EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Nicolás Maquiavelo

Fernando Lasso Echeverría

Octubre 18, 2016

(Segunda parte)

En 1506, los países europeos se sintieron inquietos por el súbito desarrollo de la organización bélica de Florencia manejada e impulsada por Nicolás Maquaivelo. Ante ese hecho, el gobierno florentino crea el Consejo de los Nueve, con el objetivo de controlar y manipular la situación externa, intentando evitar o retrasar enfrentamientos con otros países que afectaran a la república, y nombran a Maquiavelo su secretario principal. Para impedir interferencias legales internas, Nicolás escribe el Discurso sobre la armamentación del Estado de Florencia, alegato erudito que no deja resquicio ni oportunidad alguna para ser rebatido ni puesto en tela de juicio. El territorio florentino se divide entonces en distritos bélicos, financieros y políticos, a los cuales asiste personalmente Maquiavelo, encargándose de la leva de hombres y la recolección de dinero; inspecciona el uso de las armas, los ejercicios y los adiestramientos, las maniobras y las movilizaciones. Pero en ese momento, Maquiavelo es llamado por el Estado Florentino para darle la comisión de negociar con el papa Julio II, para que los ejércitos de éste no invadan Florencia, pues el Papa sabía de su debilidad fronteriza y pretendía –desde Bologna– tomarla y someterla con sus sanguinarios y feroces mercenarios, quienes sintiéndose menospreciados por el gobierno de Florencia, pretendían dejar un precedente único en el sentido de que sin su recurso no era posible construir militarmente nada en la península itálica; sin embargo, Maquiavelo logra frustrar el enfrentamiento y evitar tanto el derramamiento de sangre florentina como el dispendio financiero, y tal vez, la hecatombe misma del Estado florentino.
No obstante, a principios de 1507, Maximiliano I el emperador del sacro imperio romanogermánico, prepara una gran invasión a toda la península italiana y entonces el Estado Florentino –al desconfiar de la capacidad y lealtad de sus diplomáticos y políticos ubicados en las cortes de Maximiliano– envía nuevamente a Maquiavelo a intentar desvanecer esta amenaza. En su esforzado viaje, Maquiavelo pasa a través de la actual Suiza, en donde en tres días de observación y pesquisas militares y políticas confirma sus puntos de vista anteriores, referentes al buen funcionamiento de un Estado; repite sus observaciones en mayor escala dentro de los estados alemanes, todo lo cual le sirve para dar a conocer a su regreso a Florencia en junio de 1508, su Reporte sobre el Estado de Germania, escrito en el cual compilaba con mucho esmero innumerables datos e información sumamente valiosa para los altos jerarcas florentinos e italianos, sobre aspectos militares, económicos y sociales del sacro imperio romanogermánico; en él, Maquiavelo explicaba de manera serena y reflexiva las razones que explicaban la fuerza de la nación germana, y cuáles eran sus debilidades políticas; el agudo instinto político de Nicolás marcaba no sólo una tendencia a observar y narrar sus experiencias personales como simple testigo inmediato, sino que también analizaba y reflexionaba lógicamente sobre personas, hechos, datos e informaciones, y sustentaba tesis relacionadas, coherentemente sistematizadas, constituyendo finalmente valiosas teorías.
Sus escritos patentizan siempre este afán teórico en lo filosófico-político, y por lo mismo, son tanto fuentes depuradas y sumamente fieles de momentos y lugares históricos, como síntesis teorizantes, en donde el pensamiento analítico va erigiendo gradualmente una profunda y colosal comprensión filosófica y política, que habría de conmocionar tanto a la ciencia como a la práctica política desde ese entonces, hasta nuestros complejos y debatidos días en pleno inicio del siglo XXI, situando a Nicolás Maquiavelo como uno de los grandes pensadores, escritores y simultáneamente actores del drama y la comedia humana de todos los tiempos y lugares. Maquiavelo continúa siendo pues, una fuente inagotable de imaginación política y evidencia de los mayores logros humanos en el entendimiento y manipulación de los asuntos políticos.
A su regreso de tierras germánicas, Maquiavelo fue sorprendido con la novedad de que los florentinos –tratando de demostrar su poder militar y su capacidad financiera– se esforzaban por volver a dominar a la cercana ciudad-Estado de Pisa. Ésta había sido liberada temporalmente de sus obligaciones hacia Florencia, de sus pagos y tributos por los mismos florentinos, pero ahora, debido a los cambios geopolíticos impuestos por los mismos tiempos, Pisa resultaba indispensable en la demarcación de un contorno estratégico de poder regional favorable a Florencia, que no podía permitir que Pisa fuese libre y cayese en manos de sus enemigos, ya fuesen los papistas o los germanófilos, quienes estaban enfrentados; la ciudad-Estado de Florencia se había propuesto no solamente subsistir, sino predominar.
Maquiavelo reconsideró la situación, y se dispuso cavilosamente para hacer valer su nombre, sus títulos y su influencia para que le permitieran preparar y encabezar el ejército florentino; y así reorganizó las fuerzas y a los mandos del propio ejército que había formado, marchando al frente de sus hombres con el entusiasmo que lo caracterizaba; pero la presencia de Maquiavelo en el frente de combate despertó tanta algarabía y frenesí en el populacho florentino organizado como milicia, que los altos jerarcas de Florencia temieron que ese liderazgo los rebasara, provocando con ello que el Consejo de los Diez ordenara a Nicolás que dejara el campo de batalla y retornara a Florencia; sin embargo, Maquiavelo se negó rotundamente argumentando que sin su presencia en el frente, las tropas pasarían del entusiasmo a la pesadumbre y melancolía, y perderían sus objetivos de combate así como su excelente organización, que hasta ese momento les había permitido lograr grandes triunfos. En ese momento, Maquiavelo se muestra con plenitud tal como era: un hombre eminentemente cerebral, pero al mismo tiempo, capaz de vibrar con las grandes emociones de los seres humanos; un simple genio político con enorme fervor patriótico, pues Florencia y sus ciudadanos eran su emblema personal y su blasón íntimo. Toda su existencia estuvo enfocada a luchar por ellos, y si bien no fue muy escrupuloso para lograr tal fin, tampoco actuó nunca en forma inhumana; fue en su tiempo y en su espacio histórico, un distinguido pensador reflexivo y analítico, apasionado por defender la causa florentina, así como su propia filosofía y manera de actuar.
Pisa capituló incondicionalmente ante los florentinos que la asediaban, a principios de junio de 1509. Los grandes jerarcas florentinos reconocieron entonces, en forma íntima y personal, la gran labor técnica militar influyente de Nicolás Maquiavelo sobre la milicia, y la autoridad que éste representaba sobre el ejército. Las fuerzas florentinas se posesionaron de Pisa y sobrevino el saqueo, y luego la imposición de tributos de los vencedores a los vencidos; no obstante, Maquiavelo y sus militares del populacho no tuvieron acceso ni a una ínfima parte de todo lo capturado y logrado para los jerarcas florentinos, quienes para conciliar con Nicolás le ofrecieron cargos y fueros en Pisa, pero él se negó dignamente a aceptarlos considerando que los abusivos nobles sólo estaban ofreciéndole migajas del gran saqueo realizado en Pisa como botín de guerra, y a pesar de ello se mantuvo fiel a su ciudad-Estado florentino como hasta el momento había sido, pues la codicia y la ambición no eran debilidades suyas.
Regresó de Pisa a Florencia, donde se le dio la comisión inmediata –para sacarlo de la república, mientras el reparto del botín se llevaba a cabo– de conciliar los intereses de Florencia con los de otra ciudad-Estado: Mantua, la cual, estaba sitiada y a punto de ser invadida por las tropas germanas de Maximiliano; al caer Mantua en poder de los germanos, Maquiavelo rehusó conciliar con los invasores, y regresó a Florencia, cuya situación independiente y posesionada de toda la Toscana y el centro-norte de Italia, parecía venirse abajo, al estar cercada por dos fuegos: el de los invasores de la Germania y el de los mercenarios del Papa. Ante el derrumbe de todo lo logrado en años, Maquiavelo apeló a los grandes de la República, para tratar de conseguir alianzas con los reinos europeos, capaces de frenar la masacre que los tiempos parecían traer a la Italia central, en medio de los germanos y los papistas enfrentados, quienes amenazaban con la destrucción total de la ciudad de Florencia, para que no cayera en manos del enemigo.
Maquiavelo logró persuadir a los jerarcas florentinos para tratar de conciliar una alianza directa con el poderoso reino de Francia, y obtiene los permisos correspondientes para marchar hacia el país de los galos como diplomático plenipotenciario, con representación urgente y de excepción. En el verano de 1510, Maquiavelo intenta desesperadamente persuadir a las cortes francesas de Luis XII para conciliar la paz con los Estados Papales, especialmente con el entonces Papa Julio II, y evitar con ello, el desequilibrio de poder en Italia entera, hecho que podía arrastrar a Florencia a una guerra de supervivencia. Maquiavelo se esforzó por hacer comprender a los franceses que una Florencia neutral –pese a su republicanismo– era mucho más útil a los intereses galos en Italia, que una Florencia tomada a sangre y fuego por los ejércitos papistas o los germanos. Los franceses no parecieron comprender la situación real, y ciertamente de acuerdo con la descripción histórica de Maquiavelo “ignoraban todo lo respectivo a los asuntos políticos europeos”. Por ello, no respondieron a los urgentes llamados e inmediatas peticiones de Nicolás, fracasando su misión, sin embargo, en su informe dado a finales de 1510 a los gobernantes florentinos, Maquiavelo afirma en su Reporte de la misión en Francia que los franceses tenían la secreta intención de conciliar intereses con los germanos y aliarse con ellos, para luchar juntos contra los Estados Papales, y por lo tanto, participar en el saqueo inmediato a la derrota catastrófica de Italia; en su reporte, Maquiavelo concluía que Florencia –como parte de Italia– sería arrastrada inminentemente hacia la guerra contra germanos y galos.
Como consecuencia de sus propias reflexiones, resultados analíticos y experiencia, Maquiavelo urgió el inmediato rearme de Florencia, y él mismo se dispuso otra vez a organizar militarmente al Estado florentino. En realidad, nuestro personaje era un amante de la paz y el progreso; se inclinaba por negociar antes que recurrir a la violencia organizada, pero ante la grave situación que enfrentaba su Estado, se convertía nuevamente –en contra de su voluntad– de ciudadano civil en militar, pero esto no era nuevo para él, pues en la mayor parte de las situaciones que confrontó en su vida, su destino histórico lo llevó precisamente a desempeñar las funciones que menos le agradaban: las militares, aunque estaba –como pocos– apto para llevarlas a cabo y darles una eficiente realización. No obstante y a pesar de ello, no abandonó sus deberes diplomáticos y continuó realizando también el ejercicio de la cancillería, llevando a cabo una intensa actividad como hombre público, pues seguía cumpliendo encomiendas políticas y diplomáticas, viajando incesantemente.
Hacia finales del verano de 1511, se le comisiona una vez más para presentarse ante las cortes francesas a intentar persuadir a Luis XII de poner fin al Concilio Cismático que bajo su influencia se había instalado en Pisa, la ciudad mártir que después de haber sido derrotada por los florentinos, había sido dejada en manos de los Estados Papales, y luego fue dominada más tarde por tropas mercenarias pagadas por los galos; de persistir el desarrollo del Concilio Cismático eclesiástico en Pisa, Julio II, el Papa romano, amenazaba directamente al Estado florentino con una invasión de su ciudad y su territorio, y retomar Pisa por la fuerza de las armas. En forma inexplicable, esta vez Maquiavelo convence al rey galo Luis XII y vuelve directamente a Pisa, en donde en forma discreta y sin mayor trámite, disuelve el Concilio que serviría para elegir –en la propia Italia– un Papa que supliría a Julio II; no obstante, éste no cumple su compromiso con Maquiavelo y sus enviados, y pasando por alto lo pactado con los florentinos, invade Florencia y la República cae en pocos días en manos del papado, gracias al gran poder militar de la Liga Santa del papado romano, y es víctima de saqueos, de reprimendas, tributos y castigos masivos. Soderini, el jefe de Estado fue destituido de inmediato y todos los poderes estatuidos fueron disueltos y los consejos perseguidos. Florencia fue humillada hasta lo más profundo de su raíz independiente y autónoma. En los principios de 1512, auspiciados por el poder papal, los Médici retorna a la ciudad como sus nuevos gobernantes.
Con el desastre de la República, Maquiavelo perdió todas sus honorables posiciones. Se le negó toda su investidura pública anterior y se le prohibió –inclusive por escrito– el ingreso al Palacio de Gobierno; poco tiempo después, se descubre una intentona de golpe de Estado contra los Médici, la cual fue frustrada sangrientamente en los inicios de 1513, y Nicolás es hecho prisionero en su domicilio como sospechoso de haber participado en el grupo que planeó el golpe. Su vida pendía de un hilo cada vez más frágil, pues el nuevo gobierno monárquico lo hizo aceptar por la fuerza de la tortura responsabilidades de las cuales era totalmente inocente; finalmente, se le encarcela en las mazmorras de un convento-prisión, aunque él apeló inútilmente alegando su inocencia; no obstante, declarado “probadamente culpable” por el régimen represivo, se le incluyó en la lista de conspiradores originales, como consejero de éstos en los asuntos de diplomacia y política. Maquiavelo sufrió atrozmente en la prisión y casi muere, hasta que un indulto especial y personal lo sacó de la cárcel. Se le instaló en su residencia habitual, pero con muchas reservas y sobrevigilancia. En ese momento fallece Julio II, quien fue suplido por el cardenal Giovanni de Médici, con el nombre de León X, y Maquiavelo cambia totalmente su personalidad anterior y sus convicciones iniciales y se hace –como todo mundo– amigo de los Médici, queriendo recuperar lo que había perdido.
* Presidente de “Guerrero Cultural Siglo XXI” A.C.