Europa Press / Agencia Reforma

Madrid / Ciudad de México

Los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson han sido galardonados con el Nobel de Economía este lunes “por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan la prosperidad”.
El Nobel de Economía no forma parte del legado de Alfred Nobel, ya que fue establecido en 1968 por el Riksbanken, el banco central sueco, coincidiendo con el 300 aniversario de la entidad, y fue concedido por primera vez en 1969, distinguiendo al noruego Ragnar Frisch y al holandés Jan Tinbergen.
El importe del premio completo en 2024 asciende a un total de 11 millones de coronas suecas (poco más de 204 millones de pesos).

Instituciones que explotan a la población no generan crecimiento

De acuerdo con la Academia Sueca, los galardonados este año han demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país y cómo cuando se tiene un Estado de derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento.
“Este fue un Premio Nobel de Economía que se concedió por la relevancia de las instituciones. La ironía es que pareciera que México va en sentido completamente contrario”, comentó Héctor Villarreal, profesor investigador del Tecnológico de Monterrey.
“Justo en este momento de transformación crucial para México viene la Real Academia Sueca de las Ciencias a recordarnos con el premio (…) cómo el éxito o el fracaso económico de un país dependen de la calidad de sus instituciones. Urgente tomar nota”, externó el economista en jefe global en Cemex, Adrián de la Garza.
Citibanamex consideró que el paquete de reformas, como la del Poder Judicial, va en dirección opuesta a crear instituciones propicias para la prosperidad como lo indican los Premio Nobel.
En su trabajo, los economistas pusieron el ejemplo la ciudad de Nogales, en la frontera entre Estados Unidos y México. Pese a compartir la misma geografía, clima, muchos de los mismos ancestros y una cultura común, la vida en el norte la población está más acomodada, es más longeva y la mayoría de los niños se gradúa de la secundaria, pero al sur hay más pobreza e inseguridad.
La diferencia, según los economistas, es un sistema estadunidense que protege los derechos a la propiedad y da a los ciudadanos voz en su gobierno.