Jorge Camacho Peñaloza
Junio 17, 2016
La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve. Martin Luther King.
Sin duda alguna el magisterio es uno de los principales actores del sistema educativo en el país, su papel ha marcado la historia de México a lo largo de los años y su trabajo, su lucha y su participación a todos nos compete y afecta.
Invariablemente nuestra sociedad ha reconocido y apreciado el invaluable actuar de sus profesores; al profesor y a la profesora en México, se le ha respetado y se le ha dado siempre un lugar muy especial.
Nuestros profesores significan para los mexicanos y mexicanas, ser los artífices de todos nuestros logros académicos y los motores principales de todos los talentos y habilidades que hemos logrado desde que somos pequeños.
Fueron nuestras queridas profesoras y profesores quienes nos enseñaron a dibujar nuestras primeras letras, números y figuras geométricas, a recitar a Nervo o Neruda, a formarnos en filas al escuchar la Marcha de Zacatecas, a bailar nuestras primeras coreografías y a un sinfín no sólo de manualidades y artes, sino de temas y subtemas de todas las áreas del conocimiento.
Cómo es qué podemos desvirtuar tan entrañables recuerdos y dejar de agradecer a todas ellas y ellos semejantes hazañas y sobre todo, no podemos dejar de reconocer que han sido la fuente principal de conocimientos y virtudes dedicadas a motivar las cortas vidas de miles y miles de niñas y niños en México; al parecer no cabrían las posibilidades para que eso pudiera suceder.
Sin embargo, tampoco olvidar que esas queridas profesoras y profesores sembraron en nosotros las semillas de la conciencia ciudadana, del amor a la patria, del respeto al prójimo, el civismo, la tolerancia, el pensamiento crítico, a la búsqueda interminable de la justicia, la legalidad y por supuesto, anteponer la concordia y la paz social.
Así que han generado hombres y mujeres capaces de exigir y luchar porque los más altos ideales de la ética, la moral, los valores, la justicia y la paz sean los móviles de nuestra sociedad y de ninguna manera podemos entonces cuando menos sugerir, que la cultura de la legalidad ha pasado de moda o que es cosa menor y menos aún que sean nuestros admirados profesores y profesoras los orquestadores de zafarranchos, desórdenes, que sean ellos o ellas los que promuevan de alguna manera el quebrantamiento a los derechos de terceros o agredan el buen ánimo de todos los ciudadanos.
Los maestros nos enseñaron en las aulas a luchar contra la violencia y a que la comunicación y el respeto, son las únicas vías para lograr la paz social.
Es hora que nuestros maestras y maestros recuerden todos esos elevados ideales y nos pongan una vez más, el excelente ejemplo que siempre nos dieron.
En lo particular, los guerrerenses tenemos la esperanza de que sean nuestros maestros los que vuelvan a las aulas a desempeñar sus grandes capacidades para dar continuidad a la formación de nuestra niñez y cumplan con el importante e insustituible cometido que les hemos confiado.
Tenemos fe y esperanza en que nuestras profesoras retomen las riendas de la educación y nos devuelvan las magistrales lecciones contra la violencia y cómo la preparación, el trabajo, la paz, la tolerancia, el entendimiento y la comunicación asertiva son las únicas armas para resolver los problemas de nuestro estado.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A todos los maestros y maestras que sus alumnos los están extrañando y esperando para que desde el aula de clases, les impartan las lecciones dedicadas a cómo ser mejores ciudadanos.