EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Cómo cayó Duarte (y II)

Raymundo Riva Palacio

Noviembre 01, 2016

Javier Duarte estaba feliz. Las amarguras después de la elección del 5 de junio habían quedado superadas. Dos meses antes de solicitar licencia como gobernador de Veracruz, platicó con el presidente Enrique Peña Nieto, quien le dijo que no se preocupara porque todo el escándalo de corrupción era un tema de medios. Fue el mismo diagnóstico que hicieron en Los Pinos cuando la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, cuando pescaron al director de Conagua, David Korenfeld, usando como taxi el helicóptero de la institución, o como cuando estalló el escándalo de la casa blanca: todo es un problema de medios. Gradualmente, Peña Nieto mostró haber aprendido de aquellos errores, pero Duarte no lo vio. Por eso se echaba para delante y afirmaba que nada malo había hecho y que no renunciaría, y tan contundente en privado al afirmar que él no había firmado nada, por lo que nada malo llevaría a él.
La realidad es que el apoyo del Presidente a Duarte en agosto, cambió en septiembre. Funcionarios de la Presidencia y la Secretaría de Gobernación hablaron con varios gobernadores para sensibilizarlos sobre acciones penales que pensaban emprender contra Duarte y otros gobernadores y ex gobernadores, como César Duarte de Chihuahua, Roberto Borge de Quintana Roo, y Guillermo Padrés de Sonora, y buscar su apoyo sin generar críticas sobre una cacería de brujas. Así, el 21 de septiembre la PGR anunció que atraería las denuncias interpuestas por el gobernador electo de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, en contra de Duarte, quien reaccionó presentándose en Los Pinos sin cita para tener una audiencia con el Presidente dos días después.
Duarte fue maltratado ese día en Los Pinos y buscó el apoyo del coordinador del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, quien era junto con el diputado Enrique Jackson, su asesor político, pero no llevó a nada. El Presidente le había ordenado a la entonces procuradora Arely Gómez que comenzara a vigilar a Duarte, aunque esa tarea recayó en el Cisen, que emitió una alerta migratoria para evitar que saliera del país. Duarte no estaba al tanto de todo esto, y seguía pensando que el Presidente lo respaldaba. Por eso, cuando el martes 11 de octubre recibió una llamada telefónica de que el Presidente lo esperaba en Los Pinos, “viajó muy contento”, según una persona que lo vio ese día.
Sin embargo, recordó el cercano a Duarte, “cuando llegó a la Ciudad de México supo que no lo vería a él sino a (Miguel Ángel) Osorio Chong”. De acuerdo con personas que platicaron con él sobre lo hablado, el secretario de Gobernación le confió que tenían un amplio expediente de corruptelas de Yunes y que no iba a tomar posesión como gobernador porque lo iban a hacer público. Para ello, Duarte contó a sus cercanos, Osorio Chong le dijo que para que pudieran proceder contra Yunes, tenía que solicitar licencia al día siguiente. Quiso argumentar en contra de ese paso, pero no había marcha atrás. Al día siguiente, le instruyó, daría una entrevista a Carlos Loret en su programa matutino en Televisa, donde anunciaría su decisión.
Duarte salió de las oficinas alternas de Osorio Chong en Polanco y se fue a su departamento, registrado a nombre de su amigo de la universidad y socio en los negocios en Veracruz, Moisés Manzur, en la elegante calle de Campos Elíseos en esa misma zona. A las seis y media de la mañana del 12 de octubre llegó a Televisa donde comenzó la entrevista con Loret media hora después. Salió rumbo a Toluca, donde tomó un avión para Xalapa y preparar la licencia. “Estaba muy contento”, recuerda una persona que lo vio. “Estaba muy tranquilo y relajado. Dos días después estaba jugando golf en la casa que rentaba en el Club de Golf de Xalapa cuando al mediodía llegaron sus abogados”. El principal, Guillermo Barradas, formado en el despacho de los panistas Fernando Gómez Mont y Julio Esponda, le dijo que su situación judicial era grave y que la PGR gestionaba una orden de aprehensión en su contra.
Duarte decidió desaparecer del ojo público. Se escondió en la cajuela del automóvil de una prima de su esposa, Karime Macías, para escabullirse hasta el aeropuerto de Xalapa. De acuerdo con las investigaciones, voló en el helicóptero de la Fiscalía de Veracruz a Coatzacoalcos el mismo 14 de octubre. Cuatro días después, Yunes denunció que se había escapado en un helicóptero del gobierno, que negó el gobernador interino Flavino Ríos. Las autoridades, sin embargo, interrogaron a los pilotos del helicóptero, quienes les confirmaron que habían transportado a Duarte, e identificaron a Barradas como su acompañante.
Ese fue el momento de la hecatombe. “Después de la plática con el Presidente, estaba seguro que no le iban a hacer nada”, dijo una de las personas que hablaban con él. Inclusive, en vísperas de hablar con Osorio Chong, Duarte estuvo en el rancho El Faunito en Fortín de las Flores junto con su arquitecto, para revisar las cascadas que había pedido construyeran en la instalación. El rancho fue asegurado por la PGR el 22 de octubre, y cuando los agentes llegaron junto con la Marina, observaron que nada se había movido. Estaban colgados los cuadros, todo en su lugar sin alteración, incluidas las decenas de botellas en la cava con vinos de 100 mil pesos. Peña Nieto le había volteado la espalda.

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