Margarita Warnholtz
Noviembre 11, 2016
Desde el mes de abril de este año, la tribu sioux de Estados Unidos está protestando por la construcción de un oleoducto que afectará su territorio, la reserva Standing Rock en Dakota del Norte. La ruta de la obra atraviesa lugares sagrados y cementerios ancestrales de este pueblo indígena y, además, pone en peligro el abastecimiento de agua, tanto para ellos como para millones de personas, ya que pasará por debajo del río Missouri y cualquier falla podría provocar una fuga o un derrame que contaminaría el río (en seis años se han registrado más de 3 mil fugas en este tipo de oleoductos en Estados Unidos).
A la protesta se han unido la mayoría de las tribus indígenas de ese país cuyos representantes se encuentran en Standing Rock desde hace varios meses, siendo ésta la protesta indígena más grande que se ha llevado a cabo en los últimos 150 años en dicha nación. También han manifestado su apoyo a los sioux y su rechazo al proyecto, organizaciones ambientalistas, músicos, actores y líderes religiosos, así como otros sectores de la sociedad civil.
Tanto el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas, como la Relatora especial de la ONU para los derechos de los pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz, han solicitado al gobierno de Estados Unidos que suspenda la obra y realice una consulta a las comunidades afectadas, como lo estipula la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Igualmente, los sioux han recibido manifestaciones de apoyo de pueblos originarios de todo el mundo. Incluso el día de ayer, 10 de noviembre, el Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático, reunido en Marruecos en el marco de la COP22, publicó una declaración en la que solicita a los Estados miembros una condena a la destrucción de sus lugares sagrados y que hagan un llamamiento a las partes para detener la construcción del oleoducto en cuestión.
Los manifestantes han sido reprimidos por fuerzas policiacas en varias ocasiones, en las que cientos de personas han resultado heridas y decenas detenidas. Por el momento la obra está suspendida en esa zona, pero se continúa construyendo en otras partes.
El presidente Barack Obama anunció hace unos días que solicitó al Cuerpo de Ingenieros del Ejército que estudiara la manera de cambiar la ruta del oleoducto para que no pase por la zona sagrada de Standing Rock y que está pendiente del asunto, pero que tardarán varias semanas en dar una respuesta.
La tubería, de casi 2 mil kilómetros de extensión, llevará petróleo de Dakota del Norte hasta el estado de Illinois y el costo del proyecto asciende a 3 mil 800 millones de dólares. La obra está en manos de la empresa Energy Transfer Partners, de la cual es accionista Donald Trump y de la que además recibió sustanciosos apoyos para su campaña.
De por sí el conocido racismo del futuro presidente de Estados Unidos y su nulo interés por el medio ambiente no auguran nada bueno para los pueblos originarios de Norteamérica (ni para nadie), pero sin duda la situación será peor en este caso en particular, donde además tiene intereses económicos personales. Los sioux afirman que no van a ceder y, como ya se mencionó, tienen el apoyo del resto de los indígenas de su país y de la mayoría de los pueblos originarios del mundo, por lo que no será fácil para Trump pasar por encima de ellos. El asunto se tiene que resolver pronto y tendrá que ceder (o aceptar el desvío de la ruta si todavía Obama logra establecerlo) u ordenar o permitir una fuerte represión que probablemente causará muchas muertes. Habrá que estar pendientes a ver qué sucede.