EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Realidades

Jorge Camacho Peñaloza

Septiembre 21, 2018

 

La más peligrosa manera de engañarse a sí mismo es creer que sólo existe una realidad.
Paul Watzlawick.

Una de las cosas que caracterizaron el resultado de la pasada elección del primero de julio fue la alta votación obtenida por Morena. “Arrasó” es la palabra más repetida para definir lo que pasó en la votación que lo volvió tanto a nivel federal como local en el partido mayoritario y casi hegemónico, pues sus victorias fueron amplias ganando en todos los estados del país, excepto uno, la elección presidencial y la mayoría en numerosos congresos locales, gubernaturas y presidencias municipales.
La victoria fue tal que se dice que surgió un nuevo contexto político y correlación de fuerzas en el país, que desde la perspectiva de Morena le llaman la Cuarta Transformación, lo malo es que este hecho parece que está llevando a no pocos candidatos triunfantes morenistas, hoy colocados en los congresos, a ejercer el poder de manera casi atropellada, imponiendo con claros revanchismos y argumentando que vivimos una nueva realidad, nuevos tiempos, resultado del mandato ciudadano del primero de julio, exhortando, casi amenazando u ordenando, a que el resto de los actores políticos que no comulgan con su partido deben cambiar a la nueva realidad y que la sociedad piense, valore y sienta como ellos.
Nadie duda que poco más de 30 millones de votantes definieron una nueva distribución del poder político en el país a favor de Morena, pero eso no da para justificar una forma autoritaria del ejercicio del poder, no todos los mexicanos ven la realidad como los que votaron por Morena, y si bien el derrumbe de la votación para los partidos de las coaliciones que compitieron contra Andrés Manuel López Obrador fue estruendoso, son más de 20 millones los que lo hicieron por esas coaliciones y para quienes la realidad no es como la ven los morenistas.
La nueva realidad política no faculta ejercer el poder autoritariamente y menos sostener que están respaldados por el mandato ciudadano, por ejemplo amenazar con la desaparición de poderes en Hidalgo, o llamando al fiscal general de Guerrero a comparecer al Congreso local y los diputados morenistas tratar de casi obligarlo a responder si estuvo o no en una fiesta en una casa lujosa que un diario le adjudicó como de su propiedad, o para que en el Senado y Cámara de Diputados las áreas de comunicación hagan alegremente uso de las cuentas oficiales de redes sociales para propagandizar postulados de Morena. Los diputados morenistas no se pueden meter con la vida privada de las personas y con los recursos públicos argumentando que hay una nueva realidad y que es el mandato ciudadano.
No son dueños de la realidad y no pueden hacer con ella lo que quieran. Es muy delicada la manera morenista de ver y usar la realidad, como niños con juguete nuevo creen que tienen el derecho a jugar con sus propias reglas, formas y razones, engolosinándose, asumiéndose como la santa inquisición o tribunal jacobino. Es importante que los dirigentes, líderes, legisladores y próximos funcionarios asimilen que apenas representan un tercio de la ciudadanía nacional y apenas un poco más de la mitad de la que votó, hay cerca de 60 millones de mexicanos y mexicanas que no ven la misma realidad que ellos, esa es la realidad.
No se viven otros tiempos sólo porque lo digan, de qué dotes o poderes creen que gozan, los cambios, las transformaciones, se construyen, son resultado de un proceso de acciones, lo más lamentable es que caigan en comportamientos que antes criticaban y sin desparpajo ahora digan bienvenidos a la oposición como asumiéndose como los nuevos representantes del régimen autoritario.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A toda la paisanada que debe estar muy atenta, no sea que nos quieran dar gato por liebre y que las y los morenos nos vayan a regresar a la tercera en lugar de la Cuarta Transformación.