Rosa Icela Ojeda Rivera
Octubre 07, 2016
El 26 de septiembre de este año en la ciudad de Cartagena de Indias en Colombia tuvo lugar la firma oficial de los acuerdos de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y los representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Se trató de un acto históricamente relevante con el que ambos pactantes pusieron fin a 52 años de confrontación que dejaron como saldo más de 220 mil personas asesinadas, 57 mil desaparecidos y más de 5 millones de desplazados.
Con la firma de los acuerdos de paz se inició un proceso de reconciliación que buscará instaurar un sistema de justicia transicional y regenerar el “desgarrado” tejido social en ese país.
En un máximo de 180 días contados a partir de la firma de los acuerdos de paz los miembros de las FARC, la guerrilla latinoamericana marxista-leninista más antigua del continente, deberá entregar sus armas a los inspectores de la Organización de las Naciones Unidas e iniciar su incorporación a la vida civil como parte del cumplimiento de los acuerdos, a la vez el gobierno deberá promover amnistía y suspensión de procesos judiciales a las personas que antes fueron consideradas subversivas.
Los acuerdos firmados pasaron a una especie de ratificación por medio de un plebiscito que se realizó el pasado domingo 2 de octubre, en el que ganó el No, con 50.21% de los votos, tras la campaña impulsada por el partido derechista Centro Democrático y por el senador y ex presidente de Colombia Álvaro Uribe, motivada, entre otras cosas, por la posibilidad de que las FARC se incorporen a la vida política de ese país como partido de izquierda marxista leninista.
A pesar del resultado negativo del plebiscito para ratificar los acuerdos, las FARC ratificaron su compromiso de continuar la construcción de la paz que es considerada ya como un proceso irreversible con el que se ha comprometido al menos la mitad del pueblo de Colombia.
En el largo camino para la firma de la paz entre gobierno y guerrilla colombianos, contribuyeron de manera fundamental los actores internacionales, empesznado porque las pláticas se desarrollaron en Oslo, Noruega y La Habana, Cuba. Desde el interior de ese país fueron las mujeres, particularmente las que están organizadas y comprometidas en la defensa de los derechos humanos, las que participaron activamente a favor de la paz, aunque como casi siempre ocurre, su contribución todavía ha sido poco reconocida y visibilizada.
Después de la firma de esos acuerdos de paz en Colombia difícilmente se podrá negar la posibilidad de construir la paz, así sea en el espacio más complejo más duradero o de mayor confrontación.
El político, poeta y guerrillero Tomás Borge, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua cuando le preguntaron si un día dejaría las armas para ir a la paz, respondió contundente como era él:
“Primero se caen las estrellas que dejar las armas”. Al tiempo, cuando en Nicaragua triunfó el proceso de paz un entrevistador le recordó su dicho, y Tomás Borge se limitó a responder con una evidencia empírica: “Pues ya ve, las estrellas siguen estando en el firmamento”.