EL-SUR

Viernes 04 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Héctor Manuel Popoca Boone

El arcángel asesinado (Primera parte) En las postrimerías de diciembre pasado, el aniversario de Juan Ranulfo Escudero Reguera me motivó a releer su biografía que tenía a la mano en el libro de Paco Ignacio Taibo II titulado: Arcángeles (doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX). Tengo conocimiento que existen otras buenas biografías de … Continúa leyendo Héctor Manuel Popoca Boone

Enero 03, 2002

El arcángel asesinado

(Primera parte)

En las postrimerías de diciembre pasado, el aniversario de Juan Ranulfo Escudero Reguera me motivó a releer su biografía que tenía a la mano en el libro de Paco Ignacio Taibo II titulado: Arcángeles (doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX). Tengo conocimiento que existen otras buenas biografías de él, como la de Renato Ravelo, pero no he podido leerlas.

Sin lugar a dudas, Juan R. Escudero es un héroe guerrerense de inconmensurables dimensiones trágicas. La vida y obra trascendente de este luchador social no tienen en la actualidad difusiones y dimensiones nacionales porque su ámbito de acción y de educación popular fue local y regional; solamente Acapulco y las costas de Guerrero. Pero por lo que pugnó, defendió y sufrió no le pide nada a ninguno de nuestros próceres nacionales. Es cuestión de historias y de su radio de acción, en el marco de tiempos, circunstancias, lugares y personajes específicos y determinados.

En pocas palabras,  Juan R. Escudero fue, de acuerdo al biógrafo de referencia, un socialdemócrata, firme creyente en el valor del voto y de las formas y procedimientos jurídicos, pero sobre todo en el valor de la moral y el ejemplo. Fue, además un mártir de las causas populares, agregaría yo.

No obstante ser hijo de españoles y de la clase media alta de aquel entonces, optó por defender los intereses de los obreros, estibadores, pescadores, de los agraristas costeños y del pueblo acapulqueño en general, en contraposición de los grandes comerciantes españoles que tenían bajo su férula y bolsillo a las autoridades civiles y militares locales, como guardianes de un cacicazgo férreo y monopolizador de todas las actividades económicas del Puerto de Acapulco.

“… En contacto con pescadores y estibadores, comenzó un trabajo de organización que culminó hacia los primeros meses de 1913 con la fundación de la Liga de los trabajadores a Bordo de los Barcos y tierra, que combatió por jornadas de ocho horas, aumento de salario, descanso dominical, pago a la semana en moneda nacional y protección contra accidentes. Además, se enfrentó a los enganchadores norteamericanos que reclutaban acapulqueños para la recolección de café en Chiapas ofreciendo salarios muy bajos. Exigió salario mínimo de tres pesos diarios, levantando un importante movimiento social.”

Con este tipo de agitación y de agitador, dirían algunos hoy en día, los plutócratas regionales de aquel entonces se enfurecieron y le pidieron al jefe militar de la zona que lo expulsara de Acapulco, por lo que Juan R. Escudero salió exiliado del puerto y de Guerrero de 1915 a 1918.

Oaxaca, la ciudad de México y Veracruz son parte de su periplo de exiliado; que por un lado resultó infructuoso en la atención que pide a Venustiano Carranza para erradicar el sometimiento de los costeños al dominio y la explotación de los comerciantes españoles que, no obstante el triunfo revolucionario en el ámbito nacional, en Acapulco seguía siendo casi absoluto y la detención del poder por ellos se mantenía incólume. Las autoridades civiles y militares revolucionarias sucumbieron ante las talegas de los adinerados y no hubo mayor cambio social.

Por otro lado, su exilio forzado le permite entrar en comunicación con organizaciones sindicales y establecer correspondencia con Ricardo Flores Magón. Aprende de los procedimientos jurídicos cuando se desempeña como secretario del juzgado en Tehuantepec, Oaxaca.

Regresa a Acapulco, que en ese entonces era un puerto de diez mil habitantes sin muelle y sin carretera a la capital del estado y del país. Era un pueblo cercado y aislado a propósito para que predominara un capitalismo salvaje que marcaba la vida de impotencia ante el poder y el privilegio de unos cuantos.

En ese contexto Juan R. Escudero convoca al pueblo acapulqueño a organizarse políticamente a través del Partido Obrero de Acapulco que junto con la edición de un periódico: Regeneración, y de la revitalización de la Liga de Trabajadores que anteriormente fundara, serán los ejes para organizar las luchas populares y los movimientos sociales que los llevarán a pelear democráticamente y a conquistar el gobierno municipal y el ayuntamiento de Acapulco para, previa limpia de la corrupción que anidaba en ellos, ponerlos al servicio de los intereses genuinos y mayoritarios del pueblo.