EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Che, un ser humano excepcional

Rogelio Ortega Martínez

Octubre 09, 2017

“No porque hayas caído tu luz es menos alta…”.
Nicolás Guillén.

Acuérdense, mis estimados cuatro lectores, que este 8 de octubre, hace 50 años en la Quebrada del Yuro, el ejército boliviano detuvo con vida a un ser humano excepcional, herido en combate desigual y sin ninguna condición de defensa luego de cubrir la retirada de sus compañeros guerrilleros, a costa de su vida. Abatido ya, fue trasladado a la escuela del Camiri, y ahí, en la madrugada del 9 de octubre de 1967, le quitaron la vida, mutilaron su cuerpo y enviaron sus manos a Cuba para acentuar el dolor de Fidel y el de su noble pueblo que acogió al Che e hizo de él su héroe viviente.
Su cuerpo cercenado fue escondido y sepultado en un lugar desconocido. Con el tiempo, el periodista Chico Díaz, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile (MIR), obstinado en su búsqueda, puso en marcha la Operación Carlota y localizó la fosa clandestina donde escondieron su cuerpo, en las inmediaciones del aeropuerto de La Paz, Bolivia. Luego, sus restos fueron exhumados y trasladados a Cuba.
Hoy el Che reposa para siempre en Santa Clara. Sobre su sepulcro fue erigida una escultura de bronce que se eleva al cielo con la grandeza de su espíritu y su sabia obsesión de construir el socialismo y el hombre nuevo, una nueva humanidad sustentada en fuertes principios y valores éticos de solidaridad, armonía, desarrollo sustentable, honestidad, equidad, igualdad, inclusión, justicia y paz; constructora de abundantes bienes, pero despojada de la codicia e incentivos materiales y beneficios personales. Su imagen se agigantó después de su muerte y hoy es el ícono más popular y el mayor emblema de todas las luchas reivindicativas en el planeta. No hay ninguna generación de jóvenes que no lo aclame y se reconozcan en él, no hay país del mundo en el que no se encuentre su imagen y se levanten en estandartes polícromos y rojinegros sus ideales y su ejemplo de rebeldía, disciplina férrea, brillante inteligencia y valor a toda prueba.
Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como El Che, nació en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, y de vivir habría cumplido este 7 de octubre 89 años, tres meses y veintitrés días. A cincuenta años hoy, después de su muerte: vive.
Vivió intensamente y de forma compulsiva como buscando siempre la muerte. Así lo decía al afirmar su disposición de entregar y derramar su sangre por cualquier país de América Latina, su patria grande. Y así lo hizo desde que realizó su viaje en motocicleta, para luego emprender otro por prolongados caminos y senderos escabrosos, por serranías, selvas, pantanos y montes páramos, para hacer una larga y azarosa travesía por todo el planeta con su fusil justiciero al hombro, como cruz a cuestas y con sus enfundadas botas guerrilleras como sandalias nazarenas,  para prolongar sus ideales y su ejemplo, y lo logró.
Hoy, pongamos donde quiera que estemos una luz y una flor en nuestros corazones para iluminarlo en su grandeza, para tributar a su vida de excepcional entrega, para seguir contando sus hazañas y proezas.