Raymundo Riva Palacio
Marzo 10, 2021
ESTRICTAMENTE PERSONAL
La táctica resultó una tregua. La reducción de agravios contra las mujeres que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador el lunes, se acabó el martes. Ya no era necesario guardar la gasolina y reinició su incendio en la pradera seca. A sus ojos, fueron mujeres manipuladas por grupos “conservadores” cuyo único propósito era atacar Palacio Nacional para agredirlo, lastimarlo, e impedir que siga adelante su proyecto de transformación. Sus diatribas fueron órdenes, y las legiones de Amlovers en las redes sociales, compuestas por bots, empleados y leales, se lanzaron al ataque. Para las que se quejan de violencia de género y la impunidad, tengan –en el lexicón lopezobradorista–, su violencia cibernética.
Las instrucciones fueron tomadas desde temprano para impulsar entre las principales tendencias en Twitter el hashtag #FeminazisTerroristas. Para apoyar con otro torrente digital la batalla contra las mujeres, le dieron un dulce en la boca a la opinión pública para entretenerla y desviar su atención de las renovadas agresiones presidenciales a las mujeres. Así, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México anunció haber solicitado una orden de aprehensión contra Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex líder del PRI en la Ciudad de México, “asociado” al delito de trata de personas.
De la Torre fue investigado hace varios años por la misma acusación, pero no pudieron probarle que, en efecto, manejaba una red de prostitución en la capital federal. El anuncio de las autoridades capitalinas fue cáustico porque no lo señala directamente de nada, y sólo menciona que está “asociado” a un delito. Lo más relevante, sin embargo, es que diera a conocer la orden de aprehensión. Esto es una aberración. Si se tratara de un caso jurídico real, la petición de una orden de aprehensión no se anuncia –sirve de mensaje al potencial receptor para que huya–, si no se ejecuta y luego se informa de ello. Esa forma de actuar parece más un ejercicio de propaganda que de justicia, pero como es fácil imaginarse, el nombre del político también fue tendencia en Twitter.
La gran operación política de ataque a las mujeres y encubrimiento de la misoginia en Palacio Nacional, fue agresiva, belicosa e impetuosa. Frente a las demandas de las mujeres para el fin a la violencia de género, de la desigualdad y la impunidad, el odio de Palacio y los Amlovers fue la respuesta. ¿Algo nos extraña? Si las mujeres le estorban ahora a López Obrador, tiene que neutralizarlas y, políticamente, acabarlas.
La estrategia se puede seguir a través del Observatorio de las Reded Sociales de la Universidad de Indiana, que permite analizar cómo se comportaron los Amlovers, el producto de cadenas de cuentas que fueron creadas por el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, a las que se han ido sumando otras redes de golpeadores cibernéticos a sueldo, así como personas que legítimamente creen en López Obrador para atacar a quien no es incondicional.
Una de las cuentas más relevantes es la de @kompi1570, con 35 mil seguidores, que es un robot. El mensaje que pusieron, en un contexto de descalificación de la marcha, dice: “… lo más importante es saber quiénes están detrás de estas malditas desquiciadas o será que a eso regresó Fernández de Ceballos haciéndole el trabajo sucio como siempre a Salinas, Fox y Calderón!! #FeminazisTerroristas”. El mensaje fue replicado masivamente por cuentas mayoritariamente de gente real, sin necesidad de tener que invertir en la movilización de bots.
Otra cuenta utilizada para estos fines fue la de @AtziriVeloz, aparentemente una joven que estudia en Guadalajara, donde se difundió: “Las feministas quieren justicia para que ningún caso de feminicidio quede impune, rompen, queman y rayan todo. Un tipo viola, mata, descuartiza y quema a una mujer y todos se hacen estupidos, pero claro nosotras somos las #FeminazisTerroristas que vergüenza me da mi país”.
Una cuenta más, aparentemente otra persona real al servicio de López Obrador, @ArturoVlis, el segundo replicador más importante entre quienes son de carne y hueso después de @AtziriVeloz, reenvió un mensaje del videobiógrafo presidencial, Epigmenio Ibarra, donde afirmaba: “Los grupos de provocadores atacan rociando con gasolina y prendiéndole fuego a las policías. Emulan métodos de bandas criminales. No luchan por las víctimas; al contrario buscan que halla (sic) víctimas para que la derecha golpista las use como bandera”.
Estos dos mensajes, ampliamente replicados en las redes con el hashtag que vincula a los movimientos feministas con los nazis, retoman la idea de López Obrador de que sólo en su gobierno había bombas Molotov y se atacaba a los policías, porque antes no pasaba nada de eso. Muchos se la creen porque les falta información, pero la primera Molotov en tiempos de paz contra Palacio Nacional fue el 1 de mayo de 1984, cuando un joven lanzó una a los balcones y provocó quemaduras al entonces director del ISSSTE.
Durante la negociación de la Reforma Educativa en 2013, maestros disidentes vinculados a López Obrador realizaron incendios en edificios públicos, atacaron Palacio Nacional y en una ocasión, prendieron fuego a un jefe de la Policía capitalina. En esa ocasión, López Obrador justificó sus protestas, que terminaron con un desalojo en el Zócalo. En las cuentas Amlovers se publicó una fotografía del desalojo como muestra que “antes” se reprimía, sin mencionar el intento de homicidio cometido.
Regresar al pasado, con mentiras, verdades a medias o verdades, es el método de López Obrador, que no acepta cuestionamientos. Los ataques cibernéticos fueron contra las mujeres, contra los “adversarios” cotidianos del presidente, y contra los periodistas a quienes más odio tiene. Las redes estaban artificialmente encolerizadas, porque el presidente no puede con las mujeres. Se desespera y se vuelve intolerante. Las ataca para intimidarlas, en un intento por paralizarlas. Las mujeres no han dado ningún paso atrás. Y como dice una experimentada observadora, las mujeres serán para López Obrador como la Casa Blanca a Enrique Peña Nieto. O sea, su Waterloo.
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