EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

La paz y los pueblos indígenas en Colombia

Marcos Matias Alonso

Septiembre 03, 2016

El miércoles 24 de agosto del año en curso, en La Habana, Cuba, el gobierno nacional de Colombia firmó un histórico Acuerdo de Paz con los delegados supremos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP). Fue un complejo proceso de negociación que duró cuatro largos años de consultas, cabildeos y diálogos entre las partes. Cuba y el reino de Noruega jugaron un papel relevante en el encuentro y acercamiento de las partes en conflicto. El Estado mexicano fue el gran ausente en este histórico proceso de negociación para la construcción de la paz.
El “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera” (Acuerdo de Paz), es la iniciativa para poner fin a uno de los conflictos más largos del mundo.
Iván Márquez, jefe del equipo negociador de las FARC-EP, al momento de suscribir el histórico Acuerdo de Paz en la Habana, declaró: “Creo que hemos ganado la más hermosa de todas las batallas, la de la paz en Colombia… hemos cerrado el día de hoy el acuerdo de paz más anhelado de Colombia: tierra, democracia, víctimas, política sin armas e implementación de acuerdos con veeduría internacional son, entre otros, los elementos de un acuerdo que tendrá que ser convertido, más temprano que tarde, por el Constituyente primario en norma pétrea que garantice el futuro de dignidad para todos y todas”.
En la Introducción del Acuerdo de Paz, la voluntad pacífica y conciliatoria de las partes quedó expresada: “Luego de un enfrentamiento de más de medio siglo, el Gobierno Nacional y las FARC-EP hemos acordado poner fin de manera definitiva al conflicto armado interno. La terminación de la confrontación armada significará, en primer lugar, el fin del enorme sufrimiento que ha causado el conflicto. Son millones los colombianos y colombianas víctimas de desplazamiento forzado, cientos de miles los muertos, decenas de miles los desaparecidos de toda índole, sin olvidar el amplio número de poblaciones que han sido afectadas de una u otra manera a lo largo y ancho del territorio, incluyendo mujeres, niños, niñas y adolescentes, comunidades campesinas, indígenas, afrocolombianas, negras, palenqueras, raizales y rom, partidos políticos, movimientos sociales y sindicales, gremios económicos, entre otros. No queremos que haya una víctima más en Colombia”.
En el documento indican que el Acuerdo de Paz está compuesto por diversos compromisos específicos que constituyen un todo indisoluble e interdependiente, “…para que las medidas aquí acordadas contribuyan a la materialización de los derechos constitucionales de los colombianos; por un mismo enfoque diferencial y de género, para asegurar que la implementación se haga teniendo en cuenta la diversidad de género, étnica y cultural, y que se adopten medidas para las poblaciones y los colectivos más humildes y más vulnerables…”. Sobre la base de este “enfoque diferencial”, el Acuerdo de Paz contiene un apartado sobre el Capítulo Étnico.
Son relevantes para Colombia, para México y América Latina, los seis apartados de los Acuerdos de Paz. Será una experiencia que arrojará luz para Estados convulsionados con problemas similares por los que Colombia quedó atrapada por varias décadas. Esbozo algunos temas relevantes:
El apartado uno se refiere a la Reforma Rural Integral, el apartado dos contiene el Acuerdo sobre la “Participación política: apertura democrática para construir la paz”, el apartado tres contiene el acuerdo “Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo y la Dejación de las Armas”. Es relevante el apartado tres, que incluye el acuerdo sobre “Garantías de Seguridad y lucha contra las organizaciones criminales responsables de homicidios y masacres o que atentan contra defensores y defensoras de derechos humanos, movimientos sociales o políticos, incluyendo las organizaciones criminales… que amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz”.
El apartado cuatro contiene el acuerdo sobre la “Solución al problema de las drogas ilícitas”. El documento considera que “Para construir la paz es necesario encontrar una solución definitiva al problema de las drogas ilícitas, incluyendo los cultivos de uso ilícito y la producción y comercialización de drogas ilícitas. Para lo cual se promueve una nueva visión que dé un tratamiento distinto y diferenciado al fenómeno del consumo, al problema de los cultivos de uso ilícito, y a la criminalidad organizada asociada al narcotráfico, asegurando un enfoque general de derechos humanos y salud pública…”. Las autoridades mexicanas deberían prestar atención a la forma en que Colombia abordará los agudos problemas que se mencionan en este apartado.
Es altamente meritorio que el Acuerdo de Paz contenga un Capítulo Étnico. Dos consideraciones son fundamentales:
Primero: “El Gobierno Nacional y las FARC-EP reconocen que los pueblos étnicos han contribuido a la construcción de una paz sostenible y duradera… que han sufrido condiciones históricas de injusticia… desposeídos de sus tierras, territorios y recursos; que además han sido afectados gravemente por el conflicto armado interno y se deben propiciar las máximas garantías para el ejercicio pleno de sus derechos humanos y colectivos en el marco de sus propias aspiraciones, intereses y cosmovisiones”.
Segundo: “… es fundamental incorporar la perspectiva étnica y cultural, para la interpretación e implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en Colombia”.
En los Principios, manifiestan su compromiso de cumplir con los tratados, convenios y la jurisprudencia internacional para defender los derechos de los pueblos indígenas, destacando la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio número 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales.
En la implementación del Acuerdo de Paz, ambas partes se comprometen a tener en “cuenta entre otros los siguientes principios, a la libre determinación, la autonomía y el gobierno propio, a la participación, la consulta y el consentimiento previo, libre e informado, a la identidad e integridad social, económica y cultural, a los derechos sobre sus tierras, territorios y recursos, que implican el reconocimiento de sus prácticas territoriales ancestrales, el derecho a la restitución y fortalecimiento de su territorialidad, los mecanismos vigentes para la protección y seguridad jurídica de las tierras y territorios ocupados o poseídos ancestralmente y/o tradicionalmente”.
Mi alto reconocimiento a Luis Fernando Arias, Consejero Mayor de la Organización Indígena de Colombia (ONIC), quien tuvo la capacidad de incorporar y negociar para que el Capítulo Étnico haya sido incorporado al Acuerdo de Paz. También el esfuerzo de otros hermanos indígenas colombianos que supieron cabildear con los “Equipos Negociadores” y con los “Negociadores Plenipotenciarios”.
Desde México, rindo tributo a los constructores de la diplomacia internacional que han puesto fin a uno de los conflictos más complejos y más prolongados del mundo. El plebiscito del próximo 2 de octubre en Colombia, será un grito nacional por la paz duradera. Seremos testigos de ese acontecimiento de trascendencia mundial.