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Sábado 28 de Septiembre de 2024

Guerrero, México

Opinión  

PRD: votar o no votar ¿esa es la cuestión?

Armando Escobar Zavala   La democracia tiene exigencias que van mas allá de las urnas. En determinadas circunstancias, en el PRD, las elecciones por sí solas pueden rebelarse lamentablemente inadecuadas para dirimir sus controversias de selección. Los procesos electorales internos para el Partido de la Revolución Democrática han tenido un altísimo costo, han sido el … Continúa leyendo PRD: votar o no votar ¿esa es la cuestión?

Mayo 19, 2004

Armando Escobar Zavala  

La democracia tiene exigencias que van mas allá de las urnas. En determinadas circunstancias, en el PRD, las elecciones por sí solas pueden rebelarse lamentablemente inadecuadas para dirimir sus controversias de selección. Los procesos electorales internos para el Partido de la Revolución Democrática han tenido un altísimo costo, han sido el inicio de una cadena de escándalos que lo han llevado al descrédito y, con ello, han arrastrado a la política.

El ejercicio amnésico de olvidar las desastrosas experiencias democráticas (basta releer el Informe Final de la Comisión para la Legalidad y la Transparencia del Partido de la Revolución Democrática, de Samuel del Villar) y, la más lamentable aún, de los cuestionados métodos locales para elegir directivos en áreas sustantivas de la vida universitaria, no remediará la cruda realidad del PRD que ha sido tomado desde dentro; que ha sucumbido ante la ambición de quienes en él han encontrado el acceso a cargos y recursos que abren la carrera hacia el poder. “La revolución democrática surgida en 1988 se ha visto pervertida por los antivalores de la corrupción”, afirma don Samuel.

Si partimos de la sorprendente disposición para la autofagia en el PRD y el rol de una militancia de barricada que nace del clientelismo mas detestable –por la manipulación de lo mejor de nuestro país: su gente y, de manera especial, la juventud estudiosa–, es fácil explicarse los motivos de la despolitización, la falta de una ideología de contornos más o menos identificables y la ausencia cabal de algún asomo de teoría. Por su visión maniquea, no es casual que el próximo 23 de mayo, Día del Estudiante, la nomenclatura universitaria convoque a una marcha de apoyo. Ante la parálisis teórica e ideológica, la movilización. Estamos en la antesala de las futuras reacciones epidérmicas de los grupos políticos enquistados en la dirección universitaria y del partido; en esa simbiosis de desastrosos resultados.

Pero lo que es más grave, en la investigación de Samuel del Villar quedó en claro que “en varias entidades el membrete del partido era parte del grupo político de los gobernadores (básicamente priístas) para seguir engañando a la gente”. Habrá que rectificar el camino.

En este proceso, la historia de linchamientos está ciertamente nutrida. Quien comete el imperdonable delito de distanciarse de candidaturas del grupo hegemónico universitario, le gana no sólo la condena en el partido, sino la rescisión laboral en la Universidad. Esta fórmula no es nueva para combatir la disidencia en los partidos políticos en México, pero debiera ser vergüenza para un partido como el del sol azteca. En la raíz de esta actitud están algunas herencias indeseables. Junto a ellas, hay que anotar los hábitos antidemocráticos y caciquiles de quienes se formaron en la política en estas prácticas que en el discurso reprueban.

No tengo precedente de que un ex rector de la UNAM haya sido designado coordinador de campaña de un aspirante a la Presidencia de la República; vamos, ni quisiera en la época orgiástica del priísmo; o que un rector haya defendido a ultranza a candidato alguno. Hubiera sido desastroso para la investigación, la cultura y la vida académica del país que esto sucediera. Para fortuna de todos, aún hay espacios donde la academia está por encima de las ambiciones políticas. La universidad debe ser la mejor trinchera de la reflexión y no el subproducto de la mezquindad.

La vieja tradición de la izquierda marxista o anarquista fue del todo abandonada. La reflexión fue pulverizada por la acción electoral. No es casual que desde entonces el partido del sol azteca carezca de un órgano informativo –hay publicaciones de algunos grupos– y esté ayuno de ideas, por lo que resulta muy explicable que se haya olvidado de contar con un órgano teórico. Hoy la inteligencia está bajo sospecha. Se privilegia el chisme y la zacandilla, se exaltan las actitudes trepadoras, la falta de escrúpulos y las carreras en pista lodosa.

Algo habrá que hacer para combatir esa tendencia de envilecimiento de la política.

Falta el análisis, el diagnóstico de un sistema de partidos que ha expandido, en la novel democracia mexicana, los vicios y corruptelas del pasado autoritario. Los partidos han terminado convertidos en medios (instrumentos) para alcanzar fines (ambiciones) de personajes y grupos que los asaltan y manipulan.

Sin la viga maestra que sustentó su estructura desde el origen hasta su derrota ante las tribus, algunos grupos en el PRD se lanzan a la aventura de exigir resolver el derecho a elegir a su candidato por medio de una elección abierta, en la que, a partir de lo documentado en el diagnóstico de don Samuel, gana el grupo que mas trapacerías comete. La fascinada “solución democrática” está asentada en terreno pantanoso, cuyo producto, se advierte, no será el resultado de un transparente proceso interno, sino de la miseria de sus dirigentes.

La necesidad de adoptar una visión más amplia de la democracia –una visión que vaya más allá de la libertad de elección y el voto– ha sido discutida pormenorizadamente no sólo en la filosofía política contemporánea, sino también en las nuevas disciplinas de la teoría de la decisión social y la teoría de la decisión pública, influidas ambas por el razonamiento económico así como por las ideas políticas.

La democracia debe otorgar un lugar central a garantizar la libertad de discusión pública y las interacciones deliberativas en la teoría y la práctica políticas –no sólo a través de las elecciones ni sólo para las elecciones–. Lo que se requiere, como observaba Rawls, es el resguardo de la “diversidad de las ideas”. El tortuoso arte de la negociación, la moderación y prudencia, en fin, todo aquello que constituye la esencia del quehacer político, nos es extrañamente ajeno.

Habrá que rescatar la olvidada práctica ateniense de compartir la decisión política.

“Enfrentemos este reto, como lo señala Cuauhtémoc                               Cárdenas, y cumplamos con esta responsabilidad histórica. Si no lo hacemos, así tengamos los mejores candidatos, que los tenemos, no habrá partido ni para el triunfo electoral, ni para nada, ni para nadie”, advierte Del Villar.