EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

El Comandante Águila

Raymundo Riva Palacio

Diciembre 11, 2015

A cuatro meses de la segunda fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, su nombre y la cacería que hay en su contra han pasado al asiento trasero del interés de los mexicanos. Entendible. La información sobre cómo lo están buscando es secreta y tampoco podrían desgastarla cotidianamente con un parte de actividades parcial. Pero no significa que no estén tras él. Funcionarios federales aseguran que hoy en día, desde que estuvieron a cinco minutos de capturarlo hace dos meses en Tamazula, en la sierra de Durango sigue huyendo por las barrancas de la región. No tienen información de que haya podido salir del cerco, pero tampoco han podido tenerlo a distancia de captura o abatimiento desde el 6 octubre pasado.
Guzmán se escapó corriendo del rancho, tropezó en el monte y rodó decenas de metros hasta que lo detuvo una reja de alambre de púas. El perfil genético de la sangre encontrada en el lugar concordaba con la del prófugo, pero no se pudo determinar cuánta sangre perdió. Por la forma como se ha ido escabullendo, Guzmán está en buenas condiciones para seguir corriendo. A diferencia de octubre, dijeron los funcionarios, El Chapo se encuentra mejor resguardado. Tras evadirse en octubre, se le ha integrado su principal escolta, compuesta por ex militares de México y Estados Unidos. Según los funcionarios, entre ellos hay ex Infantes de Marina estadunidenses, cuyos jefes ya fueron identificados por la Marina, quienes se presume están a cargo del primer diamante de su seguridad.
La cacería contra El Chapo Guzmán es la primera gran operación trinacional que se hace en México. Participan comandos de élite del cuerpo de Infantería de la Marina mexicana, con el apoyo de veteranos de los bloques de búsqueda de narcotraficantes en Colombia, que envió el presidente Juan Manuel Santos a petición del presidente Enrique Peña Nieto, y de la DEA y la CIA, las agencias estadunidenses que aportan la principal información de inteligencia a las unidades mexicanas. La participación de extranjeros no es reconocible, dijeron funcionarios federales, porque utilizan uniformes militares mexicanos. Los agentes estadunidenses no tienen bases fijas en la zona de operaciones, no así los colombianos, que tienen varias en territorio nacional.
La operación contra El Chapo Guzmán está bajo el mando central de uno de los oficiales más respetados dentro de la Marina, un almirante al que se le conoce como el Comandante Águila, responsable también de la recaptura del narcotraficante en Mazatlán en febrero del año pasado. El Comandante Águila tiene bajo su mando a siete capitanes de las unidades de élite de la Marina. La ascendencia que tiene el jefe del operativo sobre los comandos es absoluta, dijo un funcionario federal que lo conoce. “Se la ha ganado al encabezar personalmente los operativos en campo y dirigir a las unidades desde el campo de batalla”, agregó.
Los comandos mexicanos, el bloque de búsqueda colombiano y los agentes estadunidenses, operan de manera autónoma y la información completa la tiene el secretario de la Marina, Vidal Soberón, y un grupo no cuantificado pero muy reducido dentro de las áreas de inteligencia naval. En paralelo, cada semana hay una reunión del gabinete de seguridad al más alto nivel, encabezado por la Secretaría de Gobernación, donde intercambian información y coordinan operaciones. Ninguna de estas operaciones están directamente relacionadas a la cacería en la sierra de Durango, pero van en apoyo de lo que están haciendo las unidades de élite en esa región. La información táctica que guía a los comandos, dijeron los funcionarios, la proporcionan los estadunidenses.
De acuerdo con funcionarios, la operación trinacional no viola la soberanía mexicana, al existir convenios –que no ha visto quien esto escribe– internacionales que permiten este tipo de acción multinacional en acciones de combate al narcotráfico. Pero tampoco es fácil de explicar. La evasión de El Chapo no ha sido de manufactura única mexicana desde su principio. En el túnel por el que se escapó de la prisión de El Altiplano el 11 de julio, por ejemplo, participaron zapadores europeos, de acuerdo con fuentes federales, que llegaron y salieron de México en vuelos clandestinos que organizó el Cártel del Pacífico.
Los socios de Guzmán en esa organización criminal movilizaron también a grupos sociales en la sierra de Durango para denunciar violaciones a los derechos humanos por parte de la Marina, y darle tiempo a Guzmán para poder huir. Aunque desviaron una parte de la atención de la Marina, los comandos en la sierra no fueron frenados por los escudos civiles que les quisieron colocar. El problema que han enfrentado se da por las condiciones orográficas en la zona donde se esconde El Chapo, en la cual sólo se pueden mover a pie, en mula o llegar en paracaídas.
Funcionarios federales admitieron que no hay una estimación del tiempo que les pueda llevar la captura de Guzmán, como tampoco existe la certeza de que no se les escape. Un alto miembro del gabinete del presidente Peña Nieto ha dicho en privado que su recaptura es un hecho, sin precisar tiempos tampoco. Ese optimismo no cuenta con toda la información de lo que hacen los comandos en la sierra de Durango, donde funcionarios federales dicen que una de las dificultades que han encontrado es que otras áreas del gobierno federal involucradas en la operación, no están tan comprometidas como las unidades de élite. O sea, la historia de siempre.

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