Jorge Camacho Peñaloza
Junio 01, 2018
Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado. Miguel de Unamuno.
Ayer di a conocer mi decisión acerca de por quien voy a votar el próximo primero de julio después de haber participado en un proyecto legítimo de cambiar al país encabezado por Margarita Zavala, lo hice público porque es una convicción hacer política transparente. Así como me sumé abiertamente al proyecto de Margarita, al que muchos pusieron obstáculos y que se ha salido de la contienda por congruencia, al no existir condiciones de equidad, hoy de igual forma abiertamente sostengo que voy a votar por José Antonio Meade.
Hace una semana decidí que no votaría por el Frente porque se trata de la alternativa construida por Ricardo Anaya al servicio de sí mismo. Poco o nada tiene que ver este PAN en alianza con el PRD y MC, con aquellos valores que defendía el partido en el que me formé y crecí, que me hicieron creer en una política orientada hacia el bien común, que me llevaron a luchar por una patria más justa, ordenada y generosa, ese PAN que se fundó para construir democracia y ciudadanía, no es el PAN de Anaya. Para eso Anaya olfateó los intereses también personales de los dirigentes del PRD y Movimiento Ciudadano para amalgamar una alianza de intereses personales; no es un proyecto de país lo que los impulsa sino sus propios intereses.
Tomé la decisión consciente y en libertad, tengo un gran respeto por Margarita Zavala, por su trabajo, por su lucha. Admiro profundamente el esfuerzo que hizo para lograr ser candidata independiente. Sé lo que para ella significó dejar atrás más de 30 años de militancia en Acción Nacional. Una vez que se retiró de la contienda, Margarita alentó a su equipo y a sus seguidores para que cada uno, haciendo uso de su libertad personal, tomara la decisión que considerara más conveniente para este país, lejos de cualquier actitud corporativa o sectaria.
Tomé la decisión pensado que el voto tiene consecuencias personales para toda la vida. Un voto en conciencia implica asumir las secuelas que se derivan de un acto sencillo pero decisivo. Un voto en conciencia, en mi caso, es una decisión fundamental en mi vida. Y he tomado la decisión pensando en el México que quiero para mis hijos y en el tipo de gobierno que quiero para el país a partir del primero de diciembre, actuando conforme a mis principios y convicciones. Sé que en la actualidad ser sincero y tener principios es algo extraño, parecería que hoy la política se ha convertido en el arte de la simulación o de la mentira, en un disfraz para ocultar verdades inexorables.
Tuve la opción de anular el voto, abstenerme o votar por los dos otros candidatos, pero era echar a perder mi voto. El mejor voto útil es el voto que se hace a conciencia, aquel que se deposita en la urna en función de un interés superior, que en este caso es México. Votar en conciencia no sólo significa un voto más en el tedioso recuento de innumerables boletas. Significa aspirar a lo mejor para México y eso inicia con el mandato de la gente. El voto que persigue lo mejor se decide también obedeciendo y atendiendo a los principios y al instinto sobre de qué lado de la historia queremos estar. El político que no tiene más bandera que su honestidad y su coherencia, está obligado a ser transparente y a luchar por lo que considera mejor. En el engaño nada florece y en la verdad todo es posible. Por eso hoy mi decisión es apoyar a José Antonio Meade.
Soy panista, y en el PAN he luchado por causas que me parecen justas: fui diputado local en Guerrero, competí por la gubernatura del estado en 2015 en condiciones de gran desventaja por la casi nula existencia de Acción Nacional en la entidad, pero con orgullo puedo decir que hice una extraordinaria campaña y logré una gran votación. Después acepté la designación como secretario de Vinculación en la administración de Anaya y fui delegado del Comité Ejecutivo Nacional para la elección de gobernador en Chihuahua, donde logré convencer a Javier Corral a que aceptara ser candidato a gobernador. Él me nombró su coordinador de campaña y juntos –él como candidato y yo como su coordinador– logramos el triunfo. Como panista puedo sentirme satisfecho por lo aportado, siempre fui leal e íntegro, nada tengo que reclamar a la institución –y sí mucho que agradecer– y estoy seguro de que tampoco habrá reclamos por mi decisión.
Como panista y estando absolutamente convencido de lo que hago, en pleno ejercicio de mis libertades ciudadanas, decido que mi voto el próximo 1 de julio será por José Antonio Meade porque representa en buena medida lo mucho que le hace falta a este México nuestro: un gobierno eficaz y eficiente, con una visión integral, que entienda los límites del ejercicio público, honestidad, preparación y convicción. Mi voto por Meade es porque llegué a la conclusión simple y contundente de que votar por Meade es empujar a México hacia el futuro, porque lo veo en sintonía con las instituciones y la sociedad, con el contexto internacional, sobre todo con las políticas económicas y sociales de última generación, lo veo en sintonía con la ciudadanía, con la modernidad. Veo un Meade política y socialmente respetuoso, capaz, con experiencia, todo lo cual me permite sostener que es el único de los cuatro que quedan que puede echar a México hacia adelante.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A mis paisanos que pensando que lo que esté en juego es cambiar hacia el futuro o cambiar hacia el pasado, pos yo digo que decidan por lo primero.