EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

La rebelión de Gil

Raymundo Riva Palacio

Julio 15, 2005

ESTRICTAMENTE PERSONAL

 

Durante las últimas dos semanas, el gobierno de Vicente Fox ha subrayado una de las características por las cuales mal se le va a recordar: su profunda desorganización. En esta ocasión, al desgaste doméstico se le añade uno internacional, pues la esquizofrenia mostrada tiene que ver con la decisión final sobre quién decide por qué candidato y por qué razones México le otorgará su voto para ser presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Cierto, se supone que esa decisión corresponde al presidente Fox, pero en la realidad de su sexenio, él es un rehén de las decisiones de sus secretarios. Este es el último de los múltiples episodios de su presidencia, donde contra su decisión, el secretario de Hacienda, Francisco Gil, ha mostrado rebeldía.

Este viernes, cuando se tiene planeado anunciar el voto mexicano, se develará el misterio de este conflicto intragubernamental, que no puede entenderse sin conocer los detalles de las intrigas palaciegas que se convirtieron en escándalo público por la guerra de comunicados de prensa en la que se trenzaron Hacienda y Los Pinos. El origen del conflicto, en todo caso, se encuentra en la sorprende falta de comunicación dentro del gobierno federal, que encendió los ánimos y reavivó una vieja rivalidad de Gil con el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez. La escalada de atropellos se inició en vísperas del inicio de la asamblea general de la Organización de Estados Americanos (OEA) en mayo en Santiago de Chile, donde Condolezza Rice, secretaria de Estado norteamericana, le comunicó al canciller mexicano que le retirarían su apoyo para la secretaría general. Su voto, le dijo, iría para el chileno José Miguel Inzulza, quien al igual que el presidente Ricardo Lagos, le habían dado garantías de que contendrían al presidente venezolano Hugo Chávez, un papel que estaban seguros México no aceptaría jugar. A cambio, ofreció Rice, Estados Unidos respaldaría a Derbez para la presidencia del BID, que quedaría vacante ante la salida de Enrique Iglesias.

Derbez rechazó en automático la oferta. De acuerdo con funcionarios que conocen todo el proceso, le señaló a Rice que sería muy dañino para su persona no sólo aceptar el ofrecimiento sino que inclusive se llegara a hacer público. Más aún, abundó, México quedaría muy mal visto aceptando un puesto en ese contexto, porque sería el equivalente a un premio de consolación por la entrega de la OEA a los chilenos. El canciller mexicano concluyó esa conversación con el compromiso de Rice de que su gobierno no plantearía una opción mexicana para el BID. La sorpresa fue cuando de regreso en México y habló con Fox para informarle al presidente los pormenores de la asamblea general en Santiago. Fox le comentó que, según Gil, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, John Snow le había ofrecido la presidencia del BID y que él, estaría gustoso de irse a vivir a Washington, donde está la sede del banco.

El canciller se comunicó con Rice y le reclamó el rompimiento de su acuerdo, pero la secretaría de Estado, según la crónica de los desencuentros foxistas, no estaba enterada. Qué sucedió dentro del gobierno estadunidense no está claro todavía. El hecho es que poco después de esa conversación, Snow le retiró la oferta a Gil. Cabría la posibilidad de que Rice no hubiera informado a la Casa Blanca a tiempo de su compromiso y que al saber del ofrecimiento se lo comunicó al presidente George Bush, el único que podría haber obligado al secretario del Tesoro a modificar su posición. En todo caso, Gil no pudo seguir pidiendo al presidente Fox su venia para postularlo al BID.

Derbez retomó la ofensiva sugiriendo al presidente el respaldo al embajador de Colombia en Washington, Luis Alberto Moreno, con lo cual colocarían un aliado frente al empuje de las potencias suramericanas, y corresponderían el apoyo incondicional que dio el gobierno de Álvaro Uribe a la candidatura mexicana en la OEA. El respaldo a Moreno, sugirió Derbez, operaba a favor de la estrategia mexicana en la región. Totalmente persuadido, en un viaje relámpago a Tegucigalpa, Honduras, para entrevistarse con los presidentes centroamericanos, Fox les pidió y obtuvo el apoyo de la región en bloque para la candidatura del colombiano. Días después, el vocero presidencial hizo público el respaldo para Moreno.

Gil pareció no darse por enterado, salvo para reclamar públicamente que el voto no era decisión de Relaciones Exteriores sino de Hacienda. En privado, comenzó a pujar por la candidatura del ministro de Economía y Finanzas peruano, Juan Pablo Kuczynski, un viejo amigo de él, acentuando la pugna palaciega. Hasta hoy, no hay señales en los corrillos del poder que Gil haya dejado de respaldar la candidatura peruana, llevando a Los Pinos a insistir en el respaldo oficial para Moreno. La elección del nuevo presidente del BID la realizará la Junta de Gobernadores durante una sesión extraordinaria el próximo 27, pero para entonces ya se sabrá hacia dónde apunta México, y enseñará el tamaño del presidente y el momento en que se encuentra su gobierno.

En efecto, el voto en el BID rebasa por completo una simple discrepancia dentro del gabinete, por fuerte que esta sea. Lo que pone en juego es la autoridad de Fox sobre su secretario de Hacienda, y mostrará si todavía hoy Gil se sigue manejando como presidente adjunto para temas financieros y mantiene al presidente, su jefe, como el rehén que ha parecido a lo largo del sexenio. Este viernes será un día clave. Lo mejor de lo peor que pudiera resultar es el desgaste en el que se metió el gobierno. El peor escenario, para el futuro de Fox, es que Gil se imponga, pues la derrota para el presidente lo exhibiría enclenque en Washington y en las cancillerías latinoamericanas. En un gobierno formal, Gil no hubiera llegado a este punto, menos aún tener posibilidad de ganar. Habría sido cesado hace tiempo. Pero en el contexto foxista, Gil no tendría una victoria efímera, si el respaldo se va para el peruano. Hasta hoy día, siempre se ha salido con la suya.

 

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