Jorge Camacho Peñaloza
Julio 29, 2016
En su lucha contra el individuo, la sociedad tiene tres armas: ley, opinión pública y conciencia. William Somerset Maugham
El lamentable homicidio de mi paisano, el presidente municipal de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte, Bocho, exhibe no sólo la deficiencia del gobierno federal para el combate a la delincuencia organizada, sino para prever y sobre todo evitar desgracias, como la de los 43 alumnos de Ayotzinapa en Iguala, en donde todos sabían que el alcalde José Luis Abarca estaba vinculado con grupos del crimen organizado y nadie hizo nada.
Allá, cerca de Santa Teresa, donde llegué a este mundo, Bocho había gritado a los cuatro vientos que estaba amenazado de muerte, y solicitado al presidente Peña Nieto una acción más contundente del gobierno federal para dar seguridad a los habitantes de esta región de la Tierra Caliente, justo cuando el propio gobierno decidió retirar a la Policía Federal de la región, cosa que públicamente fue la debilidad que aprovecharon sus victimarios para quitarle la vida, y el gobierno federal tampoco hizo más por la seguridad del alcalde, cuando si de suyo tiene la obligación de proteger la vida de las personas, más cuando éstas tienen una responsabilidad delegada por la ciudadanía.
Así de público fue el aviso de una amenaza proveniente de un delito que debe ser atendido por el gobierno federal, y más allá de los escoltas que le asignaron, de haberse tomado medidas más apremiantes, diría protocolarias, sin dejarlo como un tema personal, es altamente probable que el evento no hubiera ocurrido, pero no se hizo nada, porque precisamente más allá de que las amenazas de muerte sean un tema personal, lo que le quito la vida a Bocho, deriva de un problema público y de gobierno más grave y complejo, sin embargo, ni en lo personal ni en lo público se hizo nada.
Pero también, lo que exhibió este lamentable hecho es la decadencia de la reacción mediática, al centrarse en las declaraciones del gobernador Astudillo, sobre si eran o no horas inconvenientes para viajar en una carretera peligrosa. Qué espectáculo dieron los opinócratas.
No ha sido el centro de la opinocracia el desastre de la estrategia nacional de seguridad, la irresponsabilidad de las dependencias federales encargadas del combate a la delincuencia organizada, para evitar que se concreten amenazas de muerte a un representante de la voluntad popular, el desinterés por escuchar reclamos de seguridad, el que rinda cuentas el gabinete de seguridad nacional que tantas veces ha ido a Guerrero y no se ven a veces en su responsabilidad. No, la opinocracia centró su atención en las declaraciones sobre si eran horas o no de andar en carreteras peligrosas. No cabe duda, que esa opinocracia está en decadencia.
En lugar de que se enfoque en el tema de las horas convenientes para viajar en Guerrero, que mejor exija respuestas a las preguntas de ¿cuáles fueron los criterios para no atender el llamado de Bocho, para retirar a la Policía Federal, para no aplicar un protocolo para estos casos, que impiden disminuir el enseñoramiento de la delincuencia en mi estado?
¿Por qué el gobierno federal tiene descuidada la región con más vocación productiva de Guerrero, donde no ha invertido para generar condiciones ni empleo, y si la ha abandonado para que actúe libremente la delincuencia organizada en todo el corredor de la Tierra Caliente del Estado de México, Michoacán y Guerrero ?
¿Dónde quedó aquel decálogo anunciado por Enrique Peña Nieto en noviembre de 2014 que prometía una la ley contra la infiltración del crimen organizado en las autoridades municipales, una reforma para redefinir y dar claridad a todo el sistema de competencias en materia penal, así como para establecer las Policías Estatales Únicas, las cuales empezarían a funcionar en Guerrero, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas, la cual iba a prever sanciones para los presidentes municipales que no entreguen el mando policial, así como para los gobernadores que no lo ejerzan, así como la ordene al gabinete de seguridad para que realizara un operativo especial precisamente en la región de la Tierra Caliente?
Desde una autocrítica a la crítica, ha sido más desafortunado que la opinocracia no se haya ido sobre el problema de la incapacidad del gobierno federal para reducir la delincuencia organizada, que sobre las declaraciones relacionadas con el aspecto personal del lamentable suceso, que haiga sido como haiga sido, también forman parte del contexto en que se dieron los hechos; al colmo de que algunos conductores de noticieros pregunten al gobernador Astudillo sobre cuáles son las horas convenientes para andar en Guerrero; chacoteando pues, opinócratas, no se aporta al debate serio sobre la inseguridad en el país.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A los políticos que lo peor que pueden hacer es sumar a la violencia criminal, la violencia política, que el mejor político es aquel en quien quepa la prudencia.