Raymundo Riva Palacio
Marzo 15, 2018
El presidente Donald Trump suele tener un lenguaje oral bastante cáustico y muchas veces fragmentado, donde su mente no se expresa claramente por su boca. Esto sucedió durante su reciente visita a la Mesa de Otay, donde revisó los ocho prototipos de muro fronterizo con México. Ahí dijo textualmente: “Tengo una gran relación con el presidente de México, Enrique, que es un tipo estupendo. Gran tipo. Estamos trabajando y vamos a tratar de resolver las cosas. Ya veremos si salen o no. No sé si va a suceder. Él es muy buen negociador. Ama al pueblo de México y está trabajando muy duro. Tenemos, obviamente, un par de desacuerdos antes de que lleguemos ahí. Ya veremos el próximo mes si podemos lograrlo con este gobierno, o sea con su gobierno, ya que viene una elección”. ¿A qué se refería?
A Trump hay que deconstruirlo para entenderlo. Los dos desacuerdos están en el financiamiento del muro y en el capítulo dentro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte sobre reglas de origen en la industria automotriz, que es en donde nace su discurso de un acuerdo injusto para Estados Unidos porque es el causante del déficit comercial de su país. El financiamiento del muro es impensable para México, como se lo expresó al presidente Peña Nieto a Jared Kushner, yerno de Trump y su principal asesor, durante el largo encuentro que sostuvieron en Los Pinos la semana pasada, como control de daños por el choque que habían tenido los mandatarios en una conversación telefónica. Kushner viajó a México por instrucción directa de Trump para reparar los puentes rotos que volvieron a posponer un encuentro con Peña Nieto.
El choque se dio cuando, en preparación de una visita a la Casa Blanca, Peña Nieto le habló por teléfono para buscar garantías de que Trump no sacaría el tema del muro y su financiamiento. La conversación comenzó bastante amable, dijo un funcionario que supo los detalles, pero Trump se fue enredando en sus propias palabras y subió el tono de la conversación. Lo único que quería Peña Nieto es que ese tema, intransitable para los dos por diferentes razones, no surgiera en su visita. Trump ha dicho públicamente que Peña Nieto le pidió una declaración pública donde dijera que el muro no sería pagado por México, que fue una petición que, ciertamente, no existió en esa conversación telefónica.
La idea de la visita a Washington había surgido como una ventana de oportunidad, según sostiene el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, cuando durante una larga sesión de trabajo de 10 horas en la Casa Blanca, la sugirió Kushner. Cuando se la propuso a Peña Nieto, varios miembros del gabinete opinaron que era mejor esperar a los resultados de la negociación del TLCAN, que de acuerdo con funcionarios mexicanos, va por tan buen camino, que es posible que México y Estados Unidos puedan alcanzar un acuerdo en principio para la octava ronda de negociaciones en la primera quincena de abril en Washington. En los tres capítulos controversiales –reglas de origen, cláusula Sunset y resolución de conflictos–, han acercado sus posiciones, quedando como único problema Canadá, cuyos incumplimientos en temas acordados en la mesa, han exasperado a Estados Unidos. La Casa Blanca está dispuesta a excluir a Canadá y firmar un acuerdo bilateral con México, pero Peña Nieto y Videgaray consideran que la legitimidad del TLCAN depende de la inclusión de esa nación.
La conclusión de la negociación comercial está más cerca de lo que públicamente sugiere Trump, aunque en su mensaje de esta semana en la frontera con México esbozó el punto en el cual se encuentran las pláticas. Con un acuerdo en principio del TLCAN, una reunión Trump-Peña Nieto será fundamental, para que a partir de ese anuncio se pueda dar a conocer lo que vienen trabajando los dos países por meses, que son aproximadamente 30 acuerdos bilaterales en una amplia gama de temas, que incluyen un convenio de cooperación que le urge a Estados Unidos, como uno ya acordado –pero no firmado– entre la PGR y la DEA, para combatir organizaciones criminales trasnacionales, con lo cual Peña Nieto podría cerrar el sexenio en materia de su relación con Trump, y una ampliación significativa de visas para trabajadores agrícolas mexicanos.
El desacuerdo con el TLCAN está prácticamente saldado, pero el tema del muro no. La postura mexicana es que son los estadunidenses los que deben encontrar la salida a la promesa de campaña de Trump, y eliminar el muro como el tema que define la relación bilateral, por la virulencia retórica del jefe de la Casa Blanca y su incapacidad para dejar puertas de escape a sus propios excesos, que siempre meten en una encrucijada no sólo a sus interlocutores, sino también a sus colaboradores.
Nota: Rocío Nahle, designada por Andrés Manuel López Obrador como su eventual secretaria de Energía, dice que en la entrevista que concedió a The Wall Street Journal nunca mencionó que se iban a parar las inversiones en el sector energético, como aquí se publicó, y que sólo repitió que se iban a revisar todos los contratos. En la entrevista, el diario dice que López Obrador congelará todas las rondas hasta que se vean algunos resultados “exitosos” de las licitaciones de 2015, de acuerdo con Nahle. “No va a haber nuevas rondas hasta que evaluemos los resultados de la primera”, le dijo textualmente al diario, y agregó: “Dudo que habrá buenos resultados”.
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