EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

El Chapo vence a Peña Nieto

Raymundo Riva Palacio

Marzo 07, 2016

El viernes apareció en el portal del periódico inglés The Guardian una entrevista con Rosa Isela Guzmán Ortiz, identificada como la hija de Joaquín El Chapo Guzmán. Sus palabras, en un sitio que tiene 120 millones de usuarios únicos en el mundo, provocaron el impacto internacional, buscado quizás, pero esperado con seguridad. Los dichos de la señora Guzmán Ortiz fueron tomados por la opinión pública como verdad: que sí era su hija y que fue traicionado por su socio en el Cártel del Pacífico y por los políticos a los que les dio dinero para sus campañas. La cereza de una estrategia de dos semanas de la familia y abogados del criminal en los medios de comunicación, quedó colocada como dardo en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto que, al no reaccionar, quedó arrollado por el tsunami mediático.
La cruzada propagandística comenzó con una entrevista el 21 de febrero en Telemundo, la segunda cadena de televisión hispana en Estados Unidos, con Emma Coronel, la madre de sus dos hijas gemelas, donde las preguntas fueron amables y cero inquisitivas, y contó cómo la conquistó y la enamoró. Ese mismo día se reprodujo la entrevista en el periódico Los Angeles Times, que pintó la cara del criminal con rasgos de una persona amorosa y dedicada, y que colocó el primer piso en la escalada de la propaganda: están torturando al criminal en la cárcel.
El miércoles 24, el abogado de Guzmán, José Refugio Rodríguez, inyectó en los medios electrónicos e impresos el spin –un término que se utiliza para describir la propaganda y una manipulación informativa– que la tortura contra su cliente ponía en peligro su vida, por lo que iban a buscar una negociación con el gobierno de Estados Unidos para una extradición pactada. En la mayoría de los medios se incubó la certeza de que, en efecto, las autoridades federales violaban los derechos humanos de Guzmán, aunque en prácticamente en ninguno se matizó el derecho constitucional para conculcar garantías de un criminal de alta peligrosidad y sí, en cambio, se descalificó el rechazo del gobierno a las imputaciones.
La palabra del abogado tomó vuelo durante una semana y media, hasta el viernes 4 de marzo, cuando la entrevista con la señora Guzmán Ortiz abrió nuevas rutas en la conversación pública sobre El Chapo. En la versión en español de la entrevista que publicó The Guardian, hizo una serie de “explosivas revelaciones” –como definió The Washington Post–: en medio de la cacería contra él por parte de unidades de élite de la Marina desde el 4 de octubre del año pasado en la sierra de Durango, Guzmán se les escabulló dos veces para entrar subrepticiamente a Estados Unidos y visitarla en California, ayudado por funcionarios corruptos; políticos mexicanos de dos gobiernos (Vicente Fox y Enrique Peña Nieto) aceptaron dinero para ayudarlo a escapar de Puente Grande en 2001 y el Altiplano en 2015; su padre, que había planeado pasar las riendas del Cártel a su hijo Iván Archivaldo, fue traicionado por Ismael El Mayo Zambada.
Los corresponsales de The Guardian tomaron como ciertos los dichos de la señora Guzmán Ortiz, aunque en algunos casos dejaron entrever sus dudas sobre cómo sucedieron algunas de las cosas que les contó. Por ejemplo, cuando afirmó que su supuesto padre la visitó en medio de la persecución para atraparlo. ¿Cómo fue eso? “Lo mismo me pregunto yo –les respondió–, créanme”. La afirmación choca por completo contra el sentido común: Si se fue no una, sino dos veces a Estados Unidos, ¿por qué regresó al mismo sitio donde lo estaban persiguiendo? Si tenía la protección de los políticos, ¿por qué se arriesgaron a que regresara a México y los delatara? En términos de la operación en su contra, nadie recordó que mientras la Marina operaba en lo alto de la sierra, el Ejército y la Policía Federal habían sellado la cordillera. Los comandos de la Marina, de hecho, le abrieron una senda para que saliera hacia Los Mochis, donde, calculaban, podrían detenerlo con un menor costo de sangre –como fue.
Otra de las “explosivas revelaciones”, pero por las razones contrarias a como las escribió el Post, se refiere a la admisión de la supuesta hija de El Chapo que es narcotraficante, y que pensaba dejar el control del Cártel del Pacífico a su hijo Iván, lo que provocó, sugirió, la traición de su compadre y viejo socio Zambada. La señora Guzmán Ortiz, según los corresponsales, reconoció lo que su presunto padre siempre ha negado: que sea narcotraficante. En las declaraciones ministeriales que ha rendido hasta la fecha, se declara “campesino”, y no existe proceso en su contra por narcotráfico. Zambada, por otra parte, no ha sido subordinado de El Chapo, sino jefe del Cártel durante más de 15 años, no Guzmán, que sí se mantuvo en la estructura de dirección, de acuerdo con las investigaciones federales en México y Estados Unidos, pero no al mando de toda la organización. Su hijo Iván, según funcionarios federales, maneja el narcomenudeo en Sinaloa; no más.
La señora Guzmán Ortiz nunca aportó ninguna documentación para probar nada, salvo documentación para demostrarle a los corresponsales que es hija de El Chapo, pero sus dichos fueron tomados en el mundo como ciertos. El gobierno mexicano guardó silencio, profundizando la falta de consenso que tiene. En 15 días, tres voces lo aplastaron. Ya entendimos: no han entendido nada.
Mañana: La propaganda de El Chapo
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