EL-SUR

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Guerrero, México

Opinión

Invasión

Margarita Warnholtz

Marzo 03, 2017

Hace poco me invitaron a una fiesta patronal. No suelo asistir a ese tipo de celebraciones, pero como no era muy lejos de donde vivo decidí ir.
El Señor Santiago es el santo patrón del lugar, aunque la fiesta principal es la de la Santa Cruz y la siguiente más importante es la de La Preciosa Sangre de Cristo, a la cual fui invitada.
Me tocó ver cómo paseaban por las calles al Señor Santiago, a los santiagueros y los chinelos danzando con sus trajes y máscaras, recorriendo el camino entre la iglesia y la casa de uno de los mayordomos, donde se brindó comida a todo el pueblo.
Entre el estruendo de los cohetes conversé con algunos mayordomos y con otras personas. Me comentaron que les ha sido difícil mantener la tradición, y me hablaron un poco de los problemas que tienen. El principal, es que cada vez quedan menos habitantes originarios del lugar porque venden sus propiedades a empresas que construyen grandes edificios. Incluso la calle que era históricamente la principal del barrio, ahora pertenece a un hotel. Le fue cedida por el gobierno de la Ciudad de México. Y es que no estoy hablando de un pueblo de Oaxaca o de Morelos, sino de un barrio originario de la capital del país, llamado Santa Cruz Atoyac, localizado en la delegación Benito Juárez.
En los últimos 50 años ha desaparecido más de la mitad del barrio original. No un lado u otro, sino que en medio se han construido edificios y centros comerciales. Según me contaron, la iglesia era una de las que visitaba Hernán Cortés cuando se trasladaba del centro de la ciudad a su casa en Coyoacán. Ahora, quedó directamente sobre el eje 1 Poniente (Avenida Cuauhtémoc). Y la tienen que cruzar con todo y el Señor Santiago para sus procesiones, y por ahí pasan también los danzantes.
La casa de uno de los mayordomos está directamente frente a Plaza Universidad y donde antes había un centro ceremonial, ahora hay un edificio del DIF. El barrio –o lo que queda de él– se localiza en un cuadrante delimitado por Avenida Popocatépetl, Avenida Universidad, Miguel Laurent y División del Norte.
Los habitantes recuerdan que en épocas de sus abuelos Santa Cruz Atoyac era un pueblo productor de tabique y que hace unos 40 años, todavía sacaban a pastar a los borregos. Pero poco a poco algunos vendieron y otros fueron expropiados; y ahora los callejones del barrio se mezclan con las grandes avenidas y las casas viejas con lujosos edificios de departamentos.
Sin embargo, continúan organizados, no solamente para las fiestas, a las que a veces asisten dos o tres mil personas, sino para mejorar su barrio y conservar sus espacios. No se han dado por vencidos y las nuevas generaciones mantienen las tradiciones y la unidad del barrio, aunque algunos, cuando les ofrecen 60 mil pesos por metro cuadrado de su propiedad, deciden vender.
Santa Cruz Atoyac es uno de muchos barrios originarios de la Ciudad de México. Tan sólo en la delegación Benito Juárez hay ocho más (reconocidos como tales), entre ellos el Pueblo de Xoco, en donde se está construyendo un complejo de edificios, llamado Ciudad Progresiva, entre los que se encuentra el Mitikah, que será la segunda torre más alta de la ciudad.
Desde hace más de siete años los vecinos de Xoco han luchado sin éxito contra la invasión del complejo en cuestión y ahora, además, los dueños del mismo pretenden que el gobierno citadino les ceda en comodato la calle Real de Mayorazgo, una de las principales del barrio.
Supuestamente, la nueva Constitución Política de la Ciudad de México establece la protección de los barrios originarios, pero será difícil que frene los intereses económicos de grandes empresas nacionales y trasnacionales. Y por como van las cosas, probablemente Xoco desaparezca antes de que la carta magna de la capital mexicana entre en vigor.