EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La marcha de Zacatecas

Raymundo Riva Palacio

Enero 26, 2007

Pocos días después de la toma de posesión de Felipe Calderón, el “presidente legítimo” Andrés Manuel López Obrador hizo su primera visita a Zacatecas, donde la gobernadora perredista Amalia García lo invitó a cenar con una decena de personas. Fue, en sentido estricto, la última cena. Y seguramente, la señora García debe seguir arrepintiéndose. Ahí López Obrador, que suele decir “más vale una colorada que mil descoloradas”, enfiló contra la gobernadora.
Entre las elecciones del 2004 y las presidenciales del 2006, abrió fuego López Obrador, 50 mil votos del PRD se trasladaron al PAN. No fue mayor la pérdida porque íbamos en alianza con el PT. Si no, añadió, me gana Felipe Calderón en Zacatecas. La gobernadora, que a decir de un participante mostraba cambios de pigmentación conforme avanzaba la discusión, respondió que había habido un sabotaje. Se refería a las auditorias que envió el ex presidente Vicente Fox a todos los estados gobernados por el PRD y el PRI durante la campaña electoral con el propósito de eliminarlos de la operación política a favor de sus candidatos, mientras que a los panistas les permitió actuar con toda libertad. Pero López Obrador le reviró.
Vean los resultados electorales, observó, Jalisco, Guanajuato y Yucatán le dieron la victoria a Calderón, mientras que yo perdí en Michoacán, Zacatecas y Guerrero –estados gobernados por el PRD. “Vean –enfatizó–, ellos sí operaron”. El ex candidato continuó el reclamo contra García, a quien en uno de los mítines en el Zócalo de la ciudad de México durante el magaplantón, le habían gritado los lópezobradoristas “traidora”. No sé, pensó en voz alta López Obrador, si cometí un error al impedir que Ricardo Monreal buscara el escaño en el Senado por mayoría. “Quizás ahí estaban los votos que necesitaba”, apretó la herida. Hablaba en código perredista.
Previo a la campaña, la gobernadora le pidió a López Obrador que no se parara Monreal en Zacatecas durante todo el proceso, lo que hizo que el ex gobernador de Zacatecas buscara el escaño plurinominal. López Obrador estaba encendido. En ese momento anunció que Monreal sería el delegado del Frente Amplio Opositor para las elecciones locales de mediados de año. Los dados estaban lanzados.
La semana pasada, durante una nueva gira de López Obrador por Zacatecas, García le cobró la afrenta. Los actos del jueves y el viernes fueron un rotundo fracaso, con mítines donde llegó a haber menos de 50 personas. Monreal no operó adecuadamente la gira, llevándolo a comunidades donde él tenía cuentas por saldar, como en Jerez, de donde es diputado Andrés Bermúdez, el llamado “Rey del Tomate”, quien echa la culpa al ex gobernador de haberlo engañado cuando, antes de contender por el PAN, lo hizo por el PRD. Los actos mejoraron el fin de semana para López Obrador, pero fue altamente notorio que salvo cuatro diputados locales que son leales a Monreal, ningún otro, o diputado federal o senador que no fuera el ex gobernador, hizo acto de presencia. El vacío que le hizo el PRD en Zacatecas a López Obrador, fue absoluto. Por supuesto, García ya no buscó una nueva reunión con él, recíprocamente correspondida por el silencio del ex candidato.
El conflicto del PRD en Zacatecas es importante no sólo por la posibilidad de que el PAN gane las elecciones locales, sino porque es el síntoma más claro del choque frontal de López Obrador con los gobernadores del PRD, no sólo García, sino también con Lázaro Cárdenas de Michoacán y Zeferino Torreblanca de Guerrero. En aquella cena de reclamo lópezobradorista, el ex candidato se quejó también de cómo acudieron a un acto de Calderón, una vez que asumió el poder, cuando su discurso era de desconocimiento y de acusaciones de ilegitimidad y usurpación. No le hicieron caso, como tampoco las fracciones perredistas en la Cámara de Diputados y el Senado que negociaron con Hacienda, el PAN y el PRI, el presupuesto para este año. Ya no están tampoco financiando con recursos del erario el “gobierno legítimo” y cada vez hay un mayor alejamiento de la estructura del PRD con su ex candidato.
Lo mismo sucede en el Distrito Federal, donde el jefe de Gobierno Marcelo Ebrard nombró a gente ajena a López Obrador en los cargos más sensibles. El caso de Ebrard, cuyo gobierno es el que dispone de mayores recursos de todo el partido, es más notable por el desprecio creciente que sienten en su entorno hacia López Obrador. Inclusive, durante un viaje a China poco antes de asumir el cargo, en una cena con vinos franceses, su esposa Mariagna Prats, riéndose, brindó: “Primero los pobres”. Toda la comitiva se mofó, aplastando el slogan electoral de López Obrador.
Las relaciones de los gobernadores perredistas con López Obrador no están rotas pero son lejanas. El ex candidato no cuenta con el gobernador de Chiapas, Jaime Sabines, quien aunque ganó con la bandera del PRD sigue siendo priísta, ni con el de Baja California Sur, Narciso Agúndez Montaño, quien tiene diferencias hasta con su sombra. Paradójicamente, esto no lo ve López Obrador como un problema de largo plazo, sino como un alivio en el corto plazo. Desde antes de ser candidato y durante la campaña, el PRD ha sido para López Obrador un mal necesario. Pasada la elección presidencial, desde su perspectiva, también se convirtió en un partido desechable. Sus giras por el país tienen como propósito estratégico ir armando un nuevo partido. La meta de López Obrador es tener 5 millones de afiliados –casi la misma cantidad de votos que obtuvo el 2 de julio por encima del máximo histórico del PRD– y está sembrando las semillas para cosechar en cuatro años.
En Zacatecas la semana pasada, como antes en otras entidades, ha dejado delegados que serán el embrión del nuevo partido. Esta incubación político-electoral ha comenzado a preocupar al PRD donde, pese a la molestia que existe en su contra, saben que su carisma y popularidad es un activo del cual no es fácil desprenderse. Por el otro lado, puede haber un error de cálculo de López Obrador, quien aunque está pensando en el 2012, sabe que la estación para poder llegar a las próximas elecciones presidenciales pasa por los comicios federales de 2009. No va a tener un partido nuevo para dentro de tres años, pero sin la estructura del PRD puede terminar con nada en seis. El PRD difícilmente va a encontrar un candidato presidencial con tantas posibilidades de acceder al poder, pero cada día lo conciben menos como un activo perredista y más como alguien que está actuando en contra del partido. ¿Qué van a hacer? Cada quien tiene sus ideas, pero se encuentran en una encrucijada. Lo único que parece que entienden todos, como se vio en Zacatecas, es que las diversas fuentes de poder del partido en el país, no están caminando en absoluto por el sendero del peje. Claro, tampoco en viceversa.

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