EL-SUR

Jueves 19 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Alejandro Díaz Garay

¿Son confiables las encuestas? Desde la década pasada la cultura de las encuestas empezó a tener mayor arraigo en la sociedad mexicana, cobrando fuerza en las elecciones federales de 1994. Las empresas de opinión pública empezaron a surgir como hongos después del escampe, principalmente en la capital. Previendo esta moda un grupo de consultores decide … Continúa leyendo Alejandro Díaz Garay

Enero 15, 2002

¿Son confiables las encuestas?

Desde la década pasada la cultura de las encuestas empezó a tener mayor arraigo en la sociedad mexicana, cobrando fuerza en las elecciones federales de 1994. Las empresas de opinión pública empezaron a surgir como hongos después del escampe, principalmente en la capital. Previendo esta moda un grupo de consultores decide fundar en septiembre de 1992 la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI), con el objeto de “establecer normas de calidad y estándares comunes en métodos y técnicas relacionados con la investigación de mercado” y estudios de opinión.

En el plano internacional existe la Asociación Mundial de Profesionales de la Investigación de Mercados y Opinión Pública (ESOMAR), con sede en Holanda, fundada en 1948 y que aglutina alrededor de 4 mil miembros de 100 países. En México, la doctora Ana Cristina Covarrubias es la representante de ESOMAR en México. “La misión de esta asociación mundial consiste en promover, a nivel mundial, el uso de la investigación de mercado y opinión pública, para mejorar el proceso de toma de decisiones en las empresas y en la sociedad en general”.

La AMAI emite boletines y cuestionarios que son seguidos no sólo por sus 35 socios, sino por un buen número de consultorías que tal vez no reúnan el requisito de facturación mínima requerida de 6 millones de pesos para aspirar a ser miembro, pero que en la práctica han demostrado tener mayor “tino” a la hora de hacer un pronóstico electoral; tal es el caso del CEO de la U de G.

Una de las razones del incremento en la cultura de las encuestas se debe a la aplicación de la planeación estratégica en las campañas electorales. En este sentido, los partidos políticos deben hacer uso de la encuesta como una herramienta que coadyuve a la aplicación de la planeación estratégica de una campaña política, no debiera usarse como instrumento de propaganda. Algunos partidos y candidatos tienen la falsa idea de que manipulando el resultado de las encuestas van a mejorar la posición de su imagen ante la sociedad. Está demostrado que la mayoría de la gente apoya al candidato “A” por ser de su partido, su amigo, su paisano, por su programa de trabajo, por considerarlo honesto, honrado, carismático, mas no por leer en la prensa que va arriba en las encuestas.

Las encuestas las mandan a hacer los partidos políticos, los candidatos, los medios de comunicación y en menor escala, los gobiernos. La confiabilidad de una encuesta depende de los lineamientos metodológicos de quien la realice. No siempre se publican los resultados de una encuesta; sólo cuando los resultados favorecen a quien mandó hacer la encuesta.

En el 2000 Ana Cristina Cobarrubias, inspirada en una publicación de ESOMAR titulada Guía para encuestas de opinión pública, da a conocer un artículo titulado Diez reglas prácticas de cómo leer encuestas electorales, que en resumen plantea: 1. Fijarse en los datos, en la explicación de los mismos y en la ficha metodológica; 2. Diferenciar entre porcentajes “crudos” (que incluyen la “no información” o sea la proporción de personas que no declaró su intención de voto) y porcentajes “ajustados” (que no incluyen la “no información”); 3. Interpretar correctamente el “error de estimación”. El que publican se aplica sobre los datos “crudos” (totalidad de muestra). Su correcta lectura es en términos de intervalos que hay que calcular para cada una de las cifras dadas para los diferentes contendientes. Unicamente en el caso de intervalos que no se traslapan se puede hablar de diferencias estadísticamente significativas. Si no hay diferencia significativa entre las cifras de uno y otro contendiente, no se puede saber quien va adelante; 4. Sólo encuestas realizadas en lapsos de tiempo equivalentes son estrictamente comparables entre sí; 5. Tomar nota del “universo” que representa la muestra; 6. Por lo que toca al tamaño de muestra, el consenso internacional (ESOMAR) es el empleo de muestras de mil a 2 mil casos para representar globalmente una población infinita como puede ser la de un país. En contiendas cerradas que exigen mayor precisión de los estimadores, es necesario aumentar los tamaños de muestra; 7. El procedimiento de muestreo y del grado de dispersión de la muestra. Deben aplicarse como máximo 20 entrevistas por cada punto de muestreo; 8. Conocer la técnica de recolección de información. Hoy por hoy para representar con precisión la totalidad de la población la mejor aproximación es la encuesta en vivienda, cara a cara; 9. La forma como se formulan las preguntas; 10. Experiencia de la empresa investigadora.

Si bien no existe un número único para aplicar encuestas poblacionales, a mayor número de ciudadanos encuestados menor será el margen de error (Poisson y Bernuille). También es preciso señalar que las encuestas sólo miden el grado de aceptación o rechazo de un candidato en un momento determinado, preferencia que puede variar en el tiempo. En este sentido, una encuesta aplicada en septiembre será más certera que una aplicada en enero.

En la estadística descriptiva las llamadas poblaciones infinitas son aquellas mayores a 100 mil habitantes. Es el caso de Acapulco. La encuesta que está próxima a realizar la empresa Mitofsky, a través del actuario Roy Campos, consta de 500 cuestionarios, un nivel de confianza del 95.5% y, supongo, que un valor de p=q=50 de las posibilidades de respuesta, lo que daría en el mejor de los casos un margen de error de +/- 4.5%. Si los resultados de esta encuesta pagada por el PRI Guerrero son para normar un criterio de quien va arriba en la preferencia electoral de los siete precandidatos, el margen de error se antoja muy alto, a menos que el puntero lleve mínimamente nueve puntos porcentuales de diferencia sobre su más cercano competidor. Vale decir que Mitofsky es miembro de AMAI.