EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Un ser microscópico

Jorge Camacho Peñaloza

Marzo 27, 2020

 

Cuando miro al mundo soy pesimista, pero cuando miro a la gente soy optimista.
Carl Rogers.

El tema del Covid-19 tienes varias vertientes, hay quienes se enfocan en el tema de la enfermedad, sus características epidemiológicas, síntomas, número de casos detectados, en estudio, en recuperación, decesos e índice de letalidad; otros en la forma en que los gobiernos están respondiendo, medidas adoptadas, de contención, mitigación, sana distancia, cierre de fronteras, paro de actividades económicas y si actuaron a tiempo no: y otros en el significado del impacto social que está teniendo el virus relacionado con la comunicación global entre la sociedad en tiempo real, el acortamiento del tiempo y el espacio entre las personas al obligarnos a quedarnos en casa o reducir la movilidad pública y la importancia de la vida familiar más que la social.
De repente, obligados por ese ser microscópico, nos volteamos a ver adentro de nosotros mismos en busca de nuestras virtudes y entendemos el valor de la solidaridad, del amor, la empatía y la fe. En un instante nos damos cuenta de la maravilla de que planetariamente vamos en el mismo barco, sí, ricos y pobres, que algo nos está reclamando la vida con este ser microscópico al ver los estantes de supermercados vacíos y los hospitales llenos, que el dinero y los seguros médicos no tienen importancia, porque los hospitales privados son los primeros en cerrar.
En todo el planeta se siente la sensación de que todos somos iguales, pareciera que este ser microscópico ha tenido la capacidad de establecer la igualdad social que se decía imposible; todos sentimos miedo, todos valoramos la vida, todos estamos bajo algún techo, no importa si es de un penthouse o de palma en una casa de bajareque, todos somos igualmente vulnerables.
La sabia naturaleza ha decidido por propia mano limpiar el desorden hecho por nosotros mismos, limpiar la contaminación. Nos ha hecho ponernos en contacto global, nos ha hecho ver que no somos dioses, que no somos reyes, que no tenemos el poder y el control de todo, que todos somos parte de un todo, cada quien una parte frágil, quebrantable y vulnerable necesitado de los otros, los empresarios de los trabajadores y los trabajadores de su trabajo, que somos parte frágil de un todo al que quisimos dominar y que hoy nos dice detente, respira, respeta.
Un ser microscópico que ha hecho temblar las poderosas Bolsas de Valores, los grandes corporativos mundiales, los poderosos gobiernos y políticos de las principales potencias, que está cuestionando duramente los valores predominantes del individualismo, de la vida rápida, del trabajo que esclaviza, del salario, las ganancias y acciones bursátiles como formas de repartir el valor de lo producido; del rechazo a la higiene y a la naturaleza como forma de modernidad. Nos está diciendo que la pulcritud debe ser una forma de vida, que la higiene es literal, impide la suciedad en el cerebro, la vida y el alma.
Como sea es un tema que requiere de una atención pública, privada, gubernamental y personal seria, requiere de información objetiva, científica y a tiempo, asequible a la población, para impedir que se salga de control por miedo, pánico o fake news.
Por lo menos en Guerrero Héctor Astudillo ha estado, ejemplarmente en relación con otros gobernantes, haciendo lo propio.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A ese tal Covid-19 que es bienvenido, aunque nos arranque la vida y esté dejando tristeza a miles de familias, con tal de que ese dolor sirva para que renueve a la humanidad con sus lecciones.