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Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Cultura  

El desastre en la Dirección de Cultura de Acapulco llegó antes de la pandemia del Covid

El raquítico presupuesto de la dependencia evidenció que al gobierno municipal no le interesaron las artes y la cultura en el año que terminó

Enero 02, 2021

El escritor Luis Zapata, una sentida pérdida que dejó el 2020 Foto: El Sur

Óscar Ricardo Muñoz Cano / Segunda parte

Con un presupuesto de apenas 4 millones, 400 mil pesos, la Dirección de Cultura de Acapulco se convirtió en una sombra de lo que fue, corriendo incluso el riesgo de desaparecer ante su inoperancia.
Prueba de ello el que la Escuela de Educación Artística de Acapulco G65 dejó de ser tutelada por dicha dirección a partir del 2020.
Además, este año quedó en evidencia que el gobierno municipal rechazó el papel que pueden tener las artes y la cultura en el bienestar integral de las personas durante y después de la pandemia de Covid-19 que azota actualmente al país.
Durante esta administración la Comisión de Cultura, Recreación, Espectáculos y Deporte del Ayuntamiento de Acapulco ha sesionado unas cuantas veces desde que se instaló en 2018.
Dicha Comisión de Cultura, validada por el Cabildo porteño el 15 de octubre de 2018 e instalada el 26 de octubre siguiente está presidida por el regidor morenista Andrés Alaín Rodríguez Serrano cuya página electrónica y oficial, reveló que durante todo el 2019 y hasta los primeros meses de este 2020 no tenía registrada ninguna reunión. (El Sur, edición del 18 de febrero, 2020).
Del mismo modo, no se formó el Consejo Municipal de Cultura.
Todo lo anterior, muestra del desastre incluso antes de la pandemia.
Si bien en su oportunidad, la directora de Cultura, Malena Steiner, proyectaba un presupuesto cercano a los 28 millones de pesos –aceptando la posibilidad de que no sea aceptado debido a la emergencia sanitaria– una vez conocido el monto finalmente aceptado, hizo mutis y prefirió plegarse al gobierno (prueba de ello, todas las publicaciones a favor de la alcaldesa Adela Román Ocampo en su página de Facebook) antes de sumarse a una comunidad cultural que apostó por ella.
La única actividad de trascendencia, que quizás no alcance para separarla de otras administraciones iguales de insulsas, fue la de haber entregado el Festival Internacional La Nao a manera de apoyo para la propia comunidad, borrada ante la escasez de recursos para actividades y becas por la pandemia.

La Nao virtual

Del 24 al 29 de noviembre se llevó a cabo de manera virtual el XIV Festival Internacional La Nao Acapulco 2020, mismo que tuvo en el talento guerrerense a sus máximos exponentes artísticos.
Fue la alcaldesa Adela Román quien declaró en conferencia de prensa que este festival “es también un medio para dar trabajo a la comunidad artística de Guerrero y particularmente de Acapulco que han sido tan golpeados por esta pandemia; sirva este esfuerzo para llevar un poco de ayuda a las familias de la comunidad cultural que más lo necesitan”. (El Sur, edición del 10 de noviembre, 2020).
Talleres, exposiciones, conferencias y espectáculos fue lo que se ofreció durante esas fechas.
Del mismo modo, una selección de materiales audiovisuales realizados por creadores o grupos artísticos de Acapulco en las disciplinas de danza, música y teatro, que concursaron para el programa La Nao Desde Casa y cuyos resultados jamás se dieron a conocer tal y como indicaba su convocatoria.

En la Escuela de Iniciación Artística de Acapulco,
escándalo tras escándalo

La Escuela de Educación Artística de Acapulco G65 dejó de ser tutelada por la Dirección de Cultura de Acapulco para depender directamente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) municipal.
Así se informó en un documento fechado en el mes de enero donde se señalaba que la directora de la escuela, Liliana Donají Soto Monroy, “deberá informar directamente a la secretaría de todas las actividades que se lleven a cabo, así como acatar las instrucciones que de la misma secretaría reciba.
Dicho documento, del cual El Sur tiene copia, recuerda que lo anterior responde a una reforma al reglamento interno de la administración municipal (artículo 34) que derivó de un acuerdo de Cabildo tomado en junio de 2015.
Así, la escuela ubicada en Calle 2 y avenida Ejido quedó escalafonariamente a la misma altura de las direcciones de Educación, de Grupos Vulnerables y Atención a Migrantes, de Cultura, de Prevención y Atención a la Violencia Intrafamiliar, de Desarrollo Sustentable, de Planeación y Evaluación, de Promoción y Difusión, de Promoción Deportiva y Recreación, de Provisión Popular, y de Atención a los Grupos Étnicos.
Pero sin duda, fue la denuncia de acoso sexual la que más causó ruido en la escuela.
El 15 de septiembre, en las páginas de El Sur la escritora y colaboradora de la escuela Alondra Berber Mijangos dio a conocer que en febrero presentó quejas en la Comisión Estatal de Derechos Humanos y en la Contraloría General del Ayuntamiento de Acapulco, contra dos funcionarias y un maestro de dicha escuela, por malos tratos, una campaña de desprestigio y despido injustificado luego de que denunció una agresión sexual.
Días después, el maestro señalado fue dado de baja y semanas después la directora de la escuela, Liliana Donají Soto Monroy presentó su renuncia. (El Sur, ediciones del 19 de septiembre y del 19 de octubre, 2020).
Llama la atención el silencio tanto de la Dirección de Cultura de Acapulco como en el Instituto Municipal de la Mujer sobre el tema.
Actualmente la escuela es dirigida por Cecilia Pérez Alfaro.

La pandemia y el trabajo
independiente

El recorte realizado al presupuesto para la Dirección de Cultura de Acapulco es negar el papel que pueden tener las artes y la cultura en el bienestar integral de las personas durante y después de la pandemia de Covid-19 que azota al país.
En ello coincidieron diversos miembros de la comunidad cultural del puerto entrevistados en su oportunidad, y que lamentaron dicho recorte, el más fuerte de los últimos años, pasando de poco más de 12 millones de pesos del año 2019 a 4 millones, 400 mil pesos para 2020.
La reorganización de los programas para atender las necesidades de la población (salud física y mental) durante la contingencia y tras la pandemia, así como un reforzamiento en las actividades artísticas y culturales, fueron las solicitudes (El Sur, edición del 6 de mayo, 2020).
No obstante, nada de eso ocurrió, dejando entrever un desconocimiento total por parte de las autoridades de la función de las artes, de la capacidad de las actividades culturales en pro de la restauración del bienestar, como lo adelantaba entonces el doctorante en Bienestar Social y Políticas y Derechos Culturales por el Boston College, Javier Reyes Martínez, y abriendo el debate por parte del actor y director teatral Manuel Maciel Campos sobre la utilidad de tener una Dirección de Cultura en el puerto.
Ante todas las inquietudes, a pesar de que se entregó La Nao a la comunidad cultural local y que a nivel estado PazAporte Digital entregó sólo 80 estímulos a igual número de creadores, pasó lo que tenía que pasar: la casi desaparición del trabajo cultural tanto de gobierno como independiente.
Cierres, reducciones de aforo, alto costo de las medidas sanitarias y la falta de legislaciones locales y federales que los amparen, hicieron más difícil que los pocos centros culturales independientes trabajaran en sus diversos quehaceres artísticos.
Tal es el caso de Pinzona 109, que encabeza el artista sonoro y promotor cultural Abraham Chavelas, y La Quebrada, Espacio de Arte, que dirige el fotógrafo Luis Arturo Aguirre.
Lamentablemente, cerró la galería Raya y Línea, de Ana Barreto, y el foro cultural Bar del Puerto no ha podido abrir sus puertas desde marzo.
“Hemos tratado de sobrevivir a raíz de los talleres que damos, de la poca cooperación, porque también hay una situación económica que no es a la par de las grandes ciudades de este país”, explicó Chavelas en entrevista (El Sur, edición del 2 de diciembre, 2020).
Recién apenas, el Centro Cultural Domingo Soler da muestras de vida con el montaje de un par de trabajos teatrales de fin de año.

La partida de un grande:
Luis Zapata

El miércoles 4 de noviembre murió el escritor chilpancinguense Luis Zapata por un paro cardiaco, luego de pasar semanas hospitalizado. Tenía 69 años.
Decenas de amigos, conocidos y lectores lamentaron el hecho en redes sociales y posteriormente en otros foros.
Fue a principios de octubre cuando amigos cercanos del guerrerense dieron a conocer en redes sociales que había sufrido un infarto y que había sido internado en un hospital privado de Cuernavaca, donde residía desde hace varios años.
Fue narrador y dramaturgo y estudió Letras Francesas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue becario del Fondo Nacional de Creadores de Arte y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en varias ocasiones.
Escritores, críticos, editores, periodistas y funcionarios lamentaron su muerte; su sencillez como persona, su obra literaria –en especial la emblemática El vampiro de la colonia Roma, de 1979– e incluso su gusto por el cine fueron destacados.
Su cuerpo fue velado de manera discreta, acompañado por sus familiares muy cercanos, para posteriormente ser cremado. Sus cenizas fueron depositadas en un nicho propiedad de la familia en la misma ciudad. Cuernavaca. (El Sur, ediciones del 5 y 6 de noviembre, 2020).
Por su parte, el secretario de Cultura de Guerrero Mauricio Leyva Castrejón adelantó la posibilidad de realizar un homenaje póstumo al escritor en el palacio de Bellas Artes.
Mientras tanto, se le dedicó un homenaje especial dentro del Festival Internacional La Nao Acapulco 2020 y en el Festival de Literatura Acapulco Barco de libros de este año (El Sur, ediciones del 24 y 28 de noviembre, 2020).