EL-SUR

Sábado 28 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Jaime Castrejón Diez

Gobierno y partido Por la alternancia en el poder en el año 2000, se empiezan a ver las consecuencias, una mutación profunda en el carácter de la Presidencia. El presidente en la época anterior era jefe de Estado, jefe de gobierno y jefe de partido. De esta forma dominaba los otros dos poderes de la … Continúa leyendo Jaime Castrejón Diez

Junio 07, 2004

Gobierno y partido

Por la alternancia en el poder en el año 2000, se empiezan a ver las consecuencias, una mutación profunda en el carácter de la Presidencia. El presidente en la época anterior era jefe de Estado, jefe de gobierno y jefe de partido. De esta forma dominaba los otros dos poderes de la Unión con facilidad y era lo que daba pie al autoritarismo que había cansado ya al ciudadano mexicano, que fue la razón por la que votaron en contra de ese régimen presidencialista. Naturalmente que las consecuencias se vieron de inmediato, sin control del partido y una cierta pugna que hubo al principio del gobierno foxista con su propio partido, se reveló la contraposición de intereses entre ambas instituciones. Las señales fueron claras desde el principio, comenzando por “el gabinetazo”.

Felipe Calderón Hinojosa siendo presidente del partido, cuando de había adelantado la lucha por la candidatura, lo que hoy castiga el presidente Vicente Fox, decía al panismo tradicional “hay que tener cuidado de no ganar el poder y perder el partido”. Esto se vio de inmediato en la formación del gabinetazo, prescindió en gran parte del Partido Acción Nacional y empezó a formar equipos con varios priístas, pero esencialmente con distinguidos miembros de la administración privada y formó una nueva estructura de gobierno que no reflejaba el contenido partidista.

Hubo acomodos en el camino, algunos panistas ingresaron en niveles menores al gobierno federal, pero con excepción del secretario de Gobernación que se colocó en un sitio privilegiado, el caso del senador Medina Plasencia que representa a los intereses del grupo Guanajuato y la propia esposa del presidente, el juego se hacía sin tomar en cuenta al partido. Es decir, se había ganado el poder, pero se había perdido el partido, pero para conservar el poder es necesario el partido.

El panismo doctrinario no estaba a gusto con esta situación y empezó a ver con alarma que el presidente y su versión de neopanismo se había apoderado de las decisiones partidistas y estaba marginando la parte doctrinaria del PAN. Es por eso que se decidió marginar a la primera dama del Consejo Nacional del PAN y después en la Asamblea, al dictar las condiciones para la sucesión presidencial, le había dado un golpe al populismo que le había servido al presidente Fox para ganar la elección; esto es, el que fueran los panistas nada más quienes decidieran la candidatura presidencial, lo que no favorecía el grupo de Los Pinos. Esto era un golpe fuerte para el nuevo presidencialismo, pero era natural, después de la caída del gobierno autoritario ya no tenía la triple corona, era jefe de gobierno, jefe de Estado, pero ya no el jefe de partido. Esto es inédito en nuestro sistema político y de hecho la Asamblea le sacó las manos al presidente de la sucesión dentro del propio Acción Nacional.

La presencia de Felipe Calderón Hinojosa en esa Asamblea fue definitiva, porque ahí se dirimió entre panistas la supremacía entre el secretario de Gobernación y el secretario de Energía, siendo éste último el que finalmente sacó las conclusiones que convenían más al panismo tradicional. La salida del gabinete le quita los reflectores al ex secretario de Energía, pero le permitirá construir su propia figura, a contrapelo de quienes pudieron tener ya la bendición.

Tal vez escogió un mal lugar y un mal momento como lo dijo el mismo presidente. Guadalajara después de la Cumbre que se desinfló y no fue tan exitosa ni dio tanto prestigio al gobierno como se esperaba y encima de eso el acto político en la misma ciudad tras la Cumbre, le quitaba espacios al afán del gobierno de construir como un gran triunfo la cumbre jalisciense. Esto naturalmente contrarió al presidente y la acción del regaño público y la reacción de la renuncia del secretario de Energía era de esperarse.

Es necesario hacer una reflexión, está claro que el presidente no tiene partido, es decir, por lo menos su partido está dividido. En segundo lugar, el que marcó los nuevos estilos de hacer política fue él mismo, cuando se brincó las trancas y ya siendo presidente quiere regresar a la época en que el presidente dictaba las reglas para la sucesión presidencial, sin considerar que es imposible regresar las aguas río arriba. Aquí hay una terrible confusión, que es necesario que entiendan quienes llevan los asuntos políticos del país, es difícil recuperar los grandes poderes de un presidente autoritario con la triple corona; cuando hay un presidente demócrata, solamente con dos coronas o cuando mucho una de ellas abollada.