EL-SUR

Jueves 19 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Maclovio Sautto Vallejo

¿Dónde está la Comisión Eledctoral de la UAG? Cuando se hizo la reforma, se pretendía acabar con los chiles fritos, las tardeadas para los estudiantes, los desayunos para los maestros, evitar la calumnia y llevar a cabo un nuevo tipo de campaña conducida por la Comisión Electoral del H. Consejo Universitario, que sería la encargada … Continúa leyendo Maclovio Sautto Vallejo

Febrero 13, 2002

¿Dónde está la Comisión Eledctoral de la UAG?

Cuando se hizo la reforma, se pretendía acabar con los chiles fritos, las tardeadas para los estudiantes, los desayunos para los maestros, evitar la calumnia y llevar a cabo un nuevo tipo de campaña conducida por la Comisión Electoral del H. Consejo Universitario, que sería la encargada de vigilar que no se presentaran estos actos que ofenden a los universitarios, y pugnaría porque la contienda fuera una verdadera confrontación de ideas, proyectos académicos y políticos, para lo cual organizaría una serie de debates entre los candidatos a lo largo y ancho de nuestro estado, para garantizar que todos los universitarios tuvieran la oportunidad de conocer los distintos planteamientos de nuestros candidatos.

Queríamos campañas donde el principal recurso de los aspirantes a la Rectoría fuera la inteligencia, la chispa en el debate y no los recursos económicos de dudosa procedencia. (En la pasada campaña de rector está documentado que buena parte de los gastos de campaña del candidato oficial –en aquel tiempo Samuel Reséndiz– se pagaron con el subsidio universitario).

Para lograr esto se requiere una Comisión Electoral con autoridad moral y ésta se gana o se pierde con sus actos. Qué podemos pensar de una Comisión que pasando sobre acuerdos del Consejo Universitario pretende establecer exigencias por encima de nuestra legislación, como el famoso asterisco de la convocatoria. Después se proclama “autónoma” y pretende hacer a un lado los acuerdos de la Comisión de Garantías –del mismo H. Consejo Universitario– cuando declaró improcedente el asterisco. Una Comisión Electoral que grotescamente intenta sesionar al margen de los representantes de los distintos candidatos.

Una de las cosas por la que pugnamos los universitarios fue por la transparencia de este tipo de procesos, y por eso la Comisión Electoral debe de sesionar ante los ojos de cualquier universitario y de la prensa, si su obligación es encauzar el proceso electoral lo mejor posible. ¿Cuál es su temor de sesionar públicamente? La única explicación que se me puede ocurrir es que hacen cosas vergonzantes, para ellos y para el conjunto de los universitarios.

Finalmente ¿cómo es posible que la Comisión Electoral organice un solo debate en la ciudad de Chilpancingo, donde cada uno de los aspirantes tendrá que expresar sus ideas durante 20 minutos? ¿Quiénes son los que evitan el debate? ¿Quiénes son los mayoritarios en la Comisión Electoral? ¿Esta es la democracia que proclama el senador Armando Chavarría para los universitarios y los guerrerenses?

La semana pasada me tocó ver la visita del candidato oficial a las instalaciones de Rectoría. Nelson Valle llegó con mariachis, no supe si porque está prohibido el chile frito o porque este es muy corriente para los universitarios. De acuerdo con nuestra legislación, la Comisión Electoral debería de levantarle una banderita amarilla (de amonestación) al candidato oficial, pero no sé porqué tengo la impresión de que guardará silencio y dejará pasar esta violación a nuestra flamante y recién aprobada legislación universitaria.

Después de eso vi un volante donde el candidato oficial invitaba a los profesores de la Preparatoria1 a un desayuno en el Ombú, un restaurante caro de la ciudad de Chilpancingo.

Finalmente en la Comisión de Honor y Justicia fui enterado por jovencitas universitarias de la Casa del Estudiante Antonia Nava, de su denuncia. Allí viven 14 alumnas, 11 de las cuales apoyan la candidatura de Rogelio Ortega y tres la del candidato oficial –entre ellas la coordinadora de la casa. Al reunirse para nombrar nueva coordinadora, se presentaron estudiantes de la casa Salvador Martínez, comandados por Gutumber López Santana cuya única relación con la universidad (no es estudiante ni trabajador de la UAG), es la de ser incondicional del senador Armando Chavarria, y procedieron a saquear la casa, refrigerador, tele, mesas y camas (después dijeron que resguardarían dichas pertenencias).

Estas jovencitas pidieron la intervención de la Comisión Electoral después de presentar su denuncia ante el Departamento Jurídico de la UAG, recibida aquí por el mismo abogado que se encargó en nombre de nuestra institución de rescindir el contrato de dicha casa. ¿Será esta la discusión política que proclama el candidato oficial o será el resurgimiento de la política de sus flamantes aliados los AR?

Sobre la política académica que nos promete el oficialismo, basta ver a Ciencias de la Tierra, donde el director y la planta docente –entre quienes se encuentra María Fernanda Campa, de reconocida trayectoria académica y política– denunciaron la imposición como tiempo completo de una trabajadora cuyo único merito es ser militante de AR. ¿Qué dirán de esto mis amigos del Fredeuag? Este tipo de actos de corrupción son los que atentan contra nuestra juventud y nos alejan cada vez más del sueño de una educación de excelencia para los jóvenes guerrerenses.

Son los hechos y no las palabras lo que definen si una política es de izquierda o derecha o mejor aún –para salir del viejo esquema– si es progresista o retrógrada y lo aquí denunciado es una pequeña muestra de lo que nos espera de ganar el candidato oficial.

Hago un llamado a cerrar filas ante la candidatura de Rogelio Ortega, para evitar el retorno de la corrupción abierta a nuestra universidad.