EL-SUR

Martes 16 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Rafael Aréstegui Ruiz, luchador social infatigable, destacado académico suriano

Rogelio Ortega Martínez

Febrero 06, 2019

En reciente imagen de archivo, José Maclovio Sautto Vallejo y Rafael Aréstegui Ruiz . Foto: Jesús Trigo
En reciente imagen de archivo, José Maclovio Sautto Vallejo y Rafael Aréstegui Ruiz . Foto: Jesús Trigo

Ayer martes 5 de febrero de 2019, recibimos la triste noticia del fallecimiento de nuestro gran amigo y compañero de mil batallas, Rafael Aréstegui Ruiz. El dolor y sufrimiento que nos embarga es tan grande como los innumerables recuerdos que nos deja en cientos de acciones, debates, discusiones intensas, como días y años de lucha y pasión revolucionaria, lucidez y reflexión académica. Queda, para todas y todos los que tuvimos el gusto de conocerlo, su herencia de luchador social infatigable y como legado, su obra y su quehacer educativo de universitario destacado y lúcido.
Suriano y guerrerense por origen y convicción, nació en Iguala de la Independencia el 9 de agosto de 1949. Sus progenitores fueron Rubén Aréstegui y Alicia Ruiz; sus abuelos, Rafael Aréstegui y Praxedis Ruiz; sus abuelas, María Macali y Fructuosa Loza. “En Iguala quedó sembrado mi ombligo”, nos decía con emoción cuando se trataba de resaltar su identidad, “y en Tlateloco nacieron mis convicciones revolucionarias”, reafirmaba.
Estudiaba en la Preparatoria 4 de la UNAM cuando estalló el Movimiento Estudiantil del 68. En el emblemático libro de Elenita Poniatowska: La noche de Tlatelolco, luce una foto en la que se ve de cuerpo completo a un joven alto y delgado, en la explanada del Zócalo de la Ciudad de México, luciendo en esa noche un gabán calentano. Ese era el joven activista que comenzó a descollar como fogoso orador, impetuoso e infatigable luchador social, El Flaco Aréstegui.
Y a continuación, lo vamos a encontrar en las escuelas y facultades de la UNAM organizando brigadas de solidaridad con la colonia Rubén Jaramillo en Cuernavaca. Gran experiencia de comunidad de la tierra, como la continuidad y desenvolvimiento del zapatismo. Se consolidó la Rubén Jaramillo y el experimento comunitario se extendió en toda la región y se radicalizó convirtiéndose en un nuevo grupo guerrillero dirigido por el líder carismático suriano, calentano y guerrerense, de prosapia revolucionaria: Florencio Medrano Mederos, El Güero. Cercado el proyecto comunitario y librando la azarosa lucha guerrillera, nuestro Flaco Aréstegui fue detenido en Teacalco, frontera entre Guerrero y Morelos. Herido e inmovilizado, luego de un férreo enfrentamiento con elementos del ejército y policías judiciales de Guerrero y Morelos, fue torturado al limite extremo de toda resistencia humana, pero no delató a nadie. La secuelas de las heridas en todo su cuerpo, pero especialmente en su rodilla izquierda, lo marcaron para siempre. Fue recluido en la cárcel de su ciudad natal: Iguala. La movilizaciones universitarias y populares permitieron que lograra su libertad.
Más tarde lo encontré como profesor de matemáticas en la Preparatoria 2 de la UAG, en Acapulco. La Prepa 2 era el último baluarte de la oposición al proyecto de Universidad-Pueblo que inauguró el doctor Rosalío Wences Reza durante su primer rectorado en la UAG, 1972-1975. Transcurría el año 1976, en el rectorado del doctor Arquímedes Morales Carranza.
El Flaco Aréstegui tenía un extraordinario discurso de izquierda, incluso de izquierda radical, pero no militaba en ningún grupo de las izquierdas ya definidas en la UAG. Un día, recapitulando cómo nos conocimos y cómo llego a la UAG, me dijo: “Recuerda que yo estaba en mi base natural de apoyo, en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y era parte de los líderes históricos, ‘las vacas sagradas del 68’. A nuestros posicionamientos y propuestas todos las apoyaban y nos seguían, hasta que llegó otra generación de jóvenes, provenientes de la primera generación de egresados de los Colegios de Ciencias y Humanidades, CCHs, de la UNAM. Entonces, un día, perdí un debate y la votación. Salí del auditorio muy abatido, deprimido y muy enojado. En los pasillos me encontré al doctor Rosalío Wences Rezaa, que caminaba rumbo a su clase de Ciencia y Sociedad y, me dijo: ‘¿que te pasa?’. Le conté lo sucedido y me orientó: ‘aquí ya se agotó tu ciclo y tu influencia, ya llegó otra generación de remplazo. Vete a Guerrero’. Sacó su agenda y me dio los teléfonos de José Luis Parra Mijangos, Efrén Marmolejo y Jaime Alcaraz. Me vine a Guerrero y me incorporé a su corriente”.
Más tarde nos conocimos en otro ámbito de la política, fuera de las actividades universitarias, en la organización del Comité 10 Años de Lucha Revolucionaria 1968-1978, promovido por Raúl Álvarez Garín y Marco Rascón, de la revista Punto Crítico. Confluimos ahí casi una decena de organizaciones y líderes de la llamada Izquierda Independiente: Camilo Valenzuela de la Corriente Socialista, CS; Rubén Aguilar, del Comité de Defensa Popular de Chihuahua, CDP; Eleazar Pérez Manzano, de la Unión Campesina Independiente, UCI; Héctor Sánchez, de la Coalición Obrero Campesina Estudiantil del Ismo, COCEI; Juan Angulo, Alejandro Toledo Patiño, Oscar Estrada y Axel Didricksson, del Grupo de Izquierda Revolucionaria Espartaco, GIRE; Rubén Jiménez Ricárdez y Nuria Fernández Espresate, de Cultura Obrera; Rafael El Flaco Aréstegui, Luis Fuello y Maclovio Sautto Vallejo, por el MIRE; Guillermo Sánchez Nava Saúl López Sollano y, como dicen los abogados: el de la voz, representando a la Unión Estudiantil Universitaria Guerrerense, UEG y, Arturo Miranda, representando a la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, ACNR.
Compartimos proyectos políticos dentro y fuera de la Universidad. En la Preparatoria 2 de la UAG, además de hacer trabajo político, El Flaco, bajo las siglas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria Estudiantil, MIRE, participaba en el proceso de configuración en Guerrero de la autollamada izquierda independiente. Recuerdo que en una reunión de todas las organizaciones que apoyábamos al doctor Rosalío Wences en su segundo periodo rectoral (191976-1978), el doctor Ugo Pipitone le dijo, con su peculiar acento italiano: “Rafa, a tu grupo le sobra la E”. Le estaba sugiriendo que se pusiera solamente, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Rafa, El Flaco Aréstegui, ya estaba vinculado con el proyecto organizativo de Francisco Fierro Loza y sus Comandos Armados de Morelos “Rubén Jaramillo”.
Otra organización de mayor influencia, fundada por Rafa Aréstegui fue el Movimiento de Lucha Revolucionaria, MLR. Recuerdo a sus alumnos y destacados activistas: Hugo Martín, Fernando Solano, Gerardo Gaytán, El Triqui, Gabino Solano, Rómulo Reza y Augusto, El Gusi, entre otros.
Siempre activo dentro y fuera de la universidad en la política de izquierda, se incorporó a la UEG y lo postulamos como candidato a rector de la UAG, en acuerdo explicito con el doctor Wences, y en plática privada en la que estuvimos Armando Chavarría, Guillermo Sánchez Nava, Saúl López Sollano y el de la voz. El doctor Wences cambió de opinión y apoyó al ingeniero Ramón Reyes Carreto. El Flaco Aréstegui perdió la elección y nosotros con él. A la postre, en la confrontación interna, Armando Chavarría tomó la rectoría, se suscitó una confrontación violenta y Armando fue expulsado de la UAG por un periodo de dos años.
Rafa se replegó en la academia, hizo su doctorado en Educación en la Universidad de Morelos, y creció como destacado académico. Sus líneas de investigación y docencia fueron los temas educativos y los movimientos sociales. Dirigió la Maestría en Ciencias Sociales donde se formó y gestionó su infraestructura y equipamiento. Participó en la transformación de su institución haciendo nuevos programas educativos de licenciatura y posgrado.

Rayo de luz en alto pebetero.
Ardiente luz en negra noche.
Fuego intenso de fusil, en el combate.
Albatro y águila serena, en pleno vuelo.