EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Censura en Periscope

Raymundo Riva Palacio

Marzo 18, 2016

Por alguna extraña razón, en los rincones de las cavernícolas mentes de algunos distinguidos miembros de la clase política mexicana, existe la disposición para censurar las redes sociales. Lo detonó Periscope –una herramienta para transmitir audio y video en tiempo real– por parte de un funcionario en la ciudad de México que la usó para denunciar socialmente a un empresario cuyos escoltas estaban violando la ley. Sus guardias blancas lo insultaron y golpearon, pero la consecuencia no fue una acción legal en contra de los guardaespaldas y su patrón, sino la discusión de si Periscope podía ser utilizado en ese tipo de situaciones. ¡Vaya discusión bizantina! En lugar de la sanción moral contra los atacantes del funcionario, mejor se pusieron a analizar cómo censurar las redes sociales.
La discusión sobre la vulnerabilidad de la libertad de expresión nunca tomó cuerpo, pero las tentaciones autoritarias volaron –incluso con la certeza de quien esto escribe que muchas de estas almas retrógradas ni siquiera se percatan de los peligros–, que llevó a un grupo de legisladores del PAN a preparar una iniciativa de ley para la regulación de Periscope, y a la afirmación del presidente del Instituto de Acceso a la Información del Distrito Federal, de que tiene que haber un protocolo que impida a los funcionarios usar en tiempo real esa herramienta. ¿Cuál es la racional de tales lances de creatividad gorila? A saber, salvo que no se debe olvidar que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.
Existe una profunda confusión sobre el concepto de libertad y las libertades, así como de las responsabilidades públicas y sociales. Hace algunos años hubo grandes manifestaciones en Nápoles, donde la camorra protestaba abiertamente contra la policía italiana por renovar su flota de lanchas, por lo que la velocidad de las nuevas naves les impedía seguir contrabandeando. En estos días, la discusión sobre cómo impedir que los funcionarios públicos utilicen Periscope, se asemeja a aquél episodio en las cosas del Mediterráneo, salvo que allá la policía ignoró a los mafiosos y la prensa los denunció, mientras que aquí los políticos quieren sancionar a los políticos, la prensa mantiene una distancia irresponsable, y la sociedad se regodea escatológicamente en las redes sociales. Deben pensar que la censura se puede acotar, sin entender que la larga lucha por las libertades trajo a muchos hostigamientos y represalias. Debe condenarse a aquellos improvisados sin conciencia ni memoria que vean en la regulación de Periscope la coronación de su oportunismo efímero.
En un texto seminal para la conservadora Fundación Heritage sobre la corrección política, que ahora nos empapa como la norma que debe guiar nuestro futuro y llevarnos al destino añorado, el profesor de Harvard, Harvey Mansfield, escribió en 1991: “La libertad de expresión es algo necesariamente asociado con la razón; es ofrecer una opinión que contiene una razón. Cuando se da una razón, se establecen puntos en común para convencer o persuadir a alguien. No es una imposición. Por tanto, la libertad de expresión posibilita un gobierno democrático”.
El alegato de la clase política para regular Periscope, es que no afecta a la sociedad en su conjunto, sino que busca únicamente regular su uso para los funcionarios públicos. ¿Qué significa eso? Que no abusen, argumentan, como si no existieran disposiciones legales que permiten enfrentar ese tipo de excesos. En cambio, nadie se acordó que a quienes el funcionario de la Delegación Miguel Hidalgo tomó en su dispositivo y mostró en tiempo real sus violaciones a la ley, lo insultaron, lo golpearon, tras lo cual se quejaron de que les violaron sus derechos y la clase política, borrando con su soslayamiento los términos y las definiciones de lo público y lo privado, respaldaron a los delincuentes y castigaron a quienes buscan métodos de inhibición como un recurso para la sanción moral. Vergüenza debía darles a quienes han tomado la iniciativa de censurar Periscope, y abrirle la puerta a los demonios autoritarios que merodean desde hace unos meses como buitres sobre la sociedad mexicana.
Periscope es parte de todas las herramientras que la nueva tecnología ha puesto a disposición de la gente. Se le llaman medios sociales, cuya definición es que han democratizado el contenido y el entendimiento que la sociedad tiene en el proceso de diseminar y consumir la información, así como en la forma de crear y compartirla para que otros participen. Los medios sociales rompieron con la verticalidad de quienes detentaban el control de la información y la volvieron horizontal, transversal. Se acabó el monopolio del acopio, filtro, proceso y diseminación de la información para llevarla al terreno del acceso de todos y en la forma, tiempo y espacio que lo desee.
Es cierto que hay abusos en las redes sociales, y que muchas veces el discurso del odio predomina en las discusiones. Pero como el presidente Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de Estados Unidos escribió en 1787 sobre los abusos de la prensa, es mejor enfrentar sus mentiras y sus groseros chismes que pueden engañar y confundir a la gente que vivir sin un mercado de ideas. No se puede permitir que una clase política pigmea cierre las puertas de la libertad y que coloque a México en el mismo nivel que Venezuela, Cuba, Corea del Norte, China o Turquía, por mencionar sólo algunos de los compañeros de viaje con los que estos políticos confundidos nos quieren meter en la cama.

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