha incrementado bastante, como en general en todo el Pacífico tropical mexicano, lo cual tiene efectos muy variados en pescas y en corales”, apuntó.
México, agregó, está inmerso en una zona donde la temperatura media anual está por arriba de los 28 grados.
Y no es de extrañar, señaló, que en estas zonas, tanto en Asia como en América, se generen ciclones constantemente.
Destacó que dos de los huracanes más fuertes que han golpeado las costas mexicanas del Pacífico en fechas recientes, Patricia y Otis, se formaron en octubre, uno de los meses con mayores aumentos de temperatura en la superficie del mar.
Por su parte, Guillermo Horta-Puga, especialista de la FES Cuautitlán, advirtió que en 2023 se registró el primer evento de blanqueamiento masivo de corales en México, relacionado estrechamente con el aumento de la temperatura en el mar.
“Es muy probable que una proporción muy grande de los corales en todos los arrecifes de nuestro país perezcan durante este año. Ya tenemos reportes en el Caribe mexicano, en el Gofo de México en Veracruz, en las costas de Oaxaca en Huatulco, en las costas de Guerrero en Acapulco y en Zihuatanejo, y más al norte en las Islas Marietas en Nayarit”, indicó.
“Estamos ante una catástrofe ambiental de proporciones que no nos imaginamos”, anticipó.
Impulsa científica mexicana
en la cumbre climática COP 28
la atención a la ecoansiedad

La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP28 este año, tendrá por primera vez un día dedicado al cuidado de la salud y la científica mexicana Melissa Jiménez Gómez Tagle impulsa que se aborde la ecoansiedad.
Se trata del miedo crónico al desastre ambiental, de acuerdo con la Asociación Americana de Psicología.
Se manifiesta a través de episodios cotidianos de aflicción emocional, angustia o desesperación, incluso llega a motivar a algunas personas a no tener hijos por considerarlo poco ético debido a la baja calidad de vida que tendrían, según un estudio del Climate Institute.
“La ecoansiedad es una pandemia silenciosa porque no muchos hablan de ella. Una población, entre los 11, 15 o 17 años, está creciendo deprimida porque están enfrentándose a todos estos desastres climáticos y no saben qué va a ser de ellos”, advirtió la maestra en Manejo Sustentable de Recursos por la Universidad Técnica de Munich, Alemania.
Jiménez será parte de la delegación del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés) en la reunión de Dubai, Emiratos Árabes Unidos, donde fungirá como observadora en las negociaciones sobre pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático para impulsar que parte de las compensaciones se dirijan a hacer más equitativos y resilientes los sistemas de salud.
También fue invitada a un foro de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hablar sobre la ecoansiedad.
A nivel mundial, el cambio climático puede ser una carga para los sistemas sanitarios por las lesiones físicas asociadas a los desastres y el costo sicológico de quienes los experimentan, apunta el Climate Institute.
Con base en sus investigaciones, Jiménez sugiere construir redes de apoyo para aliviar la ecoansiedad, expresar sus emociones a través del arte, empujar la acción climática desde sus trincheras y solicitar ayudar profesional en casos graves.
“Si algo no me podría perdonar para las generaciones futuras es que si el planeta no va bien, me miren y me pregunten: ‘¿tú qué estabas haciendo?’. Yo les quiero responder: ‘estuve luchando’”, aseveró.