Rogelio Ortega Martínez
Abril 20, 2016
Hace 40 años, el 14 de abril de 1976, falleció en la Ciudad de México (CDMX), el destacado escritor mexicano José Revueltas Sánchez. Pepe Revueltas, como se le conocía en el circulo cercano de sus amigos, nació en Santiago Papasquiaro, Durango, el 20 de noviembre de 1914. Excelente novelista, cuentista, argumentista y guionista de cine; dramaturgo, periodista, poeta, político e ideólogo de la izquierda mexicana. Rebelde, revoltoso, revolucionario, iconoclasta y comunista libertario. Autodidacta de férrea consolidación intelectual.
Fue el menor de una familia de diez hermanos, formada por el señor Gregorio Revueltas Gutiérrez (1871-1923) y de la señora Romana Sánchez Arias (1883-1939). A la familia Revueltas Sánchez, le tocó vivir el auge, esplendor y derrumbe de la dictadura porfiriana, así como el estallido, triunfo y consolidación de la llamada Revolución mexicana, lo que resultó paradoja y destino de José Revueltas.
En 1920 la familia Revueltas Sánchez se trasladó a vivir a la colonia Roma y luego a la Doctores de la CDMX. José tuvo oportunidad de matricularse en el Colegio Alemán donde estudia hasta el cuarto grado; luego, tras la muerte de su padre (1923), se inscribe en una escuela pública. Ingresa a la secundaria y tiene que abandonarla después de cursar su primer año debido a las limitaciones económicas de la familia. Desde entonces nunca volvió a las aulas como estudiante y su vida corre por su cuenta: estudio autodidacta, trabajo arduo y militancia política van a ser la divisa de su vida y destino.
Su militancia de izquierda y su carácter rebelde, férreo e intransigente con las injusticias lo llevó a padecer persecución y varios encarcelamientos en condiciones severas. En 1928, cuando apenas iba a cumplir los 14 años, fue detenido por participar en un mitin organizado por los comunistas en la CDMX. Fue acusado de sedición y motín y tuvo que purgar condena en una correccional. Seis meses después lo dejaron salir bajo fianza. Fue recluido en dos ocasiones en el tristemente célebre penal de las Islas Marías y; dos más en Lecumberri, el tenebroso presidio de la CDMX que fue conocido también con el nombre de Palacio Negro. La última vez que estuvo en esa prisión fue por su destacada participación en el movimiento estudiantil de 1968, acusado de disolución social, motín e incitación a la rebelión.
En 1932 ingresa formalmente al PCM y se encarga de reorganizar a la Federación de Jóvenes Comunistas. En 1935 asiste al VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú. En plena consolidación de su formación como intelectual revolucionario, además de luchar consecuentemente en contra de las injusticas de la sociedad capitalista, fue asiduo combatiente de las posiciones sectarias y dogmáticas en las filas de la izquierda. Sus posturas críticas y libertarias le ocasionó que en diversos momentos fuera expulsado del PCM. Lo expulsaban y, pasado el tiempo, regresaba a su partido. Luego, se encontraba con otros proyectos de la izquierda y los alentaba, quizá siempre en la búsqueda del comunismo libertario. En 1943, fue expulsado del PCM y pasa a formar parte del Grupo Marxista El Insurgente, mismo que en 1947 al fusionarse con otros grupos, fundan con Vicente Lombardo Toledano el Partido Popular en el que milita hasta 1955. En 1956, vuelve al PCM, del que salió expulsado nuevamente en 1959. En ese mismo año funda junto con Valentín Campa, destacado líder del Movimiento Ferrocarrilero, también expulsado del PCM, el Partido Obrero Campesino Mexicano, POCM.
A inicios de de los años 60, al ser expulsado nuevamente del PCM, junto con sus camaradas de la Célula Carlos Marx, la mayoría profesores de Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM como el poeta Eduardo Lizalde y el filosofo Carlos Félix, funda la Liga Leninista Espartaco, LLE. En este nuevo esfuerzo de construcción organizacional de la izquierda revolucionaria mexicana, elabora su reflexión política más relevante denominada: Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. Para ese tiempo, Revueltas ya estaba muy influido por el marxismo heterodoxo y crítico que se había desarrollado en Europa occidental, desde el pensamiento de Rosa Luxemburgo, Liebknecht, Karl Korch y Paul Mattrick en Alemania; George Lukács en Hungría y Antonio Gramsci, en Italia.
Revueltas y sus camaradas fueron también expulsados de la LLE en 1963. La LLE, editó de manera rustica la primera edición del Ensayo sobre un proletariado sin cabeza y con esta obra, se influenció a toda la izquierda radical y disidente del PCM e influye para construir nuevas alternativas organizativas como la Liga Comunista Espartaco, LCE. Incide en muchos de los líderes de la izquierda armada, así como en las llamadas izquierda social, izquierda independiente y revolucionaria.
Influido por la Revolución cubana partió a La Habana en 1961 para trabajar en el Instituto Cubano de Arte Cinematográfico. De regreso a México, de 1963 a 1965 trabaja como profesor del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, CUEC. Fue adaptador y argumentista de varias películas. En 1944 ganó, como guionista de cine, un concurso convocado por el periódico Excélsior, con el argumento de Por la victoria o El fruto ajeno. Fue premiado por la editorial Farrar and Reinhert de Nueva York y; en 1955 rechazó un premio otorgado por el gobierno español de Francisco Franco.
Revueltas participa activamente en el movimiento estudiantil del 68, como bien afirma Roberto Escudero, “se integró al movimiento desde el primer día, que todo lo compartió como uno más de sus miembros y que jamás, ni aún en la cárcel, exigió o aceptó siquiera los pequeños privilegios que los estudiantes le ofrecían”. Incomprendido por muchos, respetado por todos. “¿Quién es ese viejito barbas de chivo, que habla mucho y nadie le entiende?”, dicen que preguntó un joven brigadista del movimiento estudiantil del 68, en el interior del auditorio Justo Sierra (Che Guevara) de la UNAM, repleto de estudiantes que se atiborraban para escuchar la oratoria elocuente de Gilberto Guevara y a Marcelino Perelló, que al hablar en el mismo leguaje de sus compañeros, todos quedaban seducidos por sus cuentos picantes y sus frases ingeniosas. Mientras… Revueltas teorizaba, influido quizá por la imaginación dialéctica de la Escuela de Frankfurt y las reflexiones de Herbert Marcuse sobre la rebelión estudiantil.
Se cuenta que cuando lo llevaron como prisionero al penal de alta seguridad de las Islas Marías, le tomaron una fotografía cargando su equipaje: un maletín repleto de libros, mismos que cuidaba como si se tratara de su más preciado tesoro. En una carta desde Lecumberri, dirigida a su hija Andrea, le cuenta lleno de emoción sobre su lectura del IV Capítulo inédito del Capital de Marx. Se ha dicho que al final de su vida se acercó al trotskismo y profundizó en sus lecturas y estudios filosóficos de Hegel.
Ejerció el periodismo de forma profesional y con especial rigor. Fue reportero de los diarios El Popular, El Día, El Nacional y Excélsior. Colaboró en publicaciones partidistas de izquierda: La Voz de México, Revolución, El Combate, Noviembre, Espartaco y La Internacional.
Octavio Paz, inconforme con las secuelas del 68 y solidario con su coetáneo, en su libro Posdata, reclama al gobierno mexicano y reivindica a Revueltas. Dice: “Todavía están en la cárcel 200 estudiantes, varios profesores universitarios y José Revueltas, uno de los mejores escritores de mi generación y uno de los hombres más puros de México”.
Carlos Monsiváis se refiere así de Revueltas: “La vida de Revueltas es casi la de uno de sus personajes, probablemente el más poderoso. Atado siempre a la idea de la militancia, convencido de que la revolución es la meta imposible y necesaria, Revueltas padece cárceles (dos veces en las Islas Marías), vive en circunstancias muy difíciles, se incorpora en 1968 al movimiento estudiantil y va a la prisión de Lecumberri”. Siempre, se niega a transigir.
Vicente Leñero profundiza: “Revueltas aparece como una figura constante, presente, no tan suficientemente valorada, pero que se permitía hacer ensayos políticos dentro de las novelas como Los errores, se echaba unos rollos terribles pero que funcionaban muy bien. Revueltas es una figura también como de puente, por lo menos lo leíamos mucho, lo admirábamos mucho”.
Jorge Ruffinelli, escritor, crítico y relevante académico uruguayo, se refiere así de Revueltas: “Aunque la palabra intelectual tal vez no le gustara, a él puede aplicársela en su mejor acepción: un escritor que racionaliza la experiencia y la obra, un hombre de opiniones sobre la realidad circundante, un hombre que logra penetrar la opaca malla de lo real para encontrar sus más reveladores movimientos, causas, motivos. Y al mismo tiempo, desde adolescente, un militante del marxismo, primero en el Socorro Rojo, luego en el partido, más tarde en grupos creados por él cuando el partido lo expulsó de sus filas”.
De su producción literaria, podemos afirmar que sorprende la fuerza de sus personajes, la rigurosa descripción de su entorno, la constante presencia de la muerte y, quizá se adelanta a lo que, en Rulfo y especialmente con García Márquez, se llamará más tarde: Realismo mágico. Lo social, lo político e ideológico está siempre presente en sus obras. Él mismo caracteriza su creación artística y su estilo cuando dice, “mi vida literaria nunca se ha separado de mi vida ideológica. Mis vivencias son precisamente de tipo ideológico, político y de lucha social”.
Destacan sus novelas Los muros de agua (1941), inspirada durante su reclusión en las Islas Marías; El luto humano (1943); Dios en la tierra (1944); Los días terrenales (1949); En algún valle de lágrimas (1957); Los motivos de Caín (1958); Dormir en tierra (1961); Los errores (1964), de alto contenido ideológico y de férrea crítica al PCM; Material de los sueños (1974) y; El apando (1969).
El apando es una excepcional e intensa novela corta que fue llevada a la pantalla grande, con gran éxito, bajo la dirección de Felipe Cazals, y el guión escrito por el propio Revueltas y José Agustín; con la actuación de José Carlos Ruiz, Salvador Sánchez, Manuel Ojeda, Delia Casanova y María Rojo. Se afirma que este film ocupa el lugar 60 entre los cien mejores de México, según opinión de 25 expertos. Durante mi gobierno en Guerrero (2014-2015) le pedí al dramaturgo Enrique Polo que adaptara El apando al teatro. Lo hizo de forma extraordinariamente bien lograda y fue presentada en Taxco en la inauguración de la Jornadas Alarconianas.
De sus ensayos políticos destacan: Cuestionamientos e intenciones; Dialéctica de la conciencia; Ensayos sobre México; Escritos políticos I; Escritos políticos II; Escritos políticos III; México: una democracia bárbara; México 68: juventud y revolución. Pero de manera especial, el que marcó a toda la izquierda radical de la década de los 60 y 70, es: Ensayo sobre un proletariado sin cabeza.
Revueltas, además de ser gran conocedor de cine, incursionó en él con éxito y esmero. De su teorización en este ámbito destacan sus siguientes obras: El conocimiento cinematográfico y sus problemas; El cuadrante de la soledad; Las cenizas. (Obra póstuma); Las evocaciones requeridas. Tomo 1; Las evocaciones requeridas. Tomo 2; Tierra y libertad [guion cinematográfico], 1955; Zapata [guion cinematográfico]; Visión del Paricutín (y otras crónicas y reseñas); La palabra sagrada (Antología; prólogo y selección de José Agustín); Lo que sólo uno escucha; y, Mi papa.
Se casó tres veces. En 1937 con Olivia Peralta, y procrearon a su hija Andrea Revueltas Peralta; en 1947 con María Teresa Retes; y en 1973 con Ema Barrón Licona.
En su ensayo titulado: José Revueltas o la Utopía contrariada, América Luna Martínez, hace una reflexión profunda que vale la pena reproducir en cita extensa, en la que ella, además, cita al propio Revueltas haciendo referencia a la compilación de sus obras completas: “Revueltas murió en la primavera de 1976, ya no vio la caída del muro, ni la disolución de la URSS, en el fin del convulsivo siglo XX, donde tantas utopías fueron contrariadas. Pero aún cuando hoy padecemos el mundo unipolar, el tiempo de canallas, José Revueltas con lucidez y garra, nos sigue dando la pauta para apostar en un porvenir bello para la humanidad, cuando dice: ‘Esta edición de las obras literarias que hasta hoy llevo escritas, me anticipa el conocimiento de lo que ha de ser la libertad como emoción gratuita, puramente humana y que se satisface en sí misma con su sola humanización. Por primera vez en mi vida he sentido los momentos de un ser verdaderamente libre, aunque esto no sea otra cosa que una anticipación. Anticipación: lo que se anticipa es porque ya está contenido en el futuro. Luchemos y esperemos”. Hoy se me ocurre pensar que el siglo XX de las letras mexicanas, si lo especulamos como de corta duración, comenzó en 1914 con el natalicio de Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas. Y que pudo haber concluido con el fallecimiento de Revueltas (1976) o Efraín Huerta (1982), pero la vida de Paz se prolongó hasta 1998, y con él su obra prolífica, consolidada y madura. Por otra parte, recapacitando en un siglo de ciclo largo, que inicia en 1914 con esos tres gigantes, pero que se prolonga hasta el siglo XXI con nuestros tres grandes Carlos: Montemayor, que fallece el 28 de febrero de 2010; Monsiváis, que fenece el 19 de junio de 2010, y Carlos Fuentes, que muere el 15 de mayo de 2012, los que por ser más jóvenes que los tres primeros prologaron su existencia y su brillante obra hasta ya entrado el siglo XXI. Brillan también: José Emilio Pacheco, fallecido el 26 de enero de 2014, y quienes aún viven: Sergio Pitol, Fernando del Paso y por supuesto nuestra gran Princesa Roja Elena Poniatowska.
Durante todo el siglo XX, las y los mexicanos vivimos entre revueltas, rebeliones, revolución y tiempos de relativa paz, pero disfrutando del imaginario y la magia de la inspiración de Paz, Huerta y Revueltas. Hoy, en pleno siglo XXI, y padeciendo los “daños colaterales” de la narco-guerra, sus estragos, sus miserias, sus abominaciones, en estos tiempos violentos en los que el color gris opaca la luz y el rojo las tinieblas, conviene evocar al gran José Revueltas, en especial desde Guerrero, tierra de rebeliones y revoluciones. Rememorarlo en este 40 aniversario de su fallecimiento es tributar al rebelde, iconoclasta, comunista y gloria de las letras mexicanas del siglo XX, al organizador de todas las revueltas y conspiraciones de izquierda. Vale la pena compartir con mis cuatro lectores una anécdota que me contó Salvador Martínez della Roca El Pino. Dice que en la huelga estudiantil de la UNAM organizada por el CEU, en 1986, los muchachos colocaron una pancarta en la entrada a Ciudad Universitaria que decía: “Ay Pepe… cuánto te extrañamos en estas nuevas revueltas”.