EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Cuando un amigo se va

Rosa María Gómez Savedra

Mayo 27, 2020

La última vez que escuché esta canción interpretada por Alberto Cortez, estaba con Arturo Gallegos y otros compañeros y compañeras en la colonia Mártires del 68, en el velorio de nuestro compañero Octaviano Santiago Dionicio en agosto de 2012. La cantaba un trío contratado por el entonces secretario de Salud Lázaro Mazón Alonso. La tristeza que nos embargaba por la muerte de un compañero tan querido como Octaviano, nos hacía preguntarnos quién de nosotros seguiría; quién de nosotros de una generación que la vida nos unió por la convicción de una transformación social a través de la revolución.
Durante la niñez pensamos que nuestra vida se desarrollará en torno a nuestra familia y sus amistades, pero cuando vamos creciendo tomamos decisiones muy distintas a las que idílicamente nuestros padres tienen para nosotros, y establecemos caminos diferentes a los que pensamos mientras somos hijas o hijos de familia.
La participación política en el movimiento universitario en 1978 pidiendo primero la presentación de Octaviano Santiago por su arbitraria detención y desaparición en el estado de Querétaro y después su libertad, me hizo visitar la cárcel ubicada en Hogar Moderno. Estaba embarazada de mi primera hija, fui comisionada al igual que otros compañeros de la Unión Estudiantil Guerrerense, organización universitaria a la cual pertenecíamos, para visitar al compañero cuando fuera presentado. Ahí conocí a Arturo Gallegos Nájera y a Juan Islas Martínez, quienes se encontraban recluidos en el Penal No 1 detenidos desde 1974 por su militancia en la organización en las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) fundada por Carmelo Cortés.
Además de Arturo Gallegos y Juan Islas, la vinculación de Octaviano con los universitarios nos permitió conocer a otro preso político, Aquilino Lorenzo Ávila, y un año más tarde a Juan García Costilla; todos ellos conformaban el grupo de presos políticos de Acapulco.
Las visitas de cada jueves o domingo al Penal 1 formaron parte de nuestra cotidianidad, ya sea para llevar a compañeros de otros estados que deseaban visitarlos o que nos dieran algún comunicado para darle lectura en alguna movilización, y con ello hacerlos presentes permanentemente en la lucha universitaria.
¡Presos políticos libertad! ¡Amnistía general!, serían las consignas y demandas de cada movilización o marcha en la exigencia de subsidio para la UAG de aquellos días.
El traslado de Arturo Gallegos y Juan Islas a la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla en la Ciudad de México nos hizo estar días y noches afuera del Penal No. 1 exigiendo su regreso.
No volví a ver a Arturo hasta que obtuvo su libertad con la amnistía de 1982 y su incorporación a la UAG a una plaza de bibliotecario de la Preparatoria 27, institución donde yo laboraba.
Con Arturo no siempre tuvimos la misma posición política ni fuera ni adentro de la universidad, pero siempre fue muy respetuoso con aquellos que no convergieran con él, conmigo particularmente siempre anteponía los recuerdos de antaño que nos unían.
Nuestra relación de amistad se fortaleció con las actividades realizadas como presidente y miembro de la Asociación Nacional de Luchadores Sociales, y participé en las actividades a las que me invitaba de esa organización para el rescate de la Memoria Histórica.
Gracias a él y a Alejandra Cárdenas conocí a las compañeras que realizaron un Encuentro de Mujeres ex guerrilleras, cuyos testimonios permitieron la formación de una agrupación donde confluyeron las mujeres que habían sobrevivido al periodo de la Guerra Sucia y recuperar desde una perspectiva feminista la historia no sólo de las sobrevivientes, sino de aquellas que siguen en calidad de detenidas-desaparecidas.
Con este grupo de compañeras realizamos en 2008 el Primer Encuentro Estatal de Mujeres en Lucha por los Derechos Humanos en Atoyac de Álvarez. La convocatoria se realizó desde la Secretaria de la Mujer, de la que yo en ese momento era titular, y se hizo a todas las mujeres familiares de desaparecidos políticos del municipio.
La participación de Arturo y otros compañeros luchadores sociales fue muy significativa, él me decía “no soy feminista, pero respeto y apoyo todo lo que hacen ustedes, compañeras de lucha”.
Ese era Arturo, respetuoso y solidario, y así transitó en la Comisión de la Verdad, así nos unieron los actos de aniversario luctuoso de Octaviano que realizaban sus familiares año con año. Ahí nos encontrábamos para recordar a quienes se nos habían adelantado. Ahora tú te fuiste querido amigo, queda un espacio vacío y con el duelo de tu partida sólo me queda decirte: ¡Hasta siempre Arturo! ¡Hasta la victoria!