EL-SUR

Sábado 05 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

Moisés Alcaraz Jiménez

El caciquismo en los partidos  Mientras la sociedad avanza en materia democrática y se consolidan las instituciones del Estado encargadas de conducir el desarrollo y la modernización política del país, aún existen al interior de los partidos grupos atrasados que en tiempos electorales reactivan encarnizadas luchas por las candidaturas y hacen renacer arraigados vicios y … Continúa leyendo Moisés Alcaraz Jiménez

Agosto 02, 2002

El caciquismo en los partidos

 Mientras la sociedad avanza en materia democrática y se consolidan las instituciones del Estado encargadas de conducir el desarrollo y la modernización política del país, aún existen al interior de los partidos grupos atrasados que en tiempos electorales reactivan encarnizadas luchas por las candidaturas y hacen renacer arraigados vicios y prácticas deshonestas que afectan no sólo a los propios partidos en su interior, sino al sistema de partidos en general, que no sin grandes dificultades desde hace años se ha venido construyendo en México.

Son grupos políticamente subdesarrollados que se niegan a dar el salto hacia la trasparencia partidista. Son incapaces de competir en un entorno de limpieza electoral. En esto están incluidos liderazgos corruptos, dirigencias deshonestas, gobernantes habilidosos en el reparto de dádivas y aspirantes a cargos de elección expertos en el fraude.

Son estos grupos los que impiden la innovación de los partidos, los mantienen en el estancamiento y generan siempre inestabilidades, desordenes y divisiones internas que los reducen a ser simples campos de batalla, reductos de infamias y vilezas, y no los institutos políticos que la sociedad requiere para cambiar pacíficamente a sus gobernantes.

Los cacicazgos, las tribus, los dedazos, las sectas y los compadrazgos, han impedido que en los partidos se consolide la democracia que ya está presente en otros ámbitos de la sociedad civil. Estos grupos exigen la democratización en otros rubros de la vida nacional, pero lo rechazan o lo niegan en su interior. Los partidos son parte importante del cambio político, se ubican entre sus principales impulsores, pero debido a esos grupos arcaicos, los partido en varias partes del país, no han avanzado al mismo ritmo que el resto de la sociedad.

En Guerrero, figueroísmo, chavarrísmo, aguirrismo-manuelañorvismo, han dado al traste con el avance democrático en los partidos donde esas facciones mantienen sus hegemonías autoritarias.

Aunque las dirigencias de esos institutos políticos pretendan convencer a la ciudadanía y militancia de que las inconformidades son “normales” en estos tiempos y que es “natural” que protesten aquellos que no obtuvieron el triunfo, la verdad es que esos reclamos son producto no sólo de la pésima forma en que esos procesos son conducidos, sino más que nada del manoseo que en esas elecciones realizan los caciques, señores feudales o grupos de poder para favorecer a sus incondicionales.

Al desorden electoral interno y a la antidemocracia en los partidos contribuye también la falta de cuidado y capacidad de los organizadores al momento de echar a andar procesos electorales internos sin un efectivo marco jurídico que los rija, con lo cual esas elecciones se convierten en verdaderas aventuras caóticas, fraudulentas, carentes de toda credibilidad y cuyos resultados nunca son aceptados por nadie, sólo por quien resulta triunfador.

De esta forma, los reclamos posteriores son inevitables y ante este panorama desolador no puede prosperar más que la antidemocracia, el autoritarismo y las oligarquías.

Tal vez los principales actores político-partidistas de Guerrero jamás puedan adaptarse al cambio. Posiblemente, sólo con el nacimiento de una nueva generación de políticos podamos trasformar la democracia recién conquistada en beneficios sociales. Mientras tanto, seguirá dominando el escenario del atraso político, de dirigencias y grupos partidistas renuentes a la modernización y de mayor descrédito de los partidos.