Josefina Vázquez Mota y su equipo están jugando contra Felipe Calderón, aliándose con
intereses empresariales de Monterrey
Cuando su campaña presidencial estaba en problemas y Felipe Calderón invitó a sumarse
a la entonces secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, la vieja aliada del
candidato, a quien le debía parte de su meteórica carrera al establishment político panista,
no lo pensó mucho. Dijo que sí y se apuró a presentarse oficialmente con Calderón y sus
estrategas. En ese momento precisamente, comenzaron sus problemas. Vázquez Mota
llegó con sus colaboradores más cercanos de la Secretaría, los subsecretarios, su
coordinador de asesores y su jefe de prensa, a quienes presentó como el nuevo equipo en
la campaña. Calderón la atajó. Le dijo, de acuerdo con quienes conocen los detalles del
encuentro, que se lo había dicho antes en privado, pero que ahora lo obligaba a decírselo
en frente de ellos: sólo tú estás adentro, no ellos; vienes para dar la cara, no para armar un
equipo paralelo. El equipo, remató, somos nosotros. Entonces, como ahora, la cabeza de
“nosotros” es Juan Camilo Mouriño, el superasesor presidencial.
Vázquez Mota, consideran personas que siguieron el proceso tras ese momento
vergonzoso para ella, nunca lo pudo superar. Calderón tuvo que intervenir para que durante
la campaña, Mouriño se dejara ver con ella en público para enviar –infructuosamente– el
mensaje político de que no había nada entre ellos y que la ex secretaria seguía siendo una
figura importante. Maltratada y echada a un lado, Vázquez Mota estuvo rebotando cuando
comenzó el proceso de repartición de carteras, cayéndose de las más importantes, para
sus pretensiones futuras, y a las que más acariciaba. Ella se había sumado a la campaña
con dos expectativas: ser secretaria de Gobernación, si se mantenía la dependencia en los
términos actuales, o jefa de Gabinete, si se creaba la figura a semejanza del Chief of Staff
de la Casa Blanca, que se encarga de la política interna y de las relaciones con el
Congreso. Sus asesores, buena parte responsables de los problemas que tiene por sus
sueños y ambiciones, le cantaban al oído la melodía del 2012. Pero a ella y ellos, les
dejaron caer el agua helada, al dejarle únicamente la opción de Educación Pública.
Errores en la operación política que le encargó Calderón fueron clave para su pérdida de
capacidad de maniobra en la campaña y su relevo de funciones por parte de Mouriño,
César Nava, quien es el secretario particular del presidente, y Javier Lozano, actual
secretario del Trabajo, quienes tuvieron que entrar a minimizar los daños con los
legisladores que el trato prepotente y descuidado de Vázquez Mota había causado en la
construcción del entramado para la toma de posesión y los primeros acuerdos políticos
con la oposición. Vázquez Mota llegó a Educación Pública casi como un premio de
consolación que le dio Calderón por haber saltado del gabinete a su campaña, y la
debilidad de carácter en un momento determinado del presidente ante la forma como salió
magullada de todo el proceso. Le permitió colocar a sus ex subsecretarios de Desarrollo
Social, que de educación sabían poco, en las subsecretarías de Educación, salvo en
Educación Básica, que es casi un 80 por ciento de la actividad de la Secretaría, que recayó
en Fernando González, yerno de la maestra Elba Esther Gordillo. Este golpe directo a la
autoridad y hegemonía de mando de Vázquez Mota en la dependencia le dio,
paradójicamente, las posibilidades de renacer políticamente y construir una fuerza política
que le permita llegar con posibilidades al momento de las definiciones para el 2012.
La clave es ese subsecretario y el cuestionado proyecto de Enciclomedia. González tiene
bajo su responsabilidad ese programa que durante el gobierno de Vicente Fox tuvo todo el
respaldo del Estado mexicano para su desarrollo. Académicamente, Enciclomedia es un
desarrollo educativo innovador y útil, premiado en el mundo entero. Su problema no es si
funciona académicamente, sino quiénes se quedaron con el multimillonario negocio. Fue
un proyecto originalmente impulsado por el ex secretario de Educación, Reyes Tamez, del
que se apoderó la esposa de Fox, Martha Sahagún, con el apoyo económico –y se supone
beneficios compartidos– de importantes empresarios de Monterrey. La llegada de González
representó un desafío para sus intereses económicos. Vázquez Mota vendió fácilmente la
idea a los empresarios regiomontanos: acabar con González, para evitar que Enciclomedia
y el voluminoso negocio que la acompaña, pase a ser controlado por un sector no afín a
ellos. El diseño es simple: ida Sahagún, Vázquez Mota se convertiría en la figura clave para
la protección de sus capitales. El cobro de la factura, vendrá después.
A González lo tiene cercado. Por ejemplo, mediante un tecnicismo le ha impedido nombrar
directores y subdirectores de área en lo que va del naciente sexenio. En el ámbito de lo
público, aunque la campaña regia ha sido sistemática, la autoría intelectual es de la
Secretaría de Educación, desde cuyas oficinas han filtrado información para alimentar el
golpeteo, lo cual generó dificultades –aparentemente resueltas– en la alianza política que
forjaron Calderón y la maestra Gordillo. La estrategia para minarlo va en contra de los
intereses políticos tácticos de Los Pinos, pero no parece preocuparles mucho.
De hecho, parecen hasta dispuestos a sufrir bajas en el camino, como la del ex vocero de
Educación, Herminio Rebollo, cuyo despido súbito hace unas semanas fue inscrito en el
marco del conflicto de Calderón con el PAN. En realidad, Rebollo fue despedido del
gobierno federal después de que la Presidencia comprobó que había filtrado a la prensa
un acto en Los Pinos donde Calderón fue muy claro en pedir a Vázquez Mota que deseaba
que se mantuviera en privado. Rebollo se convirtió en una pieza desechable de la
secretaria, que le sigue jugando las contras al presidente.
La beligerancia en contra Calderón y su equipo va creciendo por parte de la gente de la
secretaria. Varios de ellos ya no tienen cuidado alguno para calificar peyorativamente a
Calderón y sus acciones, burlarse de los momentos difíciles que encuentra en público, y
despreciar a su equipo en Los Pinos. No se ha sabido que Vázquez Mota participe de las
risas y las burlas en contra del presidente, pero sí se conoce del desprecio que tiene en
contra de sus colaboradores. Vázquez Mota ha estado tratando de reclutar sectores para
mostrar fuerza ante Calderón, pero no le ha funcionado, salvo en el caso de los
empresarios regios, que la están viendo como una aliada para sus fines empresariales.
En Los Pinos ya se dieron cuenta de las intenciones de Vázquez Mota para el 2012, y
discuten si la traición en casa tendría que ser terminada de una vez por todas. Finalmente,
hoy costaría mucho menos deshacerse de Vázquez Mota. La historia de Calderón, es su
mejor ejemplo.
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