Margarita Warnholtz
Agosto 05, 2016
El próximo martes 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Esta celebración la inventó la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en 1994. La fecha corresponde al día en que se realizó la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, en 1982. Es decir, algo así como la fecha en que la ONU aceptó o se dio cuenta de que había indígenas en el planeta.
Según este organismo internacional, los pueblos indígenas son “los descendientes de los habitantes originales de un país o región geográfica en el momento en que llegaron pueblos de diferentes culturas u orígenes étnicos” que se convirtieron en grupos dominantes mediante la conquista u otras vías. Es decir, aquellos que fueron conquistados, despojados, esclavizados, masacrados, etc. por otros que llegaron de fuera.
Algunos documentos de la ONU afirman que hay población indígena en 70 países y otros, de la misma ONU, dicen que en 90. En lo que coinciden todas las fuentes de Naciones Unidas es que son alrededor de 370 millones de personas indígenas distribuidas en 5 mil grupos distintos que hablan más o menos el mismo número de idiomas. Estas cifras son casi tan poco creíbles como las últimas del Inegi sobre la pobreza, pero son las únicas que hay. Los expertos en el tema afirman que son muchos más, pues hay diversos criterios para contabilizarlos e incluso en algunos países no son considerados en los censos.
Según los censos oficiales, en Latinoamérica hay 29 millones de indígenas, pero el Fondo Indígena para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe considera que son 50 millones. En México, según el INEGI hay alrededor de 15 millones 700 mil indígenas (distribuidos en 62 pueblos), es decir, casi el 15% de la población nacional.
Como sea, los indígenas son por lo menos el 5% de la población mundial y en todo el mundo, aun en los países desarrollados, son los más marginados y continúan siendo despojados, atacados y explotados. Según la ONU, representan el 15% de los más pobres. En un principio fueron los conquistadores, que llegaban de países lejanos y los dominaban, actualmente son las empresas trasnacionales, que también llegan de países lejanos a ocupar sus territorios. El principal enemigo común de estos pueblos son las industrias extractivas, aquellas que por sacar oro y demás minerales acaban con poblaciones y con tierras fértiles.
Los sami de Noruega están peleando contra un proyecto minero y el depósito de residuos de una mina de cobre en su territorio, que entre otras cosas afecta su actividad tradicional principal, que es el pastoreo de renos. En Filipinas, 17 mil tumandok están siendo afectados por la construcción de una presa, y la minería a cielo abierto está acabando con las tierras de otros grupos. En Australia, la expectativa de vida de los 670 mil indígenas que habitan en ese país, es 17 años menor que la del resto de los australianos (datos del Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas). En Estados Unidos, los índices de pobreza de los pueblos originarios son dos veces mayores que los del resto de la población. En Honduras, en lo que va del año, han asesinado a tres dirigentes indígenas que luchaban por el respeto a su territorio y contra una presa hidroeléctrica (Berta Cáceres, Tomás García y Lesbia Janeth Urquía). En México ocho de cada 10 indígenas son pobres, hay más de 30 conflictos mineros y nos siguen faltando 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, la mayoría de ellos indígenas.
Los anteriores son solamente unos cuantos ejemplos de los miles de casos de abusos que hay en el mundo contra la población indígena, la lista es interminable y no hay país que se salve.
Eso sí, tienen su día internacional. Uno más de esos días conmemorativos que no sirven para nada.