Jorge Camacho Peñaloza
Mayo 31, 2019
La política es el arte de
vender simultáneamente el gozo de la estabilidad y la
paranoia ante el caos.
Carlos Monsiváis.
El pasado miércoles el gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, expuso ante una organización empresarial un agudo panorama de las amenazas a la gobernabilidad del estado y su propuesta para enfrentarlas, lo cual es alentador porque su planteamiento genera buenas expectativas para el desarrollo de lo que resta de su gobierno que es poco más de dos años y medio, tiempo en el que aún se pueden construir muchas cosas positivas para Guerrero, pero también en el que pueden suceder muchas cosas que pueden destruir lo que hasta ahora se ha logrado.
El panorama del gobernador es muy completo habla de las policías comunitarias que son en su mayoría grupos armados vinculados con la delincuencia organizada, que representan un verdadero reto para la gobernabilidad porque representan un problema de seguridad que corresponde primero al gobierno estatal atender, pero por la portación de armas le toca al federal; habla del tema de la desaparición de los 43 estudiante de Ayotzinapa que sigue sin recibir justicia; habla de la CETEG, que es un problema de muchas aristas como el control de las plazas, el posicionamiento político, la obtención de prebendas, etc., asimismo, del tema de la delincuencia organizada que tiene un fuerte arraigo social y penetración en las corporaciones policiales principalmente las municipales, lo que provoca una violencia casi terrorista y un temor generalizado en la sociedad la que percibe al gobierno como incapaz de contener y reducir.
También habla de la falta de dinero me imagino que se refería al público, pero también a que hay menos inversión, lo que repercute en los niveles de empleo en la entidad, variables que al verse disminuidas impactan en la gobernabilidad de la entidad; pero habla también de una amenaza en el plano de la misma esfera política, que es la falta de entendimientos, de colaboración y coincidencias entre los poderes, niveles de gobierno y partidos políticos para gobernar y empujar al estado hacia la solución de los graves problemas que padece, señalando que el antídoto para esta amenaza es el trabajo conjunto, el respeto, el diálogo y colaboración entre todos estos actores para buscar que Guerrero salga adelante.
Y sí que la confrontación política es una amenaza a la gobernabilidad porque al colocar los intereses facciosos de los actores, grupos y partidos políticos por encima de la responsabilidad política se debilitan las instituciones y con ello su capacidad para responder a las demandas y exigencias de la sociedad. Esta variable de la confrontación política es tan relevante que hasta el gobernador tomó el pulso al estado de ánimo de la población para conocer su sentir respeto al tipo de relación que quiere ver entre los distintos niveles de gobierno, en particular entre el estatal y el federal, sobre lo que revelo que la ciudadanía pide una relación armoniosa con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aunque no era muy necesario recurrir a una encuesta para llegar a esa conclusión luego del abrumador resultado de la elección del pasado primero de julio.
La gobernabilidad es un término relativo, referido a la condición existente entre el mando del gobierno y el consentimiento social. Una situación de ingobernabilidad es aquella en la que la sociedad pasa por alto las normas, leyes, disposiciones y políticas del gobierno derivado de la falta de legitimidad o eficiencia, esto último tiene que ver con los niveles de credibilidad, honestidad y congruencia del gobernante o capacidad de la sociedad para rebelarse a las instituciones, por tanto la gobernabilidad siempre va a ser relativa, es decir, no existe la gobernabilidad total ni la ingobernabilidad absoluta, hay consentimiento y mando de gobierno relativos.
El panorama de las amenazas a la gobernabilidad o de los problemas que padece Guerrero que hace el gobernador Astudillo es muy objetivo, sobre todo el de la variable de la confrontación política porque muchas veces son los comportamientos políticos de los actores los que generan más ingobernabilidad cuando son motivados por la ambición, la intolerancia y la falta de capacidad para el diálogo.
Vuela vuela palomita y ve y dile: Al presidente Andrés Manuel Lópz Obrador que al parecer ahora sí se animó, para dar su Quinazo, Salinazo o Gordillazo, con su Lozoyazo ya tiene para justificar que va por buen camino.