EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

No hagan apuestas

Raymundo Riva Palacio

Junio 26, 2006

Si las preferencias de voto de la última fotografía nacional –mostrada en las encuestas de jueves y viernes– se traduce en votos, el consenso que será una competencia muy cerrada entre Andrés Manuel López Obrador, que va ligeramente arriba, y Felipe Calderón, ratificará que la lucha por la Presidencia será entre dos, pero que el resto de los cargos de elección popular se repartirá entre el PAN, el PRI y el PRD. Este diagnóstico no refleja, sin embargo, lo verdaderamente imbricado de este proceso electoral, donde la inteligencia emocional del electorado mexicano ha consolidado un volumen de votos volátiles y cambiantes para cualquier candidato, y la fragmentación económica, social, cultural y demográfica del país hacia tres partidos que tiene, al mejor informado, confundido.
Pero elección a tercios no significa que el país se divida, como suelen hacerlo algunos en forma superficial, con un norte volcado hacia Calderón, el centro entre él y Madrazo y el sur por López Obrador. En esta contienda el país está tan dividido en preferencias que ciudades con perfil similar están en posiciones antagónicas, que no existe el factor de género para ver quién tiene a las mujeres, o que los jóvenes también reparten preferencias, y que todos han cruzado los grupos socioeconómicos. No haga apuestas.
Hay cruces electorales que se pueden hacer por todos lados. Por ejemplo, si bien la campaña de López Obrador originó una contienda de lucha de clases, esto no impidió que tenga simpatizantes en las clases más altas del país, y que Calderón también tenga impacto entre sectores pobres, aunque es Madrazo quien disputa los votos a López Obrador por tantos años de cultura clientelar del PRI. Pero al analizar en términos económicos globales, el noroeste, que va de Jalisco a Baja California con una extensión a Chihuahua, la región del país de mayor desarrollo económico y donde se han sentido los mayores impactos positivos del TLC, Calderón tiene ventaja. No obstante, Baja California Sur es una anomalía porque es propiedad política del PRD, Michoacán –el menos desarrollado- está en manos perredistas, y Jalisco, que era un bastión panista, se está volviendo priísta, aunque en la competencia presidencial Calderón lleva ventaja sobre Madrazo dos por uno. Sonora es un misterio: estado priísta por abolengo, el conflicto público de Madrazo con el gobernador Eduardo Bours puede ocasionar un voto dividido: PRI en el Congreso, Calderón en la Presidencia. Pero, como pasa con otros de sus colegas en igualdad de circunstancias, nada les garantiza que ese voto dividido no se les revierta y pierdan el Congreso.
En el centro occidente, la segunda zona de mayor desarrollo económico, el PAN domina, con la excepción de Zacatecas, donde el PRD ha tenido dos sucesivos gobiernos exitosos, y se incluye una vez más en esa región a Jalisco. Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí tendrían que pasar por una catástrofe política para que dejaran de estar en manos del PAN, que también le quiere disputar el resto del norte al PRI. Esta región, que comprende a Coahuila, Durango, Nuevo León y Tamaulipas, apunta a la dominación absoluta del PRI, aunque en el caso de los regios existe la sospecha que, como en Sonora, se dé un voto dividido de priístas para el Congreso –que aparentemente van a barrer en el estado con el PAN-, y Calderón para Los Pinos. El PRD casi no pinta nada, aunque tiene destellos en el sur tamaulipeco y cercano a las huastecas, donde la marginación empata con los postulados de López Obrador.
En el centro del país, que concentra casi el 40% del voto nacional, la lucha es tripartidista. El estado de México es el mejor reflejo de esta pelea, pues el norte lo controla el PRI; en la zona norte connurbada con el Distrito Federal donde están los municipios ricos de Atizapan, Naucalpan y Tlanepantla, el PAN los ha tenido dominados por años; y en los distritos connurbados en el oriente de la capital, el PRD tiene una clientela lea y muy activa. El Distrito Federal, bastión del PRD desde 1997, lo seguirá siendo por una amplia mayoría superior de 40%, según todas las encuestas, y que seguirá nutriendo de votos a López Obrador quien, de todos los candidatos, es el que tiene el núcleo de simpatizantes más leales dentro de su partido, con un 98% de respaldo. Estados como Morelos representan nuevas interrogantes, pues una entidad que siempre dominó el PRI y le fue arrebatada por el PAN en las últimas elecciones, ahora enfrenta un fuerte desafío del PRD, cuya lucha amenaza con eliminar por completo al PRI de las contiendas. En Tlaxcala está sucediendo lo mismo, donde el PRI fue relegado por el bipartidismo PRD-PAN, mientras que Puebla, otro semillero de votos priístas, hay cálculos dentro del PAN y en la disidencia priísta, que la entidad se podrá vestir de azul. En Veracruz, la lucha también es entre tres, aunque con menor fuerza el PRD.
El sur cambia la correlación de fuerzas del PRD por el PAN, donde el PRI adquiere mayor protagonismo. No en Guerrero, que como en el Distrito Federal, el PRD está casi a 2 por 1 sobre el PRI, pero sí en Chiapas –donde el PAN se desinfló-, Tabasco –la tierra de dos candidatos presidenciales, en donde López Obrador aventaja a Madrazo-, o Oaxaca, donde los recientes problemas con el superoperador electoral priísta, el gobernador Ulises Ruiz, lo mantienen bastante neutralizado en su estrategia de acarreador de votos en la región. Entre el PRI y el PRD controlan el 80% de la votación en la región, dejando el resto para el PAN. En el sureste, Yucatán sigue siendo coto indisputado panista, como Campeche lo es del PRI. Pero Quintana Roo está muy dividida entre el PRI y el PRD, mientras Chiapas, que participa en las dos regiones, parece abandonar ahora al PRI y al PAN.
Pero si regionalmente la elección es compleja, la estratificación por edad es aún más confusa. Por ejemplo, los jóvenes entre 18 y 19 años se inclinan por López Obrador, pero aquellos entre 20 y 24, están con Calderón, quien amplía su rango de respaldo en aquellos grupos hasta 45 años. Mayores de esa edad se encuentran en el PRI, aunque cuando se toca a la tercera edad, López Obrador le ha venido haciendo mella a Madrazo. Una vez más, esto no significa que esos bloques son homogéneos, sino que sólo representan tendencias generales.
El dicho de que no hay nada para nadie parte de la lectura de las encuestas que, para el día de la elección, serán dos semanas viejas. Es mucho tiempo frente a la volatibilidad de un electorado fácilmente manipulable ante situaciones extraordinarias y al cierre de los aparatos partidistas, díada que ha demostrado sobradamente su capacidad para modificar súbita y tajantemente la opinión del votante.

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