Raymundo Riva Palacio
Febrero 23, 2005
ESTRICTAMENTE PERSONAL
En México, el país de las simulaciones, los políticos deben pensar que los ciudadanos somos idiotas. Peor aún, actúan en consecuencia. Veamos.
El presidente Fox se queja del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, por crear un clima de “presión y polarización social” en el proceso de su desafuero, con una actitud, sostiene, prepotente de poder. Si bien es cierta la descripción que hace de su adversario, su reacción no parece producto de las acciones que está emprendiendo el gobernante capitalino para presionar a la Cámara de Diputados a que no vote su desafuero y lo elimine, tácitamente, de la carrera por la Presidencia, sino de un berrinche personal.
¿Por qué? López Obrador, el PRD y todos sus líderes, llevan semanas anunciando que realizarán movilizaciones en el país. Inclusive, en un periódico del Distrito Federal que se ha convertido en la avanzada propagandística del gobernante, se ha planteado que su desafuero sería el equivalente a un golpe de Estado, y que si aún así se concretara, 10 millones de mexicanos saldrían a las calles a protestar. Si su imaginario tuviera algún anclaje en lo real, eso no sería protesta, sino el inicio de una guerra civil. No será así, y López Obrador, el PRD y sus propagandistas lo saben. De lo que se trataba era de agitar el caldo político. Pero ni Fox ni su gobierno actuaron en consecuencia o trataron de atajar en ese momento los amagos y las amenazas lopezobradoristas; lo dejaron navegar sin dificultad.
En cambio, la reacción virulenta de Fox que leyó su vocero para las cámaras de televisión, fue sólo hasta después de que López Obrador se dio gusto el fin de semana burlándose del Presidente. En un par de ocasiones dijo que Los Pinos era una casa maldita, pues todos los que la ocupaban como inquilinos quedaban mal de la cabeza. Se “azonzan”, calificó. Decirle dos veces “zonzo” a Fox sí calentó la cabeza en el gobierno foxista, y junto con Los Pinos, también hubo una reacción airada de la Secretaría de Gobernación, que menos hipócrita que la Presidencia, aseguró que el jefe de Gobierno capitalino no podía estar minando permanentemente a las instituciones, sugiriendo una irresponsabilidad política de su parte.
López Obrador le respondió este martes con igual virulencia: “No me van a callar”. Por supuesto que no; al contrario. El jefe de Gobierno sabe que en eso de la polémica, nadie en el gobierno foxista lo bate, y en tácticas de combate, menos aún. Este lunes, en otro de los ejercicios de burla para los ciudadanos, 56 intelectuales y artistas firmaron un desplegado dirigido a la Cámara de Diputados donde los conminan a no votar por el desafuero porque, argumentan, si así lo hicieran se pondría en juego la legitimidad de las elecciones presidenciales de 2006 y no pasaría la prueba “nuestra incipiente democracia”.
El desplegado, hecho ver como un documento apartidista, no lo es tal, aunque no se descarta en lo absoluto que algún número de personajes que lo firman lo hayan hecho con total honestidad. La parte más interesante de las intrigas del documento de marras es que entre los firmantes se encuentran 11 que pertenecen al grupo Nexos, la revista que nació en los 70 como una alternativa de izquierda democrática, que en los 80 contribuyó al proyecto político de Manuel Camacho, y que en los 90 se convirtió en el núcleo intelectual del entonces presidente Carlos Salinas.
La presencia del grupo Nexos es la más relevante, aunque dos de ellos, Carlos Monsiváis y Lorenzo Meyer, en descargo de la inclinación por el ex Presidente, siempre fueron anti salinistas. La relevancia se revela en quién firma como responsable de la publicación, Lilia Rossbach, otra antisalinista de cepa casada con un salinista agradecido y hoy convertido en el redactor de los discursos de López Obrador, José María Pérez Gay. Su hermano Rafael es el director general de Nexos, y su íntimo amigo, Héctor Aguilar Camín, llegó al gobernante por el empresario que lo tiene como su alter ego, Carlos Slim.
Es decir, el desplegado fue elaborado con un profundo tufo partidista y camachista. Además de los Nexos, se encuentran la eterna asesora de Camacho, también miembro del consejo editorial de la revista, Alejandra Moreno Toscano, y otro cercano, a quien llevó a la asesoría legal de López Obrador, Diego Valadés, quien incluyó en la nómina de los abajofirmantes a Francisco Serrano, uno de sus leales, que dirige la Facultad de Derecho de la UNAM. Por si no fuera suficiente, el desplegado fue revisado la semana pasada por el mismo López Obrador, quien lo palomeó en señal de aprobación.
Entonces, ¿de qué se trata?
Uno, López Obrador está a la caza de bobos para que le crean toda su maquinación propagandista. Otro, Fox, castigando a López Obrador por una retórica que el mismo Presidente no ha dejado de utilizar. Parece olvidársele la manera como se ha referido despreciativamente del PRD, cómo ha llamado delincuentes a los priístas, cómo se ha puesto la vestimenta de luchador por la democracia cuando lo más que se le recuerde en la época en que se estaba martillando contra el autoritarismo fue que se pusiera orejas de burro en la Cámara de Diputados, en protesta contra Salinas, que fue, por lo demás, lo más relevante de su paso por esa legislatura.
Los dos juegan con las mentiras, entre las sombras, con su cultura sibilina. ¿Pero qué se puede esperar de ellos, si no son más que figuras mediáticas eficientes? Uno engañó a la mayoría de los mexicanos que lo hizo Presidente, y hoy se arrepiente, y otro está logrando lo mismo. ¿Se arrepentirán quienes voten por él en el 2006? Eso sí no puede preverse. Lamentablemente, las quejas no modifican retroactivamente la realidad.