EL-SUR

Jueves 12 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

AGENDA CIUDADANA

¿Vibrar? ¡Rehacer!

Lorenzo Meyer

Febrero 16, 2017

El rechazo abierto y multitudinario a Trump debe tener como contraparte otro igual y simultáneo a quienes, desde dentro y con su corrupción e indecisión, han debilitado todas las defensas del interés nacional.

Las no muy nutridas marchas que se llevaron a cabo el 12 de febrero en la CDMX y en algunos estados para manifestar tanto el repudio al discurso y a la política antimexicana del presidente Donald Trump como a la débil reacción de nuestro gobierno, entrañan lecciones por asimilar.
Debemos movilizarnos, pero ya no para poner a México en “modo vibrar” –término asociado al uso de celulares– sino en modo de transformarlo, rehacerlo, como forma de erigir defensas efectivas frente al poderoso y agresivo vecino del norte. Donald Trump, su presidente, no tiene empacho en ordenar la construcción de un gran muro fronterizo para “defenderse” de un México que le envía sus “bad hombres” indocumentados (violadores, narcotraficantes) y de un tratado de libre comercio (TLCAN) que “roba” empleos norteamericanos al favorecer que al sur del Bravo operen plantas transnacionales que explotan mano de obra barata local y exportan al norte, provocando un déficit en su balanza comercial.
Datos. Para evaluar los argumentos del antimexicanismo de Trump en esta época de “post verdades”, hay que acudir a verdades. Para empezar, Estados Unidos se dice agredido, pero históricamente es México quien sistemáticamente ha sido objeto de las agresiones de su vecino. Como “agredido”, Washington se propone erigir un muro de 3 mil 142 kilómetros en la frontera y pretende que México lo pague. El despropósito ocurre justo cuando el mayor flujo de mexicanos al norte lo hace documento en mano y de manera temporal: 248 mil 326 en promedio anual entre 2010 y 2014 para emplearse en la agricultura y servicios de baja calificación y otros 386 mil 520, como profesionales. Por otro lado, la mayoría de los que aún cruzan como indocumentados lo hacen por las garitas, sobornando a los guardias (por eso los coyotes cobran entre 3 y 4 mil dólares por persona) o con visa de turista y luego se quedan. En el 2000, la US Border Patrol reportó en todas sus fronteras un millón 676 mil 478 capturas, pero en 2016 sólo 415 mil 816 (75% menos). Es claro que la migración indocumentada va a la baja.
Por lo que hace al déficit comercial con México y del que se culpa al TLCAN, este contribuye con apenas el 9% del total, en tanto que el que tienen con China es el 48%. Ahora bien, China sólo es mercado para el 8% de las exportaciones norteamericanas en tanto que México lo es para el doble. Sin embargo, Washington trata a Beijín con gran deferencia y a México sin ella. Y si de déficit hablamos, hay que tomar en cuenta que en 2015 el turismo mexicano en Estados Unidos gastó casi 20 mil millones de dólares allá en tanto que el norteamericano aquí dejó sólo la mitad (cifras de Gustavo Verduzco, Aspectos de la relación México-Estados Unidos, manuscrito). Además, buena parte del comercio México-Estados Unidos lo hacen firmas norteamericanas que repatrian utilidades. En 2011 se calculó esa repatriación en el 67% de las utilidades netas (José Israel Briseño y Omar Neme Castillo, Repatriación de utilidades de la inversión extranjera directa: la relación entre México y Estados Unidos”, Norteamérica [online]. 2011, vol.6, n.1).
Es obvio que “bad hombres” mexicanos contrabandean drogas prohibidas a Estados Unidos, pero debe tenerse en cuenta que el mercado norteamericano los prohijó. En 2013, 26 millones de norteamericanos mayores de 12 años (10%) habían consumido alguna droga prohibida, aunque su gran mayoría lo hizo con mariguana (80%), cuyo uso va camino a la legalización y con producción local. Heroína y cocaína –drogas donde la actividad de los carteles mexicanos es importante– la consumieron 1.8 millones, es decir, el 7.3% del conjunto, (www.drugabuse.gov/publications/drugfacts/nationwide-trends). En este campo el remedio, si lo hay, son programas de tratamiento y no un gasto de 20 o 25 mil millones de dólares en murallas. En cualquier caso, la medalla tiene un reverso: el lavado de dinero en bancos norteamericanos y la venta de armas a los carteles mexicanos. Según cifras elaboradas en Washington (2016), el 70% de las armas decomisadas a los carteles de la droga en México entre 2009 y 2014 fueron de origen norteamericano (cnsnews.com/news/article/michael-w-chapman/report-70-firearms-seized-mexico-came-usa).
En resumen, al movilizarnos, debemos esgrimir tanto emociones como argumentos para rebatir el discurso acusatorio del actual gobierno norteamericano contra nuestro país. Igual debemos denunciar el Talón de Aquiles de nuestra defensa: la enorme y difundida corrupción en México.
Hoy, la conciencia de su corrupción y de la información que Washington debe tener sobre la misma, impide a Los Pinos organizar una defensa efectiva y a cielo abierto y prefiere las negociaciones a la sombra, aunque hasta ahora no han dado mayor resultado. Sin embargo, la sociedad mexicana no tiene ese freno, por tanto, es necesario que vuelva a ganar la calle con convocatorias, consignas y datos, que enfrenten a las post verdades al sur y norte del Bravo y asuma que ella es la primera y última línea de defensa del interés mexicano ya que sus élites políticas, económicas y culturales han sido rebasadas por los acontecimientos y debilitadas por su corrupción. Si una parte de la propia sociedad norteamericana se moviliza para limitar los efectos del trumpismo, la nuestra no debería quedar atrás.

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