EL-SUR

Sábado 06 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Jaime Salazar Adame

La sociedad civil El más reciente escándalo político escenificado por la detención de un jefe de la Policía Ministerial, como lo es el del vecino estado de Morelos, Agustín Montiel López, y sus repercusiones en Guerrero, por la consideración de que dicho funcionario también lo fue de nuestra entidad federativa en el pasado reciente, nos … Continúa leyendo Jaime Salazar Adame

Abril 20, 2004

La sociedad civil

El más reciente escándalo político escenificado por la detención de un jefe de la Policía Ministerial, como lo es el del vecino estado de Morelos, Agustín Montiel López, y sus repercusiones en Guerrero, por la consideración de que dicho funcionario también lo fue de nuestra entidad federativa en el pasado reciente, nos hacen confirmar que efectivamente en política se han acabado las utopías, como lo intentara explicar Francis Fukuyama con su famosa teoría sobre el fin de la historia.

Dicha utopía como se considera la creación y consolidación del Estado ideal, justo, rico, culto, en la tierra como viejo sueño de la humanidad está acabando en pesadilla, puesto que las manifestaciones de corrupción e inseguridad pública que se propicia desde el interior del Ogro Filantrópico como definió Octavio Paz al Estado y que se atribuyen al encarcelado funcionario morelense, han propiciado que el Estado se encuentre en proceso de declive y la gama de autoridades que desgobiernan, se expanda dramáticamente. Sólo recuérdense casos como el Pemexgate o los videoescándalos, además de los muy conocidos del ámbito suriano.

Así es que debemos conformarnos, en lugar de con el Estado perfecto, con el menos imperfecto posible, que es la democracia, según la definen los teóricos políticos; lo criticable del caso es que como a tales instituciones las operan o manejan los políticos, y estos como hombres de partido no pueden actuar imparcialmente como es deseable, siendo en ese ámbito donde se yerra de tal manera que se filtran poderes no controlados, traficantes de drogas y de armas, así como gángsters, en pocas palabras, los señores de la violencia, a los que se suponía que el Estado moderno pondría fin.

Esto y otras experiencias en Guerrero, parecen indicar que los intereses creados en su entorno son formidables porque ven en la función pública terrenos a repartir entre su clientela y no sobre los ciudadanos (as) capaces, es decir, que entre la capacidad y la supuesta lealtad, se opta por la última, aunque tales despropósitos se carguen al costo de la violencia que se ejerce contra los ciudadanos y los adversarios políticos.

La lección que nos dejan los citados episodios es que al vivir en un mundo interdependiente por efectos de la globalización, los individuos son cada vez más protagonistas y el Estado es cada vez menos activo y más limitado por la sociedad, aunque los ciudadanos (as) tienen que ocuparse de sí mismos. Como ejemplo veamos a dónde nos conduce el régimen de las pensiones. El cargar la culpa a los demás, a la sociedad o a las circunstancias, también es cada vez menos admitido y si el Legislativo no ejerce sus atribuciones, la sociedad civil si lo está haciendo.

Lo que observamos es que la democracia como tal no está siendo amenazada desde fuera con utopías dictatoriales, sino que el desafío le está llegando desde el interior, desde sus problemas internos de participación, educación, violencia, delincuencia, pobreza. Luego entonces, la serie de instituciones no gubernamentales de carácter plural con la suficiente fuerza para servir de contrapeso al Estado y, aunque no impidan a éste cumplir con su papel de guardián del orden y arbitro entre los grandes intereses, sí pueden impedir que domine y atomice al resto de la sociedad.

Porque allí donde se vigoriza, la sociedad civil constituye el emplazamiento de complejidad, opciones y dinamismo, y por tanto se instituye en el enemigo del despotismo político porque es una condición necesaria para la libertad, tal y como lo manifiesta el conglomerado constituido en el Frente Cívico de Acapulco con expresiones en casi todos los municipios de la entidad, por lo que sugiero que ya debe cambiar su denominación a Frente Cívico de Guerrero, puesto que incluso sus propuestas para 2005 son de carácter estatal.

Se trata pues de que los gobiernos violentos no continúen destripando a la sociedad y robando a la población en el sentido literal de la expresión, ni tampoco usurpen la capacidad de auto organización pacífica, como se observa cuando se trata de grupos afines u organizaciones promovidas por el propio gobierno estatal.

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