EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

París: lecciones para México (I)

Raymundo Riva Palacio

Noviembre 18, 2015

La reacción institucional francesa ante los atentados terroristas en París, arroja lecciones importantes para México en manejo de crisis y comunicación política. La forma como las autoridades encararon el ataque simultáneo en la capital y su zona metropolitana, como se fueron ajustando a las circunstancias en tiempo real y reaccionando para generar certidumbre en la población, mostró el trabajo atrás del presidente François Hollande de un equipo con la frialdad suficiente para tomar decisiones en caliente, y la experiencia para manejar y dosificar la información. En escasos 120 minutos, aún con persecuciones policiales y balaceras en algunos barrios parisinos, el gobierno se puso al frente y nadie lo dudó. Sería el comienzo.
Los ataques terroristas comenzaron a las 9 y 20 de la noche del viernes en una puerta externa del Estadio de Francia, donde se encontraba Hollande, cuando un kamikaze detonó su cinturón lleno de explosivos. Cinco minutos después, otros terroristas dispararon sobre los clientes de un bar y un restaurante en una zona de moda, donde mataron a 10 personas. A las nueve y media otra explosión sacudió otra puerta del estadio. Hollande fue llevado a una sala de control de seguridad en el estadio para hablar por teléfono con sus ministros, lo que generó la primera fotografía para la prensa: Hollande estaba a salvo y en control de la situación.
Tras esas llamadas fue evacuado y llevado al Ministerio del Interior para coordinar la respuesta. Ahí lo esperaba el ministro Bernard Cazanueve, y se les sumó el primer ministro, Manuel Valls. Los tres fueron retratados en el salón de operaciones del Ministerio, en la segunda fotografía distribuida para ratificar la solidez de las instituciones francesas. Cuando Hollande tuvo suficiente información sobre lo que había sucedido, se trasladó al centro de espectáculos Le Bataclan, ícono del ataque, donde declaró a la prensa –tercera imagen poderosa– que pelearía “sin piedad” contra el terrorismo. Poco después, emitió un mensaje pidiendo a los franceses permanecer fuertes ante los ataques y más adelante, ofreció a sus ciudadanos el primer informe de lo sucedido hasta ese momento en un breve discurso desde el Palacio del Eliseo, transmitido por televisión.
No hubo dubitaciones. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, llegó a Le Bataclan poco antes de Hollande, justo después de que la policía había tomado por asalto el centro de conciertos para evitar una masacre mayor. Después de eso, se colocó en el asiento trasero del protagonismo, y le dejó los micrófonos al jefe de la policía, Michel Cadot, quien llenó los espacios antes de que se desataran los rumores, y dio cifras aproximadas de las víctimas. Las redes sociales fueron saturadas por la información oficial, que se sobrepuso a las especulaciones virales.
Los noticieros no pararon, ni tampoco los blogs de los medios, lo que representaba un desafío para la comunicación. En la madrugada del sábado, la oficina del fiscal general, Jean-Claude Marin, dijo extraoficialmente a la prensa que estimaban que todos los ocho atacantes estaban muertos, imprecisión que no generó una condena por el error, porque la velocidad con la que seguían difundiendo información oficial hacía que detenerse en ese detalle era perder mucho tiempo en el ciclo informativo. Hollande llamó a una reunión de emergencia del gabinete y convocó al Consejo de Seguridad Nacional para el sábado por la mañana. Las autoridades recomendaron a los parisinos permanecer resguardados y declararon el estado de emergencia. En un nuevo mensaje al mundo, Hollande canceló su viaje al G-20 en Turquía, y envió a los ministros del Exterior y de Finanzas, Laurent Fabius y Michel Sapin, en su representación.
El sábado 14, Hollande volvió a aparecer, como la principal figura al mando. Anunció tres días de luto nacional y dijo que los ataques en París habían sido “un acto de guerra”, organizado por el Estado Islámico con ayuda interna. El presidente francés se mantuvo al control de la agenda noticiosa, con el respaldo de la información preliminar, pero segura, de sus ministerios del Interior, Exterior, Defensa y los servicios de inteligencia. Tras esa aparición, Valls y Cazanueve subieron al escenario mediático. Valls tomó la estafeta de Hollande para dar las declaraciones políticas, mientras Cazanueve y los fiscales aportaban detalles de los terroristas. El fiscal Molins terminó de copar los espacios informativos en Francia y el mundo al detallar cómo fueron los ataques e identificar a tres comandos que habían actuado coordinados desde Siria y Bélgica.
El domingo 15, mientras los fiscales y la policía continuaban llenando los vacíos en la opinión pública con información sobre las identidades de las víctimas, el Ministerio de Defensa informó de la primera oleada de bombardeos de aviones de combate franceses sobre Raqqa, la capital de facto del Estado Islámico. El Palacio del Eliseo informó que el Presidente hablaría ante una sesión especial del Congreso del Parlamento Francés en el Palacio de Versalles, afuera de París, que sentó las bases para que el lunes pidiera enmiendas constitucionales para extender el estado de emergencia por 90 días, que conculcaría garantías individuales y le permitiría atacar objetivos del Estado Islámico en el exterior.
La reacción institucional francesa, cuatro días después de los ataques, había contenido el pánico –que no el temor–, mantenido la estabilidad francesa y los mercados sin alteraciones. Decisiones rápidas y acertadas, producto del oficio político, algo que no se ha visto en México hace tiempo, y de lo cual se hablará en la próxima columna.

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