EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

El otro complot

Raymundo Riva Palacio

Julio 14, 2006

La estupefacción de los primeros días se convirtió rápidamente en sospecha. De ahí giró con brusquedad hacia la molestia. Hoy, a casi dos semanas del naufragio del PRI y su candidato Roberto Madrazo en las elecciones federales, hay una sed de venganza. Con las heridas abiertas, en el equipo de Madrazo tienen ubicados a los “traidores” que los engañaron, que les prometieron apoyo, respaldos financieros y movilización de estructuras. Contaban con ellos para recuperar la Presidencia y, al final, no sólo quedaron con 6 millones de votos menos de los que obtuvo Francisco Labastida en 2000 y arrumbados en el tercer lugar como fuerza política, sino metidos en una dinámica de luchas intestinas para ver quién se queda con la franquicia del partido y con el poder que les resta.
Los enemigos están perfectamente claros, a decir de los madracistas.
La lista la encabeza el gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, a quien ven dentro como el autor intelectual de una “conspiración” de los gobernadores norteños. González Parás le había dicho a Madrazo y a su operador político Manlio Fabio Beltrones, que él respaldaría plenamente la candidatura presidencial y al partido. Resultó falso. El gobernador, quien responde a intereses económicos de la clase empresarial regiomontana y del ex presidente Carlos Salinas, jugó con varios actores. Un documento interno en el equipo de Madrazo establece la relación que tuvo con la maestra Elba Esther Gordillo, quien le dio apoyo y financiamiento “absoluto, total, sin reservas. Le debía el favor”.
Esta dicotomía de patrocinadores políticos no fue, sin embargo, exclusiva de González Parás. En el estado de México, estiman que la falta de apoyo a Madrazo vino de la ruptura que tuvo el candidato con Salinas. En efecto, el rompimiento del ex presidente con quien había sido su protegido político, se dio en la primavera cuando tuvieron dos importantes desavenencias. La primera fue porque Madrazo no aceptó la imposición del empresario Carlos Slim como el hombre que pudiera manejar la Hacienda en caso de ganar la Presidencia, y la segunda cuando Salinas se inconformó por una serie de personajes que fueron incorporados en las listas plurinominales. Salinas mandó el mensaje: jamás apoyaría a Andrés Manuel López Obrador, pero dada la poca confiabilidad que veía en Madrazo, prefería que su gente se sumara a Felipe Calderón, con quien creía que tendría menos problemas políticos en caso de llegar a Los Pinos.
La postura del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto coincide, en este complicado enjambre de complicidades y traiciones que ven los madracistas en los gobernadores, con la del gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, de quien ahora resaltan su perfil empresarial, al seguir como miembro activo de la Coparmex y miembro del Club Rotario. La línea paralela de los dos la establecen en que cuando Madrazo tuvo abiertos enfrentamientos con el presidente Vicente Fox y con la maestra Gordillo, “ambos mandatarios realizaron magnos eventos con estos personajes y enviaron señales que la bronca electoral no era de ellos”. Los gobernadores priístas siempre han sido, casi sin excepción, bastante institucionales con la Presidencia, lo cual no debía extrañar ahora a los madracistas, quienes sin embargo no calcularon en absoluto el daño electoral que les causó Gordillo, cuya fuerza electoral a través de los maestros siempre descalificaron.
Pagaron caro en esta nueva versión de un complot político contra el otro tabasqueño.
En el norte del país siempre descontaron los madracistas el apoyo del gobernador de Sonora, Eduardo Bours, quien trabajó estrechamente con Labastida durante la elección presidencial de 2000 y se enfrentó a su antecesor en el gobierno estatal, Beltrones, tantas veces como pudo. Siempre se deslindó de Madrazo y, por intermediación de Gordillo, se acercó y reunió con Calderón. Extrañamente, esperaban otro tipo de comportamiento de los gobernadores de Chihuahua, José Reyes Baeza, y de Durango, Ismael Hernández, pese a que ambos hicieron carrera de la mano de la maestra. En el caso de Reyes Baeza, admite el documento confidencial del equipo de Madrazo, la relación se extiende a 1986, cuando Gordillo fue delegada del partido en Chihuahua para sacar adelante la elección de su tío Fernando Baeza. Gordillo fue clave en esa elección, donde perdió el panista Francisco Barrio, y su gestoría electoral sería uno de los factores por los que, años adelante, Salinas se vinculara políticamente a ella.
Similar es el caso del gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, quien no sólo es maestro sino hijo de profesores. Se sorprenden los madracistas de la derrota en el estado, aunque se omiten en el informe los problemas del candidato con el antecesor de Moreira, Enrique Martínez, quien llegó inclusive a coquetear con la campaña de López Obrador. También se muestran ahora extrañados del comportamiento del gobernador de Sinaloa, Jesús Aguilar Padilla, un hombre cercano al ex gobernador Juan S. Millán, quien durante todo este año estuvo advirtiendo los problemas en la campaña de Madrazo sin ser escuchado. Vistos los resultados en el norte del país, añadiendo en este cuadro clínico al estado de México, la epidemia de derrotas del 2 de julio había mostrado claros síntomas pero Madrazo, Beltrones y el responsable de la organización electoral, César Augusto Santiago, no tuvieron la capacidad para recetar la medicina correcta.
El país quedó dividido, en azul panista todo el norte con la excepción de Baja California Sur, que mantuvo el PRD, y en amarillo perredista todo el sur con la excepción de Puebla, que conquistó el PAN. En los primeros análisis confidenciales sobre la elección, el equipo madracista subraya el papel de Gordillo que logró construir un bloque de gobernadores norteños que apoyaron a Calderón, obteniendo el registro para su Partido Nueva Alianza y logrando el voto diferenciado para ganar puestos legislativos y votar contra Madrazo. Pero sobretodo, “se ha convertido en una política relevante, con músculo propio, que puede vanagloriarse de haber vencido a Roberto Madrazo y haber cambiado las coordenadas de la elección presidencial. Ha dado una lección a la clase política, en particular a los priístas. Es un referente obligado con credenciales amplias de capacidad política en los bajos fondos y generosidad (corruptora) con sus aliados”.
Este reconocimiento confidencial, sin embargo, no apunta derrota en el equipo madracista. El PRI perdió las elecciones, pero la correlación de fuerzas interna no está todavía muy clara. A ello se debe que los intentos de Gordillo y González Parás por levantar rápidamente la mano de Calderón, hayan sido frenados por otros gobernadores, aún varios de los que actuaron contra Madrazo. Siguen midiendo sus fuerzas y reconociendo el terreno de una lucha por el PRI que aún no comienza.

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