Jorge Camacho Peñaloza
Mayo 14, 2021
Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, más que nuestras habilidades.
Dumbledore.
Faltan 23 días para la elección del 6 de junio poco más de tres semanas para acudir a la cita con las urnas y depositar en ellas la suprema voluntad social acerca de quién queremos que se haga cargo del gobierno estatal, de nuestros gobiernos municipales y de representarnos en la representación de la soberanía popular en el Congreso del Estado, se trata de la decisión más trascendental de la sociedad porque tiene que ver con la delegación del poder que emana del pueblo para que los elegidos lo ejerzan en su nombre en beneficio de todos, para servir a la sociedad no por gusto sino por obligación, gobernantes y representantes a quienes como sociedad en realidad contratamos por un sueldo que tienen que devengar con eficiencia, ética y legalidad.
En teoría el poder no debería de entregarse a cualquier persona porque gobernar no es una actividad que pueda desarrollar cualquiera por más que le nazca querer ser gobernante o representante, en realidad la política es más que servicio público, es una ciencia, para ser político no basta el gusto por servir, la sensibilidad o el amor por el pueblo, requiere el conocimiento del poder, su esencia, sus límites y alcances, sus virtudes y sus vicios, se requiere el conocimiento de la naturaleza, funcionamiento y dinámica de las instituciones, su interacción entre sí y con la sociedad, se necesita el conocimiento de la administración pública como recurso e instrumento del poder, se requiere de un profundo conocimiento de los procesos de liderazgo, la política no es pues cualquier cosa como para que cualquiera la abrace como para hacerse de un cargo público de alta responsabilidad, porque cuando llega cualquiera a estos cargos el resultado es la ineficacia, la inoperancia y el fracaso del poder de la sociedad.
No es lo mismo hacer política que gobernar, se puede hacer política vinculándose en algún modo con las decisiones del poder público o influyendo en la función pública, ser incluso un enérgico e influyente activista, pero de eso a saber o tener capacidad para gobernar es muy distinto, sin embargo, se ha tenido la idea de que la lucha social es una escuela para gobernar y se ha llegado a creer que es requisito para ser gobernante o representante popular, en esas condiciones se tiene derecho aspirar y llegar a ser pero la curva de aprendizaje es larga y resta tiempo productivo el ejercicio del poder.
Sobre todo en espacios grandes y complejos del poder, desde una presidencia municipal, gubernatura, diputación o presidencia de un país, hacer política desde los espacios del poder público requiere tener una mínima formación y experiencia previas que garantice eficiencia en el desempeño del cargo, así como un perfil de liderazgo que garantice el ejercicio virtuoso del poder, aspectos que en teoría deberían ser tomados en cuenta por el electorado a la hora de reflexionar por quién votar.
No obstante, las razones del voto pueden ser variadas, desde la simple simpatía del candidato hacia los electores, hasta el voto de castigo al partido que postuló a un mal gobernante o representante, el caso es que el electorado sabe bien qué candidato tiene mejores virtudes y capacidades para ejercer el cargo por el que está compitiendo, en la actual contienda electoral en nuestro estado, ya están destacando los candidatos que tienen mejores cualidades para gobernar, el elector tiene claro quienes pueden hacerlo mejor, lo importante es que el 6 de junio ahí frente a la urna sea esa la motivación de su voto por estos candidatos y no se deje llevar por una simple simpatía o identidad que nada tiene que ver con el ejercicio del poder.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A la huerquiza que lo tome con calma, que le piense bien su voto, porque no hay prisa y que se fije bien, porque no vaya a ser que al rato le salgan que le dieron gato por candidato.