EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Pintar nuestra raya

Jorge G. Castañeda

Noviembre 11, 2016

Discrepo por completo de la tesis actual, de que no hay motivo en México para preocuparse por la victoria de Trump. Se trata del mismo error garrafal –que yo no cometí– de todos aquellos que hace un año y medio decían que jamás el empresario podría ser el candidato del Partido Republicano. Luego metieron de nuevo la pata al decir que jamás podría ganar la elección contra Hillary Clinton –este error sí lo cometí en las últimas dos semanas–. Y ahora piensan que Trump no va a hacer nada de lo que prometió: encarcelar a Hillary Clinton; obligar a Japón y a Corea del Sur a defenderse solos aunque eso signifique adquirir armamento nuclear; obligar a los miembros de la OTAN a financiar ellos mismos el presupuesto de la organización; derogar el Obamacare; suprimir la contribución de EU a la convención de cambio climático recién ratificada en París; construir un muro en la frontera con México; deportar a todos los indocumentados; rechazar el Acuerdo Transpacífico (TPP) y renegociar o derogar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Es ingenuo pensar que no va a cumplir sus promesas a propósito de México, pero sí todas las demás. Los políticos nunca cumplen todo lo que les prometen a todos pero siempre tienen que cumplir algo de lo que les prometen a algunos.
En el caso de México, Trump va a deportar a un buen número de mexicanos. No va a suprimir el TLC, pero sí va a querer renegociar algunas partes. Y no va a construir el muro a lo largo de toda la parte de la frontera, pero sí a lo largo de muchos kilómetros. Y buscará formas indirectas de que paguemos dicho muro.
Por todos estos motivos la postura del avestruz, a saber, “del no pasa nada”, es una aberración. Al contrario, pienso que México debiera pintar su raya, utilizando una expresión que le escuché a Aguilar Camín y debe hacerlo en concreto en los tres aspectos que más nos preocupan.
Primero, decir claramente que la construcción del muro es un acto hostil para con México, contra el cual va a pelear todo lo que pueda. Debemos utilizar todos los instrumentos jurídicos, ecológicos, políticos, culturales y sociales para que no se construya. No tienen derecho y tenemos canicas para tratar de impedirlo. Tal vez ganemos, tal vez perdamos, pero no debemos dejar de pelear.
Segundo, debemos decir claramente que el TLC no puede ser reabierto o renegociado. Más adelante se verá si a cambio de otras concesiones se puede aceptar una cierta renegociación del mismo.
Y tercero, ser muy claros al afirmar que la deportación masiva de mexicanos en EU es algo inaceptable para México, y aquí sí tenemos cómo dificultar enormemente esa faena. Podría decirle muy fácilmente a las autoridades de EU que aceptamos un deportado a condición que nos demuestre con documentos su nacionalidad mexicana. Si alegan que por definición los indocumentados no tienen documentos, les decimos que nosotros pensamos que la gran mayoría de deportados son centroamericanos, y que si quieren deportarlos que los manden a Centroamérica. Algunos mexicanos acabarán allá, ya verán qué hacen. Por lo pronto, se acumulará un rezago tal de deportaciones que los propios norteamericanos no sabrán que hacer. Pero en todo caso lo importante aquí es pintar la raya: afirmar o reiterar que la deportación de cientos de miles o millones de mexicanos constituye una grave violación a los derechos humanos.
Todas estas son posiciones de negociación. Algunas batallas las ganaremos, otras las perderemos. Pero lo que no tiene sentido es congratularse de que Trump ganó porque entonces Peña pareciera no haber cometido la enorme idiotez de invitarlo a México, y ahora ponerse de nuevo de tapete frente al nuevo gobierno de Washington aceptando que sus exigencias son legítimas y negociables.