EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

A medio camino

Jorge Camacho Peñaloza

Noviembre 16, 2018

La diversidad ideológica debe ser fortaleza y no debilidad. Héctor Astudillo Flores.

En política es frecuente que las cosas se den en función de un movimiento conocido como la teoría del péndulo, según la cual la forma de gobierno va de una forma a su opuesta y viceversa dependiendo del estado de ánimo de los electores, lo que significa que cuando el péndulo va de regreso es porque la forma de gobernar de la que partió ya no está resolviendo a la sociedad sus problemas, ya no le satisface el modo de gobernar o porque esa forma de gobernar extrema, rígida o relajada, autoritaria o democrática, eficientista o simuladora, han entrado en contradicción con las aspiraciones de la sociedad o porque está generando problemas que han hecho crisis.
En Guerrero en el 2011 el péndulo se movió hacia una forma de gobernar relajada, querendona, politizada, después de la eficientista y apartidista administración de Zeferino Torreblanca Galindo, así se hizo fácilmente del triunfo que le permitió a Ángel Aguirre Rivero su llegada a la gubernatura del estado con quien se relajaron los controles eficientistas de la administración y contra la corrupción de su predecesor, se reanudó la comunicación carismática del gobernante con la sociedad y se partidizó el ejercicio del gobierno a favor del PRD. El resultado fue una pérdida de gobernanza o de capacidades de gobernar lo que se reflejó inmediatamente el 12 de diciembre del 2012 con el pésimo manejo de la protesta de los normalistas de Ayotzinapa dejando dos estudiantes muertos en el Parador del Marqués; después al año siguiente en el 2013 se volvió a exhibir esa ineficacia en el pésimo manejo preventivo por parte del gobierno del estado de los efectos de los huracanes Ingrid y Manuel y para acabar al año siguiente en el 2014 dejando crecer la amenaza de tener en Iguala un narcopresidente municipal lo que, aunado con la escasa capacidad de prevención de las áreas de seguridad y gobierno ante una movilización de normalistas de Ayotzinapa propició que se genera la lamentable y abominable crisis del 26 y 27 de septiembre de ese año con la muerte de dos normalistas, jugadores de los Avispones y la desaparición de 43 estudiantes en Iguala.
La situación a fines del 2014 era insostenible para Ángel Aguirre, la cual se agudizó con la llegada del inexperto académico universitario Rogelio Ortega, con quien se profundizó la crisis de ingobernabilidad ante la protesta de los normalistas apoyados por el magisterio disidente, ingobernabilidad que viví como diputado viendo en llamas la sesión de plenos del Congreso del Estado.
Literalmente Guerrero estaba en llamas no sólo por la protesta social, sino por la creciente presencia y operación de la delincuencia organizada y de grupos de autodefensa que los gobiernos del PRD dejaron crecer con inaudita incapacidad de interlocución: Los Rojos, La Barredora, Los Ardillos, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Guerreros Unidos y el Cártel del Sur, así como el surgimiento de policías comunitarias se convirtieron en la nota disonante en la dinámica política, económica y social del estado.
Como guerrerense entonces militante del Partido Acción Nacional, del que ayer renuncié y en la próxima entrega me ocuparé, tuve la convicción de buscar la gubernatura del estado, supe que tenía y tengo la capacidad, ideas y propuestas para conducir a Guerrero por otra ruta, fui candidato a gobernador y por primera vez en el estado había dos candidatos surgidos de la misma legislatura, la LX, registrándose también el diputado Héctor Astudillo Flores con quien estreché y consolidé una amistad como pocas y con quien impulsamos varias propuestas y proyectos legislativos. Héctor se alzó con la victoria y no dudé en reconocer su triunfo y en su capacidad para calmar al estado y regresarlo a la vida institucional, él sabía lo que Guerrero necesitaba y cómo hacerlo: paz y orden, y Guerrero nos necesita a todos.
Desde el primer día de su gobierno Astudillo Flores sorprendió con su capacidad de trabajo, de acercarse y estar en los problemas, atenderlos y resolverlos, de domingo a domingo, seguimiento puntual, realismo, valor para reconocer los problemas, capacidad de diálogo con todas las fuerzas políticas, de coordinarse con el gobierno federal y con todos los sectores sociales y poderes públicos, gracias a eso retornó la vida institucional, la actividad productiva y la interlocución del gobierno con sectores agraviados; a la mitad del camino hay empleo, inversión, obra pública, acción de gobierno y estabilidad financiera y administrativa del gobierno.
El tema de la inseguridad, de la delincuencia organizada y la guerra entre los distintos grupos en Acapulco, Chilpancingo, Chilapa, Zona Norte, Tierra Caliente y Costa Grande que viene desde años antes ha sido prioridad en la agenda de gobierno de Héctor Astudillo encabezando personalmente las numerosas reuniones del Grupo de Coordinación junto con los titulares de la secretaría de Seguridad y de la Fiscalía del estado, lamentablemente se trata de un problema que en Guerrero no se va resolver sólo con la fuerza sino con una política integral que requiere de importantes sumas de presupuesto que no están al alcance del gobierno del estado.
Falta mucho por hacer, la problemática que se vive en la sierra es delicada, los ayuntamientos deben tener una participación más comprometida con sus atribuciones, los poderes deben alinear más su colaboración para atacar el problema de la delincuencia organizada, la relación sociedad y gobierno debe ir más allá de la capacidad de interlocución personal del gobernador, más participación de los integrantes del gabinete, algunos cambios, pero sin duda alguna a la mitad del camino el saldo es positivo.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A toda la paisanada que es la hora de jalar todos para el mismo lado, que ya se levanten algunos de la hamaca porque la seguridad no es un tema para sacar raja política.