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Sábado 07 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Gisela Leal: la metáfora de la ironía

  Adán Ramírez Serret La herramienta primigenia de la literatura es la metáfora. Ese puente mágico en el que se unen dos puntos dispares y crean uno nuevo. Antes de la modernidad se unían dos conceptos para hacer más sublimes sus sentidos. Los dientes, por ejemplo, se conver-tían en perlas. La blancura era tan bella … Continúa leyendo Gisela Leal: la metáfora de la ironía

Junio 23, 2023

 

Adán Ramírez Serret

La herramienta primigenia de la literatura es la metáfora. Ese puente mágico en el que se unen dos puntos dispares y crean uno nuevo.
Antes de la modernidad se unían dos conceptos para hacer más sublimes sus sentidos. Los dientes, por ejemplo, se conver-tían en perlas. La blancura era tan bella que se transformaba en una piedra preciosa.
La modernidad irrumpe a partir del oxímoron que une los contrarios; algo prosaico con algo sublime. Lo hace Francisco de Quevedo en uno de sus poemas más célebres en donde transforma la ordinaria tierra, que abunda en este mundo, con lo que nos hace humanos. Así, dice en Amor constante más allá de la muerte:

médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, más tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Aquel aforismo poético religioso Polvo eres y en polvo te convertirás toma un nuevo giro en Quevedo. El análisis de este poema ha hecho correr ríos y ríos de tinta en la crítica literaria. Ahora importa para observar la potencia de la metáfora.
Sin embargo, la literatura es inconforme por naturaleza. Y algunos rebeldes contemporáneos de Quevedo, y tan geniales como él, Francisco de Góngora o Miguel de Cervantes, decidieron explorar la contraparte de la metáfora: la ironía. Así, hablaban de amor relacionando los hermosos mitos con escatología, en el caso de Góngora; y en Cervantes, Dulcinea del Toboso en realidad es puras secreciones. Tan bello, tan humano, el polvo enamorado como los orines y el sudor.
Es en esta sintonía, el de la ironía, en la que está escrita la más reciente novela de Gisela Leal (Monterrey, 1987) La Soledad en tres actos. La cual es, precisamente, un tríptico en donde se cuenta la historia de la inmensa finca La Soledad, la finca y el sentimiento, que observa la vida y destino de la familia que la habita.
El libro tiene en la tapa un detalle de otro célebre tríptico, El jardín de las delicias, de El Bosco. Marca bien el tono en el que está narrada la novela, pues el título del retablo del pintor flamenco hace pensar en el paraíso, cuando en realidad es sobre el pecado y recuerda, más bien, al infierno.
La Soledad en tres actos comienza con quien será la personaje sobre la que girará la historia. Una mujer adulta, Antonia, que acaba de separarse. Desde el inicio, es claro que se trata de una novela asentada plenamente en la ironía, pues comienza por poner de relieve que alguien está contando la historia y que no es imparcial. Tiene la capacidad de entrar en la mente de sus personajes, sí, pero su conocimiento es finito.
El tratamiento de los sentimientos de los personajes siempre tiene el relieve de la ficción. De decir todo el tiempo, “esto no es real, esto es una ficción”. Así se va adentrando en la ruptura amorosa de Antonia, en su maternidad obligada de la que se siente arrepentida y de la propia relación de Antonia con su madre, Teresa quien, confiesa el narrador, si le dieran a escoger haría desaparecer a su hija, habría preferido que nunca hubiera existido.
Según avanza la novela, se va contando la historia de Antonia en la finca La Soledad, a la cual llega muy joven luego de que su madre se una en segundas nupcias con Dionisio, dueño de la finca y a quien Antonia adopta inmediatamente como padre.
La historia tiene mucho de fantástica, pues el narrador la sitúa en un tiempo incierto, un futuro impreciso en un lugar también ambiguo. La finca, cuyo propietario es Dionisio, produce vinos, nada menos.
Allí, Antonia pasa una infancia solitaria, estudiando en la misma finca con un tutor. Rodeada de millonarios, en fiestas suntuosas, vive aislada del mundo.
La potencia de la ironía es que se transforma en una metáfora que desmonta nuestros sentimientos y pensamientos. Nada es en serio, tan sólo meras formas de cómo entendemos el mundo. Las vidas de los personajes son meras metáforas irónicas de los humanos. Curiosamente, tan reales como nosotros.
Gisela Leal, La Soledad en tres actos, Ciudad de México, Alfaguara, 2023. 604 páginas.