EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Un año de violencia y gobernabilidad

Jorge Camacho Peñaloza

Octubre 28, 2016

No me fatigaré de escuchar reclamos, de atender demandas y buscar soluciones. Héctor Astudillo Flores.

Aunque parezca extraño o contradictorio el título de esta colaboración, intenta describir en pocas plantas lo que ha sucedido en el primer año de gobierno de Héctor Astudillo Flores, con quien a pesar de nuestras diferencias ideológicas y partidistas, compartimos no sólo tareas como diputados de la 60 Legislatura local, sino una amistad que se ha confeccionado a partir de nuestras coincidencias cómo guerrerenses.
El inicio del actual gobierno ha sido si no el más, uno de los más complejos que ha tenido el estado en los últimos sexenios, aún y las dificultades y desencuentros en los arranques de Rubén Figueroa Figueroa en plena confrontación entre gobierno y guerrilla, y el inicio de Rubén Figueroa Alcocer con una veintena de ayuntamientos tomados.
Ciertamente, el de Astudillo arranca con una complejidad y crisis superior, con un aparato de gobierno totalmente desvencijado financiera, operativa y políticamente por la desmedida corrupción en los dos gobiernos anteriores a partir del 2011.
En el 2015 inicia con una violencia galopante y encarnizada proveniente de la delincuencia organizada, la ira social por el evento del 26 y 27 de septiembre en Iguala, con una demanda social abandonada, con conflictos desatendidos y un cuerpo policial y de justicia enviciados y casi sin operación, propiciando los niveles de seguridad más bajos en la historia reciente del Estado, en pocas palabras el gobierno de Astudillo Flores arranca en medio de la violencia y la ingobernabilidad, literalmente, tomando las riendas del Guerrero bronco.
Como él lo define en su informe “los niveles de inseguridad que se vivían en nuestra entidad paralizaron el desarrollo económico, provocaron una disminución en las inversiones y alejaron al turismo.
El desarrollo se vio frenado por la corrupción y la falta de un Estado de derecho eficaz. La tranquilidad y la paz se perdieron por la presencia violenta del crimen organizado.
Los recursos destinados a programas sociales y a la infraestructura no se invertían de manera eficiente. Iniciábamos nuestra administración con un déficit de más de 18 mil millones de pesos que dejaba al gobierno prácticamente en la quiebra”.
Conozco a Héctor como político y como persona, como antagónicos políticos y como amigos, fuimos contrincantes como candidatos a la gubernatura, y no obstante nuestras diferencias, debo reconocer que me ha sorprendido gratamente, ha resultado ser mejor gobernador que candidato, sin duda el principal activo, casi el único, es él mismo, ahí está su récord de ser el primer gobernador que recorre todos los municipios antes de cumplir su primer año de gobierno; ahí están sus 213 audiencias y 467 organizaciones atendidas, un estado convulsionado como tomó a Guerrero no le podía permitir que su desempeño fuera de otra forma, frontal en el reconocimiento y atención personal de los problemas, si no se hubiera empeñado en ese método de trabajo, muy difícil hubiera sido que su gabinete sacara adelante los conflictos y problemas del estado.
Sin duda que volvió a echar andar el gobierno, o como él dice, recuperó el gobierno, pero en esa recuperación muchos de los integrantes de su gabinete no hicieron gran aportación, nadaron de a muertito, ahí se la llevaron, no hicieron ni dijeron, que no han hecho bien la tarea del texto escrito bajo el título de esta colaboración, de ahí que muchos problemas no se han resuelto y hasta se han dejando crecer como el de las policías comunitarias, el de la falta de atención al campo o el de la falta de integración de la sociedad a las estrategias y acciones de gobierno.
Los resultados han sido buenos, ahí están las cifras, y es plausible que en medio de la tragedia de la violencia y las aún existentes secuelas del periodo de ingobernabilidad generado en el anterior sexenio con sus dos gobernadores, se digan las cosas buenas, pero también hay que decir que no ha sido suficiente, que falta mucho por hacer y que se ha dejado de hacer también, que la crisis no se ha superado, y que para superar el siguiente reto, otra vez planteado con gran visión, el de recuperar la confianza de la ciudadanía, serán necesarios cambios en la estrategia, el gabinete, la política y condición del gobierno.
Vuela vuela palomita y ve y dile: Al gobernador Héctor, que haga cambios, si no quiere que a mitad del sexenio se le canse el motor.