Jorge Camacho Peñaloza
Octubre 14, 2016
La seguridad de los pueblos a mi mando, es el más sagrado de los deberes. José de San Martín.
La violencia está presente a lo largo de la vida humana, es consustancial a su existir, forma parte de los impulsos de ser humano, pero sobretodo es generada y propalada por la cultura, es decir, se gesta en un contexto social, usada para sobrevivir y socialmente para imponerse y, lamentablemente, para aniquilarse entre sí.
Por ello, como sociedad debiésemos empezar a actuar en función de darnos cuenta que también es nuestra responsabilidad la situación que estamos viviendo en Guerrero y no sólo del gobierno.
El hecho de que Guerrero sólo destaque en los medios de comunicación nacional e internacional por la violencia que en muchos de los casos no sólo viven sino que también generan sus propios habitantes, nos ubica al gobierno y a la sociedad, organizaciones no gubernamentales, asociaciones civiles e iniciativa privada, en el mismo nivel de corresponsabilidad para actuar, iniciar acciones contundentes y conjuntas, en pro de la paz y la concordia, en contra de la violencia y la inseguridad.
Todos coincidimos en que la violencia de la delincuencia organizada es la situación que más vulnera la seguridad pública, en que es necesario que las políticas públicas se enfoquen a combatir este flagelo que está afectando no sólo a la sociedad, sino a las propias personas que han sido víctimas por estar directa o indirectamente involucradas con el ámbito criminal, y en que es un problema cuyo origen está ya en toda la sociedad y por tanto su solución también.
Es un tema que no se va a resolver sólo con la intervención del gobierno a través de sus competencias y recursos, o de las fuerzas públicas, menos ante las limitantes, vicios y características existentes en los cuerpos policiales, los cuales se encuentran en proceso de transformación e institucionalización.
Tampoco se va a resolver con la formación de policías comunitarias que están fuera de la ley, que se extralimitan violando las garantías y derechos humanos, deteniendo a las personas y aplicando penas a cualquiera por cualquier pretexto, las cuales se han convertido en un problema de seguridad al competir entre sí, dirigidos por intereses poco claros, por el control de zonas y rutas, generando ya el rechazo de la población en varios municipios del estado.
Es urgente que socialmente construyamos la paz, porque ésta no se construye de otro modo, ni proviene del gobierno, para ello se requiere de un pacto por la seguridad que nos unifique en un frente común que prevenga la violencia.
Hacer un cerco común para inhibir los actos violentos en las familias, vecindades, comunidades, colonias, escuelas, iglesias, lugares públicos, empresas, en cualquier lugar en donde la sociedad desde todas sus trincheras y el gobierno, no peleen o disputen liderazgos ni intereses mezquinos, sino que generen mecanismos de cooperación, coordinación y corresponsabilidad.
Socialmente, la violencia requiere empezar a construir un pacto para allegarnos de instrumentos que nos unifiquen y fortifiquen, hemos tocado fondo y necesitamos tener como objetivo común la paz.
Es imperante que iniciemos la construcción de un pacto por la seguridad que nos garantice menos violencia, más prosperidad y más certidumbre para la inversión nacional y extranjera; que no sea sólo el clamor generalizado de la sociedad, sino la corresponsabilidad con el gobierno para exigirle no sólo dar respuesta inmediata, real y objetiva, sino que el pacto de seguridad sea el reflejo de un mejor estado de ánimo de todos los y las guerrerenses.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A todos los y las guerrerenses que tomemos la misma bandera de darle la espalda a la violencia, con un pacto de seguridad que nos permita vivir en la prosperidad.