EL-SUR

Sábado 28 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Armando Escobar

Sobre el PRD y los clásicos  (Segunda y última parte) Estoy de acuerdo con Salvador Aguilar y para ello no se requiere “una mínima experiencia” en que “las concentraciones públicas no pueden de ninguna manera sustituir a las urnas”. Esta afirmación “no requiere tanta ciencia”, dice el hombre de a pie, es de sentido común … Continúa leyendo Armando Escobar

Junio 19, 2004

Sobre el PRD y los clásicos

 (Segunda y última parte)

Estoy de acuerdo con Salvador Aguilar y para ello no se requiere “una mínima experiencia” en que “las concentraciones públicas no pueden de ninguna manera sustituir a las urnas”. Esta afirmación “no requiere tanta ciencia”, dice el hombre de a pie, es de sentido común señor Aguilar, pero por decencia política no podemos rechazar estas manifestaciones puesto que representan el pulso –con los adjetivos que usted quiera darle– de un proceso social. Tampoco el plebiscito es garantía de éxito de una propuesta electoral. Baste recordar que el único distrito electoral federal en Guerrero que llevó el PRD al plebiscito, el pasado proceso del 2003, fue el de Costa Chica, en donde el compañero Odilón Romero obtuvo la candidatura por ese método, sin embargo el resultado constitucional fue no sólo desalentador, sino catastrófico. Ahí el PRI alcanzó la votación más importante en Guerrero. Esto es un caso y con ello no quiero generalizar, en política señor Aguilar no puede ni debe generalizarse. Las ciencias sociales son así.

Por otra parte, y esto sí me parece grotesco en su análisis, no nos dejemos llevar por la impresión que atribuiría a una carencia ontológica la falta de inteligencia del pueblo, sino que miremos mas de cerca los fenómenos sociales. Lo que cuenta para la supervivencia de la relación política, para que se visualice su eficacia, es el resultado de las acciones, lo que permite renovar o revocar la confianza de la mayoría del vulgo –son términos de Maquiavelo, no míos, propios de su época–. Ese es el éxito de la marcha convocada para apoyar a Zeferino al gobierno del estado, pese a la descarada y poco institucional anticampaña de Alberto López Rosas. Su desorden y lo caótico de la manifestación, se explican por la espontaneidad de la sociedad para tomar la calle y apoyar una propuesta que va mas allá del PRD y de la izquierda. Y esto es la atipicidad de la marcha.

Desde la óptica que nos abre Maquiavelo, los acontecimientos sociales no podrían ser malhechores que dificultan continuamente la realización de un orden natural, por lo que el autor del El Príncipe reconoce la necesidad de los tumultos (el término también es de él), no los rechaza, los considera primordiales. “Ceder a esa ocurrencia hubiera comprometido aquello que hizo grande a la república romana, habría cerrado el camino para poder llegar a aquella grandeza que alcanzó, de modo que quitando a Roma la causa de los tumultos, se quitaba también la de su engrandecimiento”, escribió el florentino. Por otra parte, desdeñar las concentraciones es negar la naturaleza del PRD, su origen de masas, su reencuentro con la historia y con ello, con la izquierda mexicana.

Es cierto, el pasado debe ser administrado y ordenado por el historiador pero sin torcer la realidad. En el acuerdo del Consejo Estatal del PRD, el domingo pasado, se plasma la necesidad de una candidatura de unidad, haciendo suyo el compromiso político de los Comités Nacional y Estatal, firmado el 9 de junio por las dirigencias correspondientes, en el sentido de privilegiar el acuerdo político para alcanzar una candidatura de unidad. Para ello, la encuesta, si bien será indicativa, es una herramienta para la construcción del acuerdo político. Y esto no es una desconfianza hacia la población, temor a las urnas, ni un adelanto de lo que sería un gobierno zeferinista, como usted dice. ¿Quién más conoce la composición del Consejo Estatal del PRD que los propios perredistas? Siendo así peca de ingenuidad quien sostenga que un solo consejero estatal haya llegado por Zeferino; sin embargo, la inmensa mayoría votó a favor de la incorporación del acuerdo político para no llegar a la jornada electoral constitucional fracturados.

La interpretación que usted hace al llamado de Zeferino para alcanzar una unidad como una manifestación de autoritarismo, o invitación a la rendición del adversario, o a su particular concepción del “instinto de clase” de Zeferino, sinceramente no merecen largos comentarios señor Aguilar. Con esta aberración sociológica, destruidos los muros de Berlín y la Checoslovaquia de Masaryk, Václav Havel jamás hubiese sido el continuador de la memoria de la República democrática checa. “En verdad que tengo orígenes burgueses”, decía Havel. “Se podría decir, inclusive, que he nacido en la alta burguesía” solía recordarnos en su retrato familiar y político, como un efecto de “readaptación social”, mérito mayor a su disidencia pública y las razones éticas que lo hicieron enfrentar al sistema.

El PRD debe alcanzar una candidatura de unidad, sin abandonar principios, programas y sobre todo, compromisos con la sociedad. Cierto. Pero la unidad no debe ser un reparto de cargos públicos o de representaciones populares que sólo descomponen la vida política y los mejores deseos de gobernar con transparencia y honestidad. Si no ceder a esos chantajes es autoritarismo de Zeferino, cual lector de Diógenes, me quedo con los apuntes de Maquiavelo, el siempre citable: “César Borgia era considerado cruel, pese a lo cual fue su crueldad la que impuso el orden en la Romaña, la que logró su unión y la que la volvió a la paz y a la fe”.

En cuanto a su posdata, señor Aguilar, puede estar seguro que los recursos utilizados en la marcha por La Esperanza, el Trabajo y la Unidad, no salieron de Casa Guerrero, como “expertos en la materia” afirman, que drenan para el candidato de su preferencia.