EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Raymundo Riva Palacio

Enero 10, 2005

 

  El reto de los eunucos  

 

Roberto Madrazo es, para utilizar una frase española, el más cara dura presidente que haya tenido el PRI. Es mañoso, tramposo, violador sistemático de acuerdos y, sobretodo, traicionero. Pero procesa todo –de ahí que se le ajuste con perfección el dicho— con una sonrisa y una desmemoria proverbial. Madrazo reapareció la semana pasada al escenario político, después de haberse guardado semanas mientras los demás actores se destrozaban unos a otros. Con ese cinismo que le caracteriza, se le lanzó al cuello al presidente Vicente Fox con una declaración por su forma de gobernar, y el sábado, todo sonriente, acudió a la multitudinaria fiesta de uno de los operadores políticos de mayor mala fama a su servicio. Así arrancó este año, tan crítico para su futuro y para el PRI mismo.

En el curso de este año se decidirá la candidatura del PRI a la Presidencia, la primera que se decide sin la tutela del Presidente de la República. Lo que añade una dosis hamletiana al proceso es que el PRI tiene bastantes posibilidades de regresar a gobernar desde Los Pinos en el 2006. Después de que parecía que el PRI se desfondaba cuando Madrazo entró en conflicto con la cúpula priísta por la sucesión para gobernador en seis estados y las diputaciones federales en 2003, las elecciones ese año tuvieron buenos resultados para el partido, y el pasado Madrazo logró desactivar las minas que se colocaron por sus imposiciones, obteniendo más triunfos electorales.

En cambio, el PRD tuvo una caída monumental con el electorado y su candidatura presidencial está en el aire: no se sabe si Andrés Manuel López Obrador estará posibilitado legalmente para ella, y aún si lo fuera, como con cualquier otro candidato perredista, el partido no tiene todavía la aceptación nacional suficiente para entrar en competencia. Si bien es cierto que López Obrador hoy en día tiene el mayor porcentaje en intención de voto, cuando se le añade el partido a las encuestas de preferencias electorales se cae al tercer lugar. Tampoco puede aspirar a la presidencia sin el partido, porque entonces desaparecería del mapa político, lo que lo coloca en el dilema de que tiene que ir con el PRD, porque es la única maquinaria política real con que cuenta, y buscar alianzas externas, que es lo que está haciendo un grupo encabezado por el diputado Manuel Camacho y un grupo de ex salinistas, para poder configurar un nuevo “voto útil” que lo meta en la competencia presidencial. Si no fuera López Obrador el candidato, lo tienen que reconocer los perredistas, las posibilidades del partido en el 2006 serían aún menores.

En el PAN las cosas no están tan mal, pero lejos están de ser cómodas. Se está aproximando una nueva versión de choque interno, parecida a la que tuvieron cuando Fox les arrebató la candidatura presidencial. En esta ocasión, el advenedizo es Santiago Creel, quien pese a su mediocridad política avanza firmemente hacia la nominación, enfrentado con las estructuras del PAN donde el control lo tienen Carlos Medina Plascencia y Felipe Calderón. Creel es el candidato del presidente Fox, además de contar con el apoyo del controvertido senador Diego Fernández de Cevallos, en una alianza táctica entre él y sus adversarios en Los Pinos. El respaldo de Fernández de Cevallos es lo que hace viable la posibilidad de Creel, pese al desgaste y decepción del electorado con Fox, que se ha visto con pérdidas electorales importantes del PAN en el último año electoral. Aunque detuvo la caída el PAN, el descrédito presidencial y los próximos escándalos de corrupción en los más altos niveles del gobierno federal, puede volverles a hacer mella.

El panorama de los partidos adversarios al PRI lo coloca en una cómoda posición. Sin embargo, el principal enemigo del PRI no se encuentra afuera, sino adentro. Madrazo ha ido sorteando con éxito los avatares, que es una situación que se complicará este año porque es el definitorio para la sucesión. Madrazo enfrenta una oposición que, en el papel, se ve sumamente poderosa: seis gobernadores –Coahuila, Estado de México, Hidalgo, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas– dos ex gobernadores –Miguel Alemán y Tomás Yarrington– el líder del Senado Enrique Jackson, la líder del magisterio oficial y secretaria general del PRI, Elba Esther Gordillo. En la realidad, esa fortaleza está minada. La mitad de los gobernadores, o son muy nuevos y tienen otras prioridades en el corto y mediano plazo –Nuevo León y Tamaulipas– o es muy torpe –Sonora. De la otra mitad, dos –Coahuila e Hidalgo– no terminan de crecer como prospectos reales para enfrentarlo, mientras que al otro –Estado de México– se le complicó la sucesión en su estado este año, sabiendo que de la elección mexiquense para gobernador depende su futuro político. Los ex gobernadores son eso: la falta de poder, los anula. Jackson no termina de dar el paso y su prudencia se está transformando en pusilanimidad. La maestra está totalmente fuera de circulación por cuestiones de salud.

Es comentado ampliamente dentro y fuera del PRI que si Madrazo fuera el candidato a la Presidencia, el partido se partiría por la mitad. Ese diagnóstico es como las encuestas de preferencias electorales: el que digan que harán una cosa, no significa que quien responde, terminará haciéndolo en realidad. Madrazo tiene a su favor la historia de castración que hizo cada Presidente de la República de su partido hasta el 2000. Convirtió a los políticos priístas en eunucos, figuras a quienes se les extirpó la dignidad y se les inyectó genuflexión y servilismo. A los opositores de Madrazo les hace falta decisión, y el tiempo se les ha ido escapando. Madrazo ha jugado con ellos y rechazado peregrinamente los llamados para que renuncie a la presidencia del PRI para evitar ser árbitro y jugador a la vez, desbalanceando la competencia. Pudieron haberle hecho explotar una crisis en el partido a fines de año en el último consejo político, para obligarlo a renunciar so pena de impregnarlo de ilegitimidad y desprestigio. Pudieron forzarlo con la misma amenaza este mes, pero tampoco lo hicieron. “¿Qué pasaría si aún así no se va Madrazo?”, preguntaba un asesor de uno de ellos. Pues se partiría el partido y seguramente iniciaría su desintegración. “Eso no se puede permitir”, respondió. Claro que no. Lo que está en juego es el poder por el poder mismo, no la renovación del partido de cara a la sociedad. Lo que pierden es una rebanadita de ese pastel que tanto les dio durante siete décadas. La aspiración presidencial tiene sus límites. Es mejor para ellos ser cola de león que cabeza de ratón. ¿Por qué sorprenderse? Así ha sido su historia en el PRI: timoratos y súbditos, a merced y servicio de cualquiera de los suyos, aunque ese cualquiera, como dicen de Madrazo, sea un canalla.

 

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