EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Corrupción por la izquierda

Raymundo Riva Palacio

Julio 07, 2005

 

ESTRICTAMENTE PERSONAL

 

 

BUENOS AIRES.—Lula, quien inundó el imaginario colectivo de la izquierda latinoamericana al conquistar la Presidencia de Brasil, lleva dos meses sumido en la peor crisis de su gobierno y de su partido, el de los Trabajadores (PT), ocasionada por la debilidad menos esperada en su administración: la corrupción. En estos 60 días, su superasesor y cerebro político José Dirceu, el secretario general y el tesorero del PT, así como directores de empresas estatales fueron cesados u obligados a renunciar al verse involucrados en este escándalo que tiene acorralado a Lula y abre la posibilidad de que él también se vaya casi a la mitad de su gestión.

Luis Inazio da Silva, cuyo sobrenombre Lula pasó a ser nombre doméstico, pasó rápidamente de ser la estrella latinoamericana del nuevo siglo, a un presidente exhibido públicamente ya no como la revelación política de las potencias emergentes, sino como uno más de esos tantos líderes cuyo talento se desmorona al revelarse construido sobre la ilegalidad. El escándalo en el que se haya envuelto estalló cuando el presidente del Partido Laborista y diputado Roberto Jefferson, un aliado en la coalición que llevó al poder a Lula, se defendió públicamente tras ser exhibido en unos videos publicados por la prensa donde aparecía corrompiendo al director de Correos. Jefferson trató de lavar su imagen afirmando que había una mafia dentro del gobierno de Lula que dirigió durante los dos primeros años de su gobierno una red de sobornos parlamentarios donde Dirceu pagaba 12 mil dólares mensuales a diputados de la oposición para que aprobaran las iniciativas de ley del gobierno.

Los pagos se hicieron a través de los líderes del PT mediante un famoso                           publicista cuya firma recibió contratos millonarios de empresas públicas. Esta crisis tiene conmocionado al país y desató una lucha por el control del partido de gobierno de la nación más poderosa de América Latina. En esta puja, la izquierda está tratando de reposicionarse, luego que Lula los hizo a un lado al llegar al poder. Lula, un obrero metalúrgico que cursó hasta el tercer año de primaria y que luchó en cuatro ocasiones por la Presidencia de Brasil, dejó de ser una preocupación para los capitales trasnacionales y locales que veían con alarma que sus orígenes y su coalición fueran una amenaza para sus intereses. Fue todo lo contrario, abandonando desde un principio los postulados sociales y logrando las reformas estructurales que deseaba el sector privado. La izquierda se sintió traicionada por la derechización de su dirigente y la coalición que lo llevó al poder se desmanteló, pero los grandes capitales lo alabaron. El PT, que combatió al neoliberalismo incluso hasta a golpes en la Cámara de Diputados, se convirtió en gran defensor del modelo. Como declaró Jefferson, “el PT no tiene un proyecto político, sino de poder”.

Lula y Brasil, no obstante, tienen espejos similares en forma y fondo con otros gobiernos latinoamericanos de izquierda. Aquí, el presidente Néstor Kirchner tiene abiertas diversas causas judiciales por transferencia de fondos al exterior, por enriquecimiento inexplicable, y porque sus ingresos no corresponden con lo que ha declarado, como terrateniente en una provincia del sur que gobernaba cuando se hizo de propiedades que pertenecían a la dictadura o a los desaparecidos de aquella infame época. Asimismo, la gran mayoría de los miembros del Senado y la Cámara de Diputados tienen procesos abiertos por corrupción, y desde el gobierno de Fernando de la Rúa hasta el de Kirchner, existen denuncias ante los tribunales porque legisladores de la oposición presuntamente recibieron sobornos por apoyar las reformas fiscales y de pensiones. Kirchner enarboló las banderas de la izquierda para legitimarse, ocultando su pasado y tejiendo una enorme opacidad en su gobierno, al grado de mantener secretas las privatizaciones argentinas.

En Venezuela, un general que intentó fallidamente un golpe de Estado hace años, Hugo Chávez, se ha convertido en un símbolo de lucha progresista. Con el control parlamentario ha modificado las leyes a su antojo, y cuando la Corte empezó a acotarlo, la Asamblea Nacional aumentó el número de magistrados con lo cual Chávez obtuvo la mayoría con jueces incondicionales a él. A quienes promovieron y tomaron parte en un referéndum para decidir si Chávez seguía o no en el poder, fueron víctimas de una persecución política, ya fuera mediante la cesantía de sus trabajos en el sector público, o de negarles el acceso a la salud, educación, préstamos hipotecarios o becas escolares. Sus políticas populistas han ocasionado que en los seis últimos años la pobreza alcance a dos de cada tres venezolanos, con una tasa de desempleo abierto de 13.5% (la ocupación informal llega al 48.5%), una inflación anual de 19.2% y una caída del PIB de 11%. El sostén económico de Venezuela es el petróleo, donde también comenzaron sus problemas por acusaciones desde el interior de la empresa por corrupción que Chávez resolvió despidiendo a sus directores.

Los casos latinoamericanos son pertinentes para México, donde Andrés Manuel López Obrador galvaniza las expectativas de la izquierda para alcanzar por el PRD la Presidencia en 2006. Se parece a Lula en la retórica antineoliberal y su praxis totalmente neoliberal; con Kirchner se asemeja en su oscuro pasado, la opacidad impuesta en el gobierno del Distrito Federal y en las sospechas de corrupción sobre su administración; con Chávez lo une el discurso populista y las políticas económicas que disfrazadas de sociales tendrán un impacto negativo sobre las clases menos favorecidas en el mediano plazo. La parte buena es que López Obrador aún no es Presidente y los sectores de izquierda y liberales que hoy lo apoyan pueden construir todavía candados y fronteras para que, en caso de ganar la elección, no se dieran las sorpresas o traiciones que han desacreditado a la izquierda unos políticos que rápidamente le dieron la espalda y cancelaron auténticos proyectos de nación.

 

 

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